Cuando anunciaron la cuarentena total, aquel inolvidable 20 de marzo de 2020, las casas de casi todo el mundo se convirtieron en oficinas, escuelas, gimnasios, cocinas y bares al mejor estilo gourmet. Ni hablar si te tocó vivir en un departamento pequeño, en medio de una ciudad del sur donde el viento es la mejor orquesta.

En medio de esa música sureña mezclada con un poco -bastante- de virus, nace la Revista Árida (click aquí para ingresar al sitio) perteneciente al Instituto Universitario Patagónico de las Artes de la Provincia de Río Negro (IUPA), un proyecto pandémico y bien, bien patagónico, destinado a la comunidad educativa de la universidad y al público en general. La revista busca divulgar la producción artística regional y global, a través de narrativas transmediales y contenidos atemporales, desde los recursos que permiten la conectividad, el acceso a los productos culturales y los procesos de creación artística.

La crisis mundial del COVID-19 posicionó a todos los mercados frente a una situación anormal y sin precedentes. La cultura no fue la excepción y muchas preguntas se hicieron inevitables en aquellos primeros meses de incertidumbre: ¿qué supone toda esta crisis en lo que respecta al sector cultural? ¿Existen estrategias para que los procesos creativos puedan continuar? ¿Podría ser un buen momento para plantear nuevas iniciativas que reivindiquen los procesos creativos y que el arte y la cultura resurjan de manera innovadora? Con todo este abanico de cuestionamientos y en cinco hogares devenidos en oficinas con la virtualidad tocando el timbre sin parar, sale a la luz la revista, con mucho deseo, la prueba-error como bandera y un objetivo muy claro: estar presentes desde un nuevo lugar. Ese lugar viene de la mano de la cercanía, de la accesibilidad, de la multiplicidad de voces, de la formación fuera del aula como un sustrato donde también se están produciendo contenidos y de la posibilidad de mirar alrededor desde una nueva perspectiva.

Muchas voces se unieron al sonido orquestal de aquella brisa, desde un escritor como Hernán Casciari hasta una brillante artista visual como Julieta Anaut. Juan Solá inauguró una sección, Santiago Motorizado y Pipi Piazzolla dirigieron la orquesta en dos ediciones especiales y Fabiana Vinagre desde Brasil nos deleitó con su amor a la palabra. Hoy, a un año de su nacimiento y con las puertas de las casas más abiertas, la Revista Árida se planta en un terreno algo menos ventoso pero igual de patagónico, con nuevos horizontes transmediales, trabajo en conjunto con actores de la cultura, la contracultura y la innovación y, por supuesto, con la mirada puesta en el territorio, para poder estar a la altura de lo que sucede y preparados por si otra pandemia viene a querer empujar todo para adentro. Seguramente, esta vez, el viento no solo sea parte de la mejor orquesta, sino también el mejor aliado para demostrar que, en definitiva, nadie controla nada y que el arte y la cultura no pueden aislarse. Al fin y al cabo, son el mejor antídoto para sacar belleza en medio de tanto caos y virus sueltos que hay por ahí. 


*Comunicadora y artista visual. Docente y directora de la Revista Árida en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA).