Cuando en semanas más se realicen los tradicionales balances de fin de año, no deberían faltar en ellos películas como La luz incidente, Los cuerpos dóciles, Hijos nuestros, Tangerine, Los pibes, Eva no duerme y El precio de un hombre. Lo que todas tienen en común es que fueron presentadas en alguna de las tres competencias de la edición 2015 del Festival de Mar del Plata. Lo cual confirma varias cosas. La consolidación del festival en términos de calidad, su relativa incidencia sobre la cartelera (una relación no siempre bien avenida, la que existe entre el cine de festivales y la cartelera comercial) y su capacidad para apoyar el lanzamiento del cine argentino en las pantallas locales, habida cuenta de que la mayoría de las películas mencionadas son de aquí. El ciclo se renueva a partir de hoy y hasta el próximo domingo 27 de noviembre con la 31ª edición del Ficmdp, que teniendo en cuenta lo bien que viene funcionando el festival presente una lógica continuidad en relación con los de los últimos años. Una cantidad similar de películas (alrededor de 400, entre largos, medios y cortometrajes), el mismo equipo de dirección y programación, las mismas salas, el mismo esquema de programación: a diferencia de un clima que anuncia lluvias y sol rajante, mínimas de 5 º y máximas de 31, la grilla del 31º Ficmdp permite prever una previsibilidad del delicioso imprevisto cinéfilo.
Siempre con la presidencia del eterno José Martínez Suárez (91 años y un mes) y con su hombre de confianza Fernando Martín Peña como Director Artístico por segundo año consecutivo, el Ficmdp mantiene en su 31ª edición las líneas maestras de su perfil. Predominio absoluto del cine independiente, de riesgo y de autor del mundo entero, máxima exposición para el cine argentino (medio centenar de largos y mediometrajes y algo más de cortos), un lugar destacado para el latinoamericano (tres representantes en Competencia Internacional, una competencia propia y un panorama propio compuesto de siete largos y una enormidad de cortos), buena presencia de países periféricos del mundo entero y un perfil historicista que se manifiesta en algunas retros. Con el Neruda del chileno Pablo Larraín (No, El club) como film de apertura (se estrena en enero próximo), el cine argentino presenta dos películas en Competencia Internacional. Una de ellas es muy reveladora de un fenómeno más marcado que nunca: la migración de “números puestos” del Bafici hacia Mar del Plata. Se trata de Hermia & Helena, la nueva “shakespereada” de Matías Piñeiro (la siguiente a La princesa de Francia), basada –siempre muy libremente– en Sueño de una noche de verano. El de Piñeiro era hasta ahora un caso de fidelidad total al Bafici: había estrenado allí todas sus películas, sin excepción. La otra argentina de Competencia Internacional es bien internacionalista: la dirige la nativa alemana (radicada aquí) Nele Wolhatz y la protagoniza una chica de origen chino, que busca romper con las tradiciones familiares en Buenos Aires.

