Trabajar más, demostrar más, capacitarse más. Las mujeres en el Concejo Municipal de Rosario sienten que deben redoblar el esfuerzo respecto de los varones para acceder a una banca. Y más del 80 por ciento de las concejalas manifestó “dificultades a la hora de conciliar las responsabilidades domésticas con participación política”. Son dos de los hallazgos del estudio sobre violencia política en el ámbito legislativo local realizado por la Secretaría de Género y Derechos Humanos de la Municipalidad, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), con el apoyo institucional de la presidencia del cuerpo, a cargo de María Eugenia Schmuck. “Rosario es una ciudad que tiene avances bastante significativos y si uno los mira desde afuera de la ciudad, llamativos por su poca frecuencia”, subraya Mariana Caminotti, secretaria de Género y Derechos Humanos y pondera que es el “primer municipio en el que se hace esta investigación”.

El Concejo municipal de Rosario tiene varias particularidades: el 57 por ciento de las bancas están ocupadas por mujeres, también son autoridades del cuerpo y existe una comisión de feminismos y disidencias. “No encontrás techo de cristal evidente en el Concejo municipal, no solamente por la cantidad de bancas sino también por los cargos jerárquicos de esas representantes. Tenés presidencia y vicepresidencia ocupados por mujeres, también están al frente de gran parte de las comisiones. Es interesante que no se expresa lo que suele llamarse división sexual del trabajo político, que circunscriben ciertos temas a lo femenino”, enumera Caminotti, que es politóloga. Marina Magnani preside la comisión de Gobierno, Fernanda Gigliani la de Planeamiento, Lorena Carbajal está al frente de Presupuesto y Verónica Irizar de Producción.

Más allá de los números, que son importantes, Caminotti considera que “cuando se avanza en la paridad numérica, a veces no vemos los fenómenos de discriminación, desigualdad y violencia. La paridad política entendida en términos sustantivos implica estar a la par, pero también tener un desarrollo político que no sea violentado por el sexismo y el machismo”.

De eso trata el estudio realizado. Aunque haya avances, las desigualdades persisten. El informe indica que “más del 80% de las concejalas manifestó dificultades a la hora de conciliar las responsabilidades domésticas con la participación política. En cambio, menos de la mitad de los concejales consideró esto una dificultad para su vida política. Para las mujeres en política, del mismo modo que en otros espacios laborales y de participación, la inserción no es acompañada por una reducción de las responsabilidades de cuidado”.

No es la única dificultad. La investigación demuele uno de los argumentos que suelen escucharse contra los avances de las mujeres. “Muchas veces existe el preconcepto de que los varones logran acceder a cargos jerárquicos por estar más preparados, pero los datos muestran una realidad distinta. Las mujeres que actualmente integran el Concejo Municipal tienen en promedio más años de militancia política y mayor nivel de estudios universitarios y de posgrado finalizados”, dice el trabajo que también remarca que “la brecha entre los años de militancia y el acceso a un cargo electivo es mayor en las mujeres que en los varones”.

Caminotti señala además que “hay otras cuestiones muy elocuentes, que no son una novedad para los feminismos. Cuando les preguntamos cuáles son los principales hechos de violencia, refieren a cuestionamientos que aluden a su estética, su aspecto físico, algo que no es frecuente con los varones y sí es absolutamente con las mujeres. También en alusiones a su vida íntima, la presunción de que si están ahí es por un vínculo con algún varón”. Es importante señalar que “este predominio de las formas de violencias simbólica no es inocuo. La violencia simbólica horada como una gota y no lo hace sobre una cuestión individual, sino que es sobre un colectivo”.

Por eso, el informe tiene un valor fundamental para “poner en debate” las formas en que “están siendo experimentadas y ejercidas estas formas de violencia al día de hoy”. Caminotti expresó que “el tema de la violencia política por motivos de género se viene trabajando bastante en otros países de América Latina, como Bolivia, México, donde se viene generando mucho debate público. En la Argentina notamos bastante invisibilización del tema, sobre todo en una sociedad donde los feminismos están súper sensibilizados con el tema de la violencia, el Ni Una Menos tiene una gran relevancia pública”. Existe el antecedente del estudio realizado por ELA en el Congreso nacional. “Es el único antecedente nacional que teníamos en ese momento, que mostró básicamente que ocho de cada diez encuestadas manifestaron haber sufrido y sufrir distintas situaciones de violencia”, remarca la funcionaria municipal.

La investigación encuestó a varones y mujeres que ocupan bancas en el Concejo. “Algunas concejalas mencionaron casos de acoso sexual y de violencia sufridas por trabajadoras –para cuyo abordaje se adoptó un Protocolo de Violencia de Género en el Ámbito de la Administración Pública Municipal, instituido por ordenanza en 2020- así como prácticas discriminatorias dirigidas hacia las propias edilas, tales como las de subestimar sus argumentos y discursos, atribuyéndoles ‘emocionalidad y subjetividad’; desacreditar su formación política; y cuestionar su llegada a la política como ‘mujer/pareja de’, invalidando así su trayectoria propia”, dice el informe. 

“Además de las concejalas, algunos concejales manifiestan haber vivenciado situaciones de acoso y de violencia en tiempos de campaña. Entre otras manifestaciones, los encuestados detallan acciones de intromisión en su vida privada (desde la difusión de información falsa hasta el hackeo de la cuenta de WhatsApp de la pareja de uno de ellos), con efectos negativos en su entorno cercano. Los ejemplos dejan entrever formas de atacar a varones que tienen claros componentes de género, al involucrar a mujeres con las que se vinculan afectivamente para desacreditarlos y produciendo daños específicos en sus compañeras”, sigue el trabajo.

La tarea del movimiento de mujeres y feminista empuja hacia el futuro, y en Rosario eso es evidente. “Quienes llevan dos mandatos o más en el Concejo Municipal visualizan cómo se ha ido transformando el trato hacia las mujeres, pero, sobre todo, cómo han logrado el reconocimiento de su liderazgo y experiencia. En general, las personas encuestadas visualizan avances en la ampliación de derechos, en la mayor participación de mujeres y en prácticas más respetuosas puertas adentro del Concejo Municipal. Como lo expresó una concejala: ‘Hoy el Concejo está lleno de color, de muchas voces, de emociones, de posibilidades de decir muchas cosas que antes quizá podían llegar a ser deslegitimadas’”.