Desde 1945, cada 17 de octubre millones de argentinos y argentinas conmemoramos el día en que el pueblo trabajador provocó uno de los acontecimientos políticos más importantes de nuestra historia y dejó marcado el hito fundante del peronismo. Lo que conocemos como el Día de la Lealtad, en homenaje a aquella multitudinaria movilización para reclamar la liberación de Juan Domingo Perón, es hoy, más de siete décadas después, un momento de celebración popular pero también un llamado a la reflexión: ¿Qué significa la lealtad? ¿Qué es la lealtad para quienes pertenecemos y militamos en el campo nacional y popular?

Hace 76 años los hombres y mujeres que se manifestaron en la Plaza de Mayo (y en distintas provincias de todo el país) dieron una demostración de aquello que Perón les diría luego desde el balcón de la Casa Rosada: “El pueblo no engaña a quien no lo traiciona”. Hoy, en 2021, la lealtad del pueblo sigue vigente como aquella vez, incluso teniendo en cuenta el resultado adverso de las primarias del 12 de septiembre.

Las personas que nos acompañaron con su voto en 2019 y ahora decidieron no hacerlo no engañaron a nadie sino que nos dieron un mensaje franco, democrático y contundente: necesitamos más del Frente de Todos. Necesitamos un Gobierno Nacional que continúe trabajando en el plan de vacunación para dejar definitivamente atrás la pandemia que tanto dolor y sufrimiento nos provocó; necesitamos que los y las jóvenes puedan volver a la escuela y formarse para enfrentar los desafíos de la vida adulta y cumplir sus sueños sin tener que abandonar su tierra; necesitamos que crezca el empleo formal para que las familias vuelvan a contar con un ingreso digno; necesitamos que baje la inflación para recuperar el poder adquisitivo del salario y las jubilaciones; necesitamos que aumente la producción para abastecer el mercado interno pero también para poder exportar y obtener los dólares que hacen falta para lograr un crecimiento sostenible de nuestra economía; necesitamos atacar frontalmente el problema del narcotráfico y la inseguridad, que destruye el tejido social y vulnera a los sectores más desprotegidos; necesitamos seguir ampliando derechos, reduciendo las violencias y las brechas de género.

Todas y cada una de esas demandas ciudadanas forman y formaron parte de la agenda del Frente de Todos y ninguna excluye a la otra. En algunos casos logramos avanzar, en otros pudimos contener la situación a pesar de la pandemia y de la crisis que nos dejó el gobierno anterior. Más de 24 millones de personas tienen sus dos dosis contra el COVID-19 ya aplicadas, y recientemente comenzamos a vacunar a los menores de 18 años, pese a los falsos pronósticos de los agoreros de siempre. Apuntalamos como nunca el sistema de salud público que había sido degradado y desfinanciado. Asistimos a más de 9 millones de personas con el IFE y sostuvimos la producción de más de 400 mil empresas con los programas ATP y Repro II, pagando desde el Estado una parte del salario de unos 3 millones de trabajadores y trabajadoras. Abrimos líneas de crédito a tasa 0% para casi 250 mil monotributistas y autónomos. Nunca dejamos de garantizar el acceso a la alimentación y a la salud del amplio sector de nuestra sociedad que se encuentra desempleado. Lanzamos el Programa Te Sumo para que jóvenes de 18 a 24 años puedan acceder al empleo y desarrollamos el plan Argentina Programa para que todos y todas puedan formarse gratuitamente en programación. Todas y cada una de estas políticas está atravesada por una perspectiva de género que no podemos y no vamos a abandonar, porque sabemos que el aporte de los feminismos es un componente ineludible de la solución a los problemas que tiene la Argentina.

Nada de todo lo hecho podría haberse logrado sin la unidad del Frente de Todos. Nada de todo lo que falta vamos a poder lograrlo si nos dividimos. Ser leales al pueblo, como fue el pueblo leal a Perón aquel 17 de octubre, es defender esta unidad que tanto costó y que representa la única barrera posible para evitar el regreso del neoliberalismo a nuestro país. Por eso hay que cuidarla y ampliarla, escuchando todas las voces y dialogando con todos los sectores sociales, económicos y políticos. Ponerla en riesgo, ya sea por error o por un interés sectorial, no es un problema entre dirigentes, es un problema de cara al pueblo, a ese pueblo al que todavía le debemos más de lo que pudimos darle.

*Subsecretaria de Asuntos Parlamentarios de Jefatura de Gabinete de Ministros.