Desde Corrientes

“La familia de Lautaro siempre estuvo con nosotros hace siete años, cuando pedíamos justicia porque habían matado a mi hermano, no la conseguimos y ahora ha pasado lo mismo y tenemos que volver a salir por ellos, es un dolor interminable”. Davina Barrientos vive muy cerca de los Rosé, y esta semana revivió el dolor de la misma tragedia que padecieron en 2014, cuando el joven de 19 años fue perseguido por la policía, estuvo diez días desaparecido y su cuerpo sin vida apareció en el mismo lugar que el de Lautaro Rosé. Cual vidas paralelas, iban al mismo colegio y soñaban con jugar al fútbol.

El balcón de la casa de Davina, su marido y su hija, en el barrio San Martín, no alcanza a darles alivio al intenso calor aunque tenga plantas. Por eso están a punto de salir hacia la Costanera, que seguro hay algún evento de chamamé debajo del puente Belgrano. “Mariano era un chico muy feliz, sonreía todo el tiempo, saludaba a todo el barrio. Jugaba al fútbol con los chicos del barrio, iba a la escuela 402, ahora Iberá, era muy sociable, excelente hermano, hijo y tío, nunca nos faltó el respeto. Nunca había tenido problemas con la policía, no tenía antecedentes ni participó jamás en un disturbio. Su sueño era jugar al fútbol, hacía pruebas pero no se le daba la oportunidad. Tenía su novia, pero era medio picaflor”, dice Davina --29 años, peluquera-- mientras arma el equipo de mate antes de la salida de cada sábado luego del trabajo.

El 4 de febrero de 2014 Eva Graciela Benítez se levantó cerca de las 11. Si su hijo Mariano se iba a alguna parte a dormir siempre avisaba, pero esa mañana no estaba. Lo empezó a buscar, pregunta a sus amigos cercanos, uno le dijo que había ido a la Costanera con un conocido. Ese chico le dijo que la policía los había corrido, en la parte de la arena donde están los boliches, cerca del “predio privado” donde apareció Lautaro. Ahí lo vio por última vez. “Mamá fue a la comisaría 2da pero se le rieron en la cara, le dijeron ‘su hijo debe estar con la novia’. No le quisieron tomar la denuncia, mis tres hermanos más grandes fueron a buscarlo, todo por la playa, entraron al predio privado al lado del club Boca Unidos, y ahí lo encontraron boca abajo de rodillas, la mitad de su cuerpo salía del agua. Lo sacaron y ahí recién vino la policía y mi papá. Tenía golpes en la cara, una cortadura en su labio y un orificio en la nuca. Mi hermano lo puso en sus piernas y seguía despidiendo sangre. En shock quedó, se sacó toda la ropa ensangrentada cuando llegó a casa. El procedimiento estuvo mal desde el comienzo. Después a las dos o tres semanas recién hicieron el peritaje del lugar. Ahí lamentablemente debieron intervenir de inmediato, no se pudo preservar la escena. No cuidaron para nada los mismos policías accionaron muy mal”. De hecho, la denuncia fue tomada luego del hallazgo del cuerpo.

Davina recuerda que el único testigo fue amenazado, y por eso cambió sus dichos cuando declaró en la fiscalía. “Lo estaban amenazando por eso no podía declarar, le dijeron que le iba a pasar lo mismo que a Mariano. Otro chico que estaba pescando en la zona vio todo pero también lo amenazaron. Nosotros hicimos marchas y peleamos hasta donde pudimos, pero es una provincia donde no se puede luchar contra tanto poder”. En ese momento, Davina se quiebra en llanto. “Cuando nos quitaron a él nos quedamos sin fuerzas, no pudimos seguir a pesar de todos los apoyos de la gente, juntamos miles de firmas, y teníamos pruebas de lo sucedido. Es lo mismo que están queriendo hacer con Lautaro, que lo están queriendo tapar. El caso es similar, nos pegó un montón. Lautaro tiene un testigo clave que no tiene miedo, los nuestros se tuvieron que esconder, por amenazas, nosotros también fuimos amenazados, hubo gente insultándonos. La primera autopsia estuvo mal hecha, la jueza pidió una re autopsia pero mis padres no tenían más fuerzas para sacarlo del cementerio. Dijimos que ya sufrió demasiado. Pasaron siete años y pasa lo mismo, ahora sí queremos ayudar a su familia, vamos a estar en la marcha del martes”.

La causa de Mariano Barrientos quedó calificada como muerte dudosa. Los policías nunca fueron identificados. Al igual que Lautaro, la causa fue asfixia por sumersión, y la jueza que intervino es la misma, Josefina González Cabañas.

