El Gobierno planea que la producción local de gas crezca sostenidamente hasta 2030, en línea con la expectativa de explotación de los recursos no convencionales en Vaca Muerta y de expansión de la infraestructura asociada a la producción gasífera. La proyección acentúa el carácter de "combustible de paso" que el país le asigna al gas natural en el marco de la transición energética. Sin embargo, a nivel global el rol de este hidrocarburo está cada vez más en debate en función del abanico de medidas que se requiere llevar adelante para, al menos, suavizar la crisis climática. Al mismo tiempo, actualmente Europa y Asia enfrentan una crisis energética que revalorizó la seguridad de suministro. Este es uno de los temas de discusión en la cumbre de cambio climático (COP26) que arrancó este domingo en Glasgow, Escocia.

Apuesta

La Secretaría de Energía difundió el viernes pasado su informe "Lineamientos para un plan de Transición Energética al 2030". Calcula que la producción local de gas va a crecer desde los 124 MMm3/d en 2020 a 176 MMm3/d en 2030 a partir del aporte de los no convencionales (42 por ciento punta a punta). 

La demanda final de gas natural (exluyendo usinas) para el período 2022-2030 tendría un incremento de al menos 35 por ciento punta a punta. Así, pasaría de los actuales 76,8 MMm3/d promedio del 2019 a 103 MMm3/d en 2030. Incluso plantea un escenario en donde el consumo local de gas llega a los 113 MMm3/d en 2030 (48 por ciento más que en la actualidad) por el incremento en el sector de transporte, que pasaría de 6,7 MMm3/d en 2019 a 21 MMm3/d en 2030 a partir de una fuerte política de estímulo al GNC. También advierte que si se toman medidas de eficiencia del consumo, los valores podrían reducirse a 93 MMm3/d y 104 MMm3/d.

En cambio, el gas perdería peso en la generación eléctrica. La generación térmica (en base a gas fundamentalmente) pasaría del 61 por ciento actual al 40 o 31 por ciento en 2030, lo cual depende si la energía renovable sube a un 20 o 30 por ciento. 

Con todo, las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) del sector energético estarían en 2030 apenas por encima de 2016 en el mejor de los casos (193,7 MtCO2 equivalentes) y 4,2 por ciento arriba en el peor (201,4 MtCO2e). El sector energético representa el 53,1 por ciento de las emisiones totales. Si mantuviera esa proporción para 2030, según las estimación de Energía no se cumplirían los compromisos internancionales asumidos en materia climática.

¿Qué se dice?

Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), la trayectoria de largo alcance en el gas es descendente, aunque con un alto grado de incertidumbre sobre el tipo y el grado de esa caída. En un extenso panorama energético de cara a la COP26, la entidad define tres escenarios. En todos los casos, el uso del gas a nivel global crece hasta 2025. En la versión que va más a contramano de los compromisos climáticos, la demanda global de gas en 2030 es 15 por ciento superior a 2020. En cambio, según la opción más cercana a la descarbonización, en 2030 se consumiría bastante menos gas que en 2020.

En los tres casos, el incremento de la demanda de gas proviene de los países en desarrollo, particularmente de China, que necesita salir de su matriz energética basada en el carbón, el combustible más contaminante. En cambio, Europa, Estados Unidos y Japón tendrían su pico de consumo a lo sumo para 2025.

El mayor impulso al gas natural provendría del consumo de parte de las industrias como fuente de calor, mientras que para la generación de electricidad sería más fácilmente reemplazable por renovables.

Activos varados

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un informe sobre la situación del gas en América latina en donde advierte que entre el 40 y el 50 por ciento de las reservas de gas natural de la región, excluyendo del cálculo a Venezuela, "quedarán sin ser quemadas a raíz de la caída de la demanda".

"Años atrás, el gas natural era visto como un puente hacia la estrategia de cero emisiones, ya que emite menos dióxido de carbono que el carbón. Pero estudios más recientes demostraron que la expansión de la oferta de gas natural puede demorar la descarbonización a raíz de las fugas de gas metano --mucho más contaminante incluso que el CO2--, que tienden a estar subestimadas", indica el documento.

Bajo una trayectoria que apunta a que la temperatura quede por debajo de los dos grados de incremento en relación a la etapa preindustrial, el BID calcula que la demanda de gas en la región caería entre 32 y 45 por ciento en 2035 respecto a los valores actuales. En ese escenario, la demanda de gas quedaría concentrada en el sector industrial y en el transporte, en lugar de la generación eléctrica. La proyección del BID es opuesta al cálculo del gobierno argentino para el caso nacional.

Seguridad

En la previa de la cumbre climática, la IEA dio a conocer su último informe del gas en donde advierte que el record de los precios en el Hemisferio Norte "ilustra el rol crítico que juega la flexibilildad del gas natural licuado, junto a los gasoductos y la capacidad de almacenamiento, para asegurar la seguridad y continuidad de la oferta".

El encarecimiento del gas y la incapacidad de reemplazo por fuentes renovables en la magnitud necesaria empujó los precios de la energía e incluso estimula el uso del carbón y el petróleo, más baratos pero mucho más contaminantes. "Un invierno frío y un verano seco ponen inmensa presión sobre la oferta de gas. El vínculo entre la seguridad del suministro eléctrico y el gas natural parecen más fuertes que nunca", agrega el documento.