La vacunación de chicos de 3 a 11 años, sin enfermedades previas, avanza a todo ritmo en la provincia de Buenos Aires y recién arranca en CABA, al punto que este sábado recién se dieron los primeros turnos. El argumento de las autoridades porteñas es que, antes de vacunar a los chicos, priorizan terminar con adolescentes y los mayores con segundas dosis. En territorio bonaerense se avanza en simultáneo con todas las franjas, teniendo en cuenta que el ministro Nicolás Kreplak y el gobierno de La Plata consideran que la prioridad es aplicar la primera dosis a toda la gente posible -mayores y menores- porque es una protección inicial decisiva: la segunda dosis complementa, pero la primera ya protege en porcentajes altísimos, de manera que es una prevención decisiva ante cualquier tercera hora. No faltan los que opinan que la asombrosa lentitud de CABA para vacunar chicos tiene que ver con una decisión política de diferenciarse del gobierno nacional.

Las diferencias de Caba 

El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta recién anunció esta semana la no-obligatoriedad del barbijo al aire libre y la apertura de turnos para chicos de 3 a 11 años sin enfermedades previas. En ambas cosas marcaron enormes diferencias con el gobierno nacional y el bonaerense. Y 

Eso se ve claro en las cifras que publicó este sábado el senador correntino Martín Barrionuevo, un referente en materia de estadísticas en esta pandemia. CABA es casi el distrito que menos vacunó a chicos, 3,7 por ciento, sólo por encima de Mendoza, otro distrito gobernado por Juntos por el Cambio que vacunó menos de uno por ciento y por Entre Ríos que está en el tres por ciento.

La Provincia de Buenos Aires, que tiene nada menos que 2.600.000 chicos, ya vacunó más de 400.000 -el 16,9 por ciento- y envió turnos para vacunar a 600.000 este fin de semana y en los primeros días de la semana que empieza el lunes. Hay distritos como La Pampa que ya le dieron la dosis inicial al 45 por ciento de los chicos.

Los argumentos porteños

En la semana que pasó, dio toda la sensación que Rodríguez Larreta y su ministro Fernán Quirós se vieron obligados a abrir la inscripción de niños por la presión de los padres: muchos ya protestaban en las redes sociales. "¿Por qué no vacunan a los chicos?", bramaban en las distintas plataformas. 

Desde ya que no se puede argumentar en este caso que no están las vacunas, porque el país dispone de millones de dosis de Sinopharm. Tampoco hay demasiado para objetarle a la vacuna china, ya aprobada por la Organización Mundial de la Salud, y que utiliza la vieja tecnología del virus inactivado.

CABA podría sostener que hay países que no vacunan a chicos -Estados Unidos recién está a punto de empezar- pero la totalidad de las provincias estuvieron de acuerdo en avanzar con la franja de 3 a 11 años, en base a la aprobación de la ANMAT.

El argumento oficial, el que está en la respuesta de los funcionarios, es que “primero hay que terminar de aplicarle la segunda dosis a las demás franjas: los mayores y los adolescentes. Después están los niños con enfermedades previas y recién después los niños sanos”.

Como explicación, parece débil: si hubiera voluntad política, con el poderío económico y de infraestructura que hoy tiene CABA, resulta más que factible poner en marcha todas esas vacunaciones al mismo tiempo.

Las dificultades para avanzar

Es cierto que hay alguna resistencia a inscribir a los chicos. Por un lado, porque todos saben que los niños no transitan mal el Covid, es decir que son raros los casos que terminan en terapias intensivas o muertes. Sin embargo, la vacunación tiene como motivo -según los especialistas- el hecho de que los chicos contagian, incluso más que los grandes. De manera que está el peligro de que contagien a padres y abuelos. También conspiran contra las inscripciones los datos de baja notable de contagios y fallecimientos, junto con la reducción de las restricciones. O sea, no se percibe un peligro inminente como hace unos meses.

A esto se agregó cierta campaña de la oposición y las vacilaciones -muchos opinan que con notoria intencionalidad política- de la Sociedad Argentina de Pediatría que, antes de respaldar la vacunación de los niños, publicó un comunicado que instaló incertidumbre, cuando podía haber hecho la consulta antes de difundir sus dudas. 

Más allá de las idas y vueltas, en provincia de Buenos Aires, del estimado de 2.600.000 chicos se inscribieron más de un millón. Y la lógica es que con el correr de los días, los padres de los no vacunados vean que los vacunados no tienen problemas y se vayan animando. Sucedió también con los adolescentes.

En el distrito porteño, por ahora se inscribieron 85.000 chicos, una cifra que parece muy escasa. Las autoridades de la Ciudad dicen que no es mal comienzo. Uno de los problemas es que no está claro cuántos niños de 3 a 11 años hay en el distrito porteño. Como se sabe, el último censo que se hizo fue el de 2010 y ni siquiera se pudo completar por el fallecimiento aquel día del expresidente Néstor Kirchner. De manera que sólo hay estimaciones. Existen cálculos que indican que los chicos de 3 a 11 años son 360.000 en CABA y otros dicen que son 250.000, porque el índice de natalidad porteño es bajísimo. En cualquier caso, hay todavía un largo trecho por recorrer para inmunizar a los niños. 

El uso político

Tomando en cuenta todos los datos, surge con claridad la sospecha de que CABA toma decisiones epidemiológicas con criterios políticos. Cuando hubo que plantear restricciones, Juntos por el Cambio estuvo en contra. También se opuso a la vacunación e inició demandas por envenenamiento. Ahora que se levantan restricciones -barbijo no-obligatorio-, también mostró diferencias, aún cuando la Ciudad de Buenos Aires tuvo numerosos días con cero fallecidos. Y todo hace pensar que lo mismo está ocurriendo con la vacunación de chicos. Parece poco explicable el porcentaje tan bajo, la lentitud y la inexistencia de publicidades alentando a los padres a inscribir a sus hijos e hijas. 

En el ranking que publica diariamente el New York Times, la Argentina ya figura por encima de Estados Unidos e incluso de Alemania en porcentaje de la población vacunada, porque el diario norteamericano ahora toma como porcentaje principal la vacunación aunque sea con una dosis. Pero incluso tomando el esquema completo, el país está por encima, en vacunación, del gigante norteamericano. Si se considera que el desembarco de la variante Delta presupone un aumento de los contagios -en esto coinciden Kreplak y Quirós- la clave está en cerrarle los caminos al virus. Y en esa instancia, que los niños contagien menos, parece fundamental.