Territorio en disputa

“No podrían hacer todo esto si no hubiera en este momento una bajante tan pronunciada del Paraná”, dice Hilda Presman, histórica defensora de los derechos humanos en la provincia, y muestra un relleno con escombros y piedras, pero es la parte de inundación natural del río. Allí fueron encontrados Lautaro y Mariano, y aún pueden verse los rastros del acampe de los Rosé en la orilla. A partir de la construcción de la Costanera nueva o Sur los boliches “cruzaron” la avenida y bajaron a la playa, en una privatización de hecho de la arena pública. He ahí el contexto del conflicto. “La Costanera es parte de su identidad, quitarles a los pibes el río es mutilarlos”, afirma Presman. No se sabe bien qué están construyendo en ese sector “ganado” al agua, dicen que sería shopping de un empresario dueño de los casinos de Corrientes. Cinco cuadras hay, por la avenida Jorge Romero, entre la costa y el barrio Gálvez donde viven los Rosé y los Barrientos, y donde sus vecinos cuentan que muchas veces son desalojados al atardecer, mientras ingresan personas de otro segmento social. “Así los obligan a consumir algo en los boliches para poder quedarse en la playa”, resume Presman, que recuerda su juventud con esa costanera pública, sucesivos desalojos de viviendas para hacer plazas que nunca llegaron y donde ahora se elevan altísimas torres.

La policía de Corrientes tiene una larga tradición de violencia represiva, tenemos seis o siete muertes por año, desde los años ‘90 hasta hoy, son casi 200 casos y el mayor número se da en cárceles y comisarías, por golpizas, suicidios entre comillas, y la segunda causa es el gatillo fácil en el marco de detenciones y razzias enmarcadas en las contravenciones”, explica la militante de la Red de Derechos Humanos de Corrientes. “Hubo casos emblemáticos de la Brigada de Investigaciones, que tenía personal de civil e incluso hacía inteligencia, como los de Solís, Britez y Veloso, Aguirre que tuvieron denuncias internacionales; y en 1999 por los reclamos populares se produjo la represión de Gendarmería en el puente, fue desaparecido y muerto Gustavo Gómez, y empiezan las primeras marchas numerosas”, cuenta. Presman enumera nombres de más víctimas y asegura que estas prácticas represivas apuntan al “control social y el disciplinamiento”.

Familiares de Mariano y de Lautaro con los carteles de las marchas en reclamo de justicia.

El caso de Lautaro a ella le hace acordar al de Monchito Arce, un dirigente vecinal que tenía un comedor comunitario, a quien las patrullas policiales persiguieron el 25 de diciembre de 2004 y lo mataron a patadas. Los vecinos caminaron a pie con el cajón hasta la comisaría 11. Luego vinieron Maxi Lugo en Goya, Raúl Cardozo en San Lorenzo, Ezequiel Riquelme; Alexis Benitez, Pacho Fernández y Nino Largueri, en Monte Caseros. “El caso más actual es el de Martín Gómez, fusilado por el GRIM. La policía de Corrientes tiene un comportamiento mafioso de amenaza a la sociedad y se vienen organizando corporativamente supuestamente por reclamos salariales, nos copia la forma de reclamar y en mayo de 2008 cortaron puente Belgrano por una semana, y lo mismo hicieron cuando fueron presos por abuso sexual de un chico en la comisaría 4ta”, apunta Presman. La mayoría de los casos están impunes.

Ciudadanos y ciudadanas de Corrientes integran la lista de personas desaparecidas y abandonadas por fuerzas policiales en gobiernos constitucionales, tal es el caso de Nicasio Silva, e Inés Canteros en 1998; Gustavo Javier Gómez en 1999; Juan Carlos “Chicharra” Sánchez en 2000; Silvana Rivero en 2001; Enrique Cabral en 2002; Zunilda Giglio en 2003; Sandra Curimá en 2005; Mariano Barrientos en 2014; Ezequiel Quintana en 2018 y Lautaro Alexander Rosé en 2021, según consigna la Correpi en Desaparecer en democracia, cuatro décadas de desapariciones forzadas en Argentina, Marea, 2021. 

Siesta correntina interrumpida

Mientras algunas familias transitan duelos recientes, y otras reviven heridas que no cerraron, un sector agita en las redes sociales el apoyo a los policías imputados y organiza una manifestación para el lunes frente al Ministerio de Justicia. “Trabajador policial, no están solos, hoy son vos mañana algún familiar (sic)”, dicen en la convocatoria. Periodistas locales advirtieron que “efectivos policiales agrupados en distintas dependencias y unidades especiales de la Policía de Corrientes, comisarías y Unidades Regionales se manifestarán en apoyo ‘incondicional’ con los acusados en la causa que se investiga la muerte de Lautaro Rosé. Comando de Patrulla; G.I.R., G.R.I.M. (2, 3, 4 y 5), Infantería. Metropolitana, el 911, así como personal Penitenciario de las unidades carcelarias hicieron pública su postura en claro respaldo hacia los, por ahora, 3 imputados por el delito de abandono de persona seguido de muerte. Esta iniciativa generó reacciones diversas en la cúpula, aunque no hubo una postura oficial al respecto. Mientras tanto, desde la Justicia adelantaron que podría haber muchas más imputaciones, entendiendo que hubo una cadena de responsabilidades y de Protocolos, que no se siguieron adecuadamente”.