Regresar o no irse jamás


Esta edición de Mar del Plata va a presentar películas argentinas largamente esperadas. La nueva de Albertina Carri, por ejemplo. Desde La rabia (2008) que la realizadora de Los rubios no hacía cine. Estuvo dedicada a dirigir el festival lgtbq Asterisco, investigando al mismo tiempo el campo de la televisión y las instalaciones de video. Carri va a hacerse presente en la Competencia Latinoamericana con Cuatreros, film-ensayo en el que tal vez se hagan ver sus experimentaciones con el video. La película conecta directamente con una investigación de su padre desaparecido, el sociólogo Roberto Carri, cuyo libro más conocido fue sobre unos cuatreros norteños, los Velázquez. Desde allí Carri remonta el hilo hasta el presente. Otro esperado regreso es el de la realizadora paraguaya Paz Encina, que trabaja con un pie en Argentina y es la autora de la recordada Hamaca paraguaya. Tras una década entera de silencio, Encina presenta en Competencia Latinoamericana Ejercicios de memoria, donde vuelve a poner la Historia fuera de campo, trabajando el campo visual con el mayor lirismo óptico y sonoro. En la misma sección, Gastón Solnicki regresa después de la notable Papirosen (2011) y lo hace con su primer film de ficción, el casi impronunciable Kekszakállú, en el que la única ópera de Béla Bartók dialoga con una historia de verano de aquí y ahora.
A fines de la década pasada, la pequeña La Tigra, Chaco fue toda una revelación en este mismo festival. Parecía una película más de regreso al pago y boy-meets-girl, y resultó una perla, gracias a la sinceridad y proximidad con que sus realizadores, Federico Godfrid y Juan Sasiain, se acercaron a sus personajes. Cada uno tomó su rumbo y ahora Godfrid presenta, en Competencia Argentina, su primer largo en solitario. Se trata de Pinamar, una historia de chicos que promete las mismas virtudes de aquella joya. La sección Panorama ofrece, finalmente, la reaparición de Milagros Mumenthaler, la realizadora de Abrir puertas y ventanas (2011), quien en La idea de un lago vuelve a abordar la ausencia, esta vez con menos lugar para la comedia, dado que se trata de la de un hombre desaparecido durante la dictadura.
Así como están los que reaparecen, también están los que siempre están. Los casos de José Celestino Campusano y Raúl Perrone, que todos los años presentan película nueva. Campusano lo hace en Competencia Latinoamericana. En El sacrificio de Nahuén Puyelli lleva el concepto de “Sur” algo más lejos que Berazategui. Hasta la Patagonia, más precisamente, donde vuelve a hallar la misma clase de espirales de violencia que la fatalidad suele tejer en su cine. CUMP4RSIT4, de Perrone, se presenta en Panorama. Se trataría de una alegoría infrecuentemente política, en la que el autor de P3nd3jo5 continúa su experimentación visual en blanco y negro, investigando esta vez el cine soviético de los años 20 y 30.

Prodemarpla


Un paneo sobre la grilla marplatense arroja algunos pálpitos o especulaciones previas. Comenzando por la Competencia Internacional. Una respuesta exultante de la crítica en Cannes recibió Aquarius, del nativo de Recife Kleber Mendonça Filho, de quien un par de años atrás se conoció la muy buena Sonidos vecinos. Protagonizada por una Sonia Braga según dicen refulgente, Aquarius la muestra como última resistente de un edificio que un grupo inmobiliario quiere demoler, para construir otra clase de proyecto muy distinto en su lugar. Era el cielo, del brasileño Marco Dutra, está basada en la novela homónima de Sergio Bizzio, narración obsesionante, en una primera persona absoluta, de un hombre que de entrada presencia la violación de su esposa a manos de unos intrusos y no hace nada. Conocido de Mar del Plata y del Bafici, donde presentó las previas Los ilusos y Los exiliados románticos, Jonás Trueba (hijo de Fernando) trae ahora La reconquista, donde vuelve a poner el foco sobre amores despojados. Otro que regresa es Bertrand Bonello, de quien algunas ediciones atrás se había presentado una retro, además de su película L’Apollonide en esta misma sección. Ahora se trata de Nocturama, donde un grupo de jóvenes, hartos ya de este mundo, planean… un ataque con bombas sobre París. Polémica asegurada a la salida del Auditorium. Atención, finalmente, a la rumana del lote, Corazones cicatrizados, de Radu Jude, realizador de La chica más alegre del mundo y, sobre todo, Todos en nuestra familia (2012), una película en la que la locura y violencia familiar se desataban en tiempo real y registro semidocumental.
En la Competencia Argentina, unas fichas para Fuga de la Patagonia, que parecería reconvertir los trabajos y los días del Perito Moreno en términos de western y cine de aventuras; No sabés con quién estás hablando, de Demián Rugna y sus pesaditos trash de zona oeste, y Terror 5, por la sencilla razón de que el cronista vio el trailer y su combinación de gore, despatarre e inventiva –a la Robert Rodríguez, pongámosle– pinta muy bien. Y en la sección Hora Cero, Blanco o negro, sobre un hombre gravemente alterado, que ve la realidad como el título lo indica. Y la película la ve como él. Cuatro muestras de género, algo que al cine argentino le sigue costando hacer bien y siempre es de esperar se empiece a alinear.

