Las derivaciones de la crisis global de covid-19 en materia socioeconómica siguen impactando. La Organización Internacional del Trabajo informó que, cuando termine este año, habrá 125 millones de puestos de trabajo menos que en el mundo prepandemia. Es uno de los peores registros histórico. 

Con la crisis financiera global de 2008, las Naciones Unidas habían informado que se había llegado al pico histórico de la desocupación internacional: 211 millones de desocupados. La recuperación posterior de la economía logró paliar algo el flagelo de la desocupación. Se consiguió con la masiva emisión de dólares de Estados Unidos y la exitosa política de China contra la pobreza. También en el período 2005-2015 América Latina redujo la pobreza en más de 70 millones de personas y  generó trabajo. Pero en los últimos años la reaparición de recetas neoliberales, de endeudamiento y de un dominio tóxico del capital financiero sobre la estructura productiva volvió a impactar en los niveles de trabajo, lo que la pandemia agravó.

Las cifras que informó la OIT para 2021, comparadas con el último cuatrimestre del 2019, exponen ese salto y de algo más de 4 por ciento de horas trabajadas perdidas, un pronóstico mayor al que se esperaba en junio, que era de 3,5 por ciento. Eso hubiera significado una pérdida menor, de sólo 100 millones de puestos. Por eso, una solución que hace décadas buscan los sindicatos es reducir la carga horaria, aprovechando la tecnología actual que resulta en la misma o más productividad por hora/laboral en menos tiempo trabajado, obviamente sin reducir salario. Algo que niegan las patronales.

Al informar de esta pérdida de 125 millones de empleos a nivel global como consecuencia de la pandemia de coronavirus, la OIT destacó el rol de la vacunación para contener el golpe en el mercado laboral. Lo dijo así: “Por cada 14 personas vacunadas con la pauta completa en el segundo trimestre de 2021, se añadió un puesto de trabajo equivalente a tiempo completo al mercado laboral mundial”. 

Sin vacunas, plantea la organización con sede en Ginebra, “la pérdida de horas de trabajo a nivel global se habría situado en 6 por ciento en el segundo trimestre de 2021, y no en el 4,8 por ciento realmente registrado". Ahí está la importancia de la vacunación, no solo para lo más esencial, que es lo sanitario y la vida en sí misma, sino también por razones de economía y empleo.

Perspectivas

A escala global y en una frase síntesis del informe, la OIT indicó que “la recuperación del mercado de trabajo tras los efectos adversos de la pandemia se ha estancado en 2021, y está muy por debajo del último trimestre de 2019”. Y se ha ido agravando a lo largo del año: en el primer trimestre del año “el déficit de horas trabajadas a nivel mundial respecto del nivel prepandemia fue de -4,5 por ciento, o sea 131 millones de empleos a tiempo completo, de -4,8 por ciento en el segundo trimestre, y de 4,7 por ciento en el tercero”. Esto no augura mejores perspectivas para 2022, salvo que se consolide una fuerte recuperación productiva mundial, lo cual tampoco se puede descartar.

¿Qué pasó en América Latina? La OIT subraya que los datos “invisibilizan amplias diferencias entre países puesto que, entre julio y septiembre, el descenso de horas trabajadas en los países de ingreso alto fue de 3,6 por ciento respecto del cuarto trimestre de 2019, mientras que la diferencia en los países de ingreso bajo se situó en 5,7 por ciento y en los de ingreso mediano-bajo, en 7,3 por ciento”.

En forma específica señala que “Europa y Asia Central experimentaron la menor pérdida de horas de trabajo en comparación con los niveles anteriores a la pandemia, con 2,5 por ciento, seguidos de Asia y el Pacífico, con 4,6 por ciento, y Africa, América y los países árabes registraron descensos de 5,6, 5,4 y 6,5 por ciento, respectivamente, debido a un visible contraste en el despliegue de las vacunas y los paquetes de medidas de estímulo fiscal".

Esto último merece otro comentario lateral. Europa y Asia aparecen ahí con mejor (o menos malo) panorama laboral, y es donde, en las elecciones de este último año y medio, no hubo una línea clara de preferencias, se alternaron victoria oficialismos y oposiciones. El electorado no castigó mayormente a los gobiernos por razones económicas ni por el manejo de la covid. 

En cambio, en las Américas, que aparece entre las áreas de mayor impacto de la pandemia en el nivel de empleo, los oficialismos (de izquierda, de centro o de derecha) perdieron, con una sola y aislada excepción en Jamaica. Fueron derrotados desde el presidente DonaldTrump en Estados Unidos hasta el oficialismo argentino en las PASO y el chileno en las constituyentes. Es decir, y sin desconocer otras razones y particularidades de cada país: los electores de las Américas, más afectados que los de Europa y Asia por las consecuencias socioeconómicas de la pandemia, en particular por la pérdida de trabajo y de calidad de vida, buscaron alternativas de cambio sin preguntarse mucho más.