Lo seguro


Siempre está, claro, lo seguro, y lo seguro son los grandes autores, que de edición en edición suelen ser más o menos los mismos, y normalmente se agolpan en la megasección Panorama. Este año podrá verse aquí lo último de Terence Davies (A Quiet Passion, con la poetisa Emily Dickinson por protagonista y más humor que academicismo), Werner Herzog (el documental Lo and Behold. Reveries of the Connected World, sobre Internet), Jim Jarmusch x 2 (su film de ficción Paterson, elogiadísimo en Cannes, y su rockumental Gimme Danger, sobre Iggy Pop & The Stooges), Cristi Puiu (Sieranevada), Oliver Stone (Snowden), Johnnie To (Three), Wang Bing (sus tres últimos documentales, en un foco especial), Hong Sang-soo (Vos y los tuyos), Manoel de Oliveira (¡después de muerto, con Visita ou memorias e confissoes, de 1982!), John Gianvito (Wake, de 277 minutos).
Y además, el documental Austerlitz, donde el bielorruso Serguei Loznitsa confronta los sitios de los campos de concentración del nazismo con el turismo que se practica en ellos hoy en día, la maratónica The Woman Who Left, del filipino Lav Díaz (casi 4 horas), La muerte de Luis XIV, del catalán Albert Serra, Mister Universo, nueva incursión en el mundo del circo de Tizza Covi y Rainer y Rainer Frimmel (los de La pivellina), Rester vertical, de Alain Guiraudie (el de El extraño del lago), más un corto de Tsai Ming-liang (Días de otoño, 2015), tres cortos de Jacques Rivette (previos a su debut en el largo)… ¡y un corto inédito de François Truffaut, filmado en Mar del Plata! Se llama Los 4 golpes, así en castellano, lo filmó en 1962, cuando vino a presentar Jules et Jim, dura 4 minutos, fue hallado recientemente y se va a ver por primera vez. Lujos que se permite Mar del Plata.

Lo alterado


Lo otro inalterable es lo que vive en permanente estado de alteración, y que suele tener por patria al continente asiático. Las películas de Son Siono, por ejemplo, un sismo de cada año. Esta vez se trata de Antiporno, un encargo que le hicieron… de filmar una porno. En Japón el género se llama pinku eiga (cuentos rosas) y tiene una larga y venerable tradición. La productora más identificada con él es la Nikkatsu, que en tren de reflotarlo desde un costado de prestigio le pidió a gente como él y Akihiko Shiota que realizaran sendos films porno. En Mar del Plata se verán ambos. El de Shiota es Wet Woman in the Wind, también en Panorama. Un título bastante explícito tiene la también nipona Destruction Babies, cuyo joven protagonista sale a la calle con un plan: pegarle a todo aquél con quien se cruce.
Con esta línea de cine japonés hace eco Masao Adachi, algo así como un clásico de la subversión. Adachi, que empezó a filmar a comienzos de los 60 y lo sigue haciendo al día de hoy, tiene películas llamadas Revolución del control de la natalidad, Sex Zone, Guerrilla de estudiantes femeninas, A.K.A. Serial Killer o Ejército rojo/PFLP: declaración de guerra mundial. Todas ellas se verán en una retro programada por el festival. Finalmente, en Safari, el revulsivo realizador austríaco Ulrich Siedl (el de Paradise: Love), siempre interesado por las peores costumbres humanas, se ocupa ahora de cazadores cazando animales en la sabana africana, y por supuesto no ahorra ninguna imagen de animales muertos.

Y todo lo demás...


Serán los homenajes a los que se fueron (de Andrzej Wajda se verá su última película, Powidoki, de este mismo año; de Abbas Kiarostami, Take Me Home, y el documental dedicado a él, 76 minutos y 15 segundos con Abbas Kiarostami), las retros (veintiún cortos de Buster Keaton, dieciséis títulos en Film Noir), documentales cinéfilos (dos sobre David Lynch, uno sobre Brain De Palma, uno sobre Fritz Lang, ¡uno sobre Perrone!), seminarios, presentaciones especiales, clases magistrales, workshops, ediciones bibliográficas… ¡Ah! ¡Y los invitados! Nada menos que el enorme Vittorio Storaro, director de fotografía de Apocalypse Now! y El conformista, entre muchas otras, y Olivier Assayas, que viene a presentar un pequeño foco sobre su obra y su película más reciente, Personal Shopper, con la ex niña Crepúsculo, Kristen Stewart. Ambos darán sendas charlas públicas, desde ya, de esas a las que hay que llegar muy temprano, porque en cuestión de minutos están que rebalsan.