Hubo un tiempo en que la cartografía de la República Argentina mostraba la división política tal cual la conocemos pero con un agregado: la Gobernación de Los Andes.

En mapas de la década de 1940, aún la Argentina contaba con 13 provincias consolidadas y luego una serie de Gobernaciones que, con el correr de los años, tomarían también rango provincial.

En aquel proceso de transformación solo quedó una en el camino, que de tan inhóspita e inabarcable, se desmembró y repartió su territorio entre diferentes provincias del norte argentino.

Un sueño del 1900

Una vez finalizada la Guerra del Pacífico, con su posterior reparto territorial entre Bolivia, Argentina y Chile, la Argentina anexó el sector Este de la Puna de Atacama, el cual se organizó en el año 1900 bajo la denominación de “Territorio Nacional de Los Andes”.

Dicho territorio, también llamado Gobernación, abarcaba una superficie estimada en 64.900 km2 y resultaba una extensión casi desconocida para el naciente Estado argentino, ya que apenas había sido visitada por un puñado de expedicionarios y naturalistas.

Alejandro Benedetti es doctor y profesor en geografía, investigador del CONICET y especialista en temas de frontera. Su interés inicial al doctorarse centraba el eje de estudio en la comparación de diferentes ramales ferroviarios del norte argentino y sus conexiones entre países limítrofes.

En el devenir de estas investigaciones se fue topando con la escasa bibliografía existente en la historiografía argentina sobre el Territorio de Los Andes: “En general se conoce mucho más sobre la conquista del Chaco o sobre la Patagonia y la formación de esos territorios nacionales. En cambio del territorio de Los Andes prácticamente no se sabía demasiado. Esto tiene que ver con que el gran núcleo de la economía argentina estaba en la región pampeana y era lo que interesaba. Así fue que una de las cosas que me propuse ver es como se incorporó, en términos materiales, productivos y culturales, dentro de la Argentina ese espacio geográfico”.

Juan Barbosa es un reconocido docente de historia salteño. En su amplia trayectoria también se acerco al estudio del Territorio de Los Andes. “Lo que tenemos como Argentina durante todo el siglo XIX es un territorio en construcción. En ese devenir, tuvimos la Provincia de Los Andes, que en realidad era en ese momento un territorio nacional, una gobernación. Tenía otro rango de representación que las 13 provincias que se reunieron en el congreso en la ciudad de Santa Fe para constituir la República Argentina en 1853. Aquel territorio, resultaba algo inhóspito e ingobernable”.

Benedetti comenta algunas impresiones al estudiar aquella primera época de la Gobernación. “Revisé una amplísima variedad de textos descriptivos de la época sobre la Argentina y en particular sobre aquel territorio. Lo que allí veía era que a la Puna se la presentaba como algo decepcionante. Más de uno se preguntaba ¿para qué queremos esto? ¿para qué lo incorporamos? En general los relatos eran pesimistas y sirvieron como contra-ejemplo de lo que era la Argentina deseable, que era la extensa pampa productiva. Ni siquiera se lo incorporó como rareza, algo que pasó con la quebrada de Humahuaca y algunos otros paisajes de montañas”.

Holmberg, Doering, Cerri, Ambrosetti, Boman, fueron algunos de los viajeros que tomaron notas descriptivas, desde diferentes ángulos, de aquella región a principios del siglo XX. “Los relatos hablaban de un paisaje lunar, la fascinación del desierto como algo extremo. A la gente que vivía ahí se la presentaba como indígenas desde de una mirada racista y atravesada por el darwinismo social de la época. Más de un viajero se preguntaba si esas tierras podían ser habitadas por el hombre blanco, y la respuesta era contundentemente no”.

Desarrollo de la Gobernación de Los Andes

Aquel territorio fundado hace 121 años comenzará a delinear su futuro. “Susques al norte, Pastos Grandes en el centro y Antofagasta de la Sierra al sur, fueron los tres departamentos que conformaban Los Andes. Su primer capital fue Novarra, un pequeño caserío, pero en 1902 cambia a San Antonio de Los Cobres que pasa a ser la capital del territorio”, comenta Juan Barbosa.

El geógrafo Alejandro Benedetti apunta: “Sobre todo fue un proyecto salteño, porque era como una extensión de grandes propiedades que tenían hacendados de la provincia. Además, era el camino hacia el puerto de Antofagasta. De hecho el Ferrocarril Huaytiquina (Salta-Antofagasta) se empieza a construir en aquellos años. O sea, había un gran interés de ciertos sectores de elite salteña en tener ese corredor como una forma de acceso al norte chileno que estaba demandando en ese momento alimentos, básicamente ganado”.

Imagen del Libro de antigüedades de la región andina de la República Argentina y del desierto de Atacama, de Eric Boman. 

“Interpreto que la incorporación de Los Andes era un proyecto salteño porque de hecho, después de los primeros gobernadores que son enviados desde Buenos Aires, fueron todos miembros de las familias patricias salteñas los que ocuparon ese cargo, que en general no iban a la capital de la gobernación, que era San Antonio de los Cobres, sino que se quedaban en Salta la mayor parte del tiempo”, agrega el geógrafo del CONICET.

La provincia que no fue

Fueron 43 los años que duró el sueño de la Gobernación de Los Andes y 22 los gobernadores que no pudieron torcer su destino.

“La gobernación se termina, yo entiendo, porque no hubo un desarrollo productivo autónomo, no hubo un crecimiento como pasó en la mayoría de las gobernaciones. Y por otro lado, desde el punto de vista geopolítico, no era una zona particularmente conflictiva ni litigiosa, a diferencia de lo que puede ser la zona de Santa Cruz o Tierra del Fuego con conflictos por el control del océano o la Cordillera. En esa zona el trazado de límites se resolvió relativamente rápido y no hubo mayor controversia”, relata Alejandro Benedetti y agrega: “Y otro factor es que en las cuatro décadas que existió no pasó de cinco mil habitantes. Una extensión de más de 64.000 kilómetros cuadrados, más grande que la provincia de Tucumán y con tan poca población... era una zona muy despoblada”.

En este sentido, Barbosa apunta: “Entiendo que la gobernación, entre otras cosas, no prosperó porque el modelo de país estaba pensado como agro-exportador. No era un país, en ese momento, interesado en el desarrollo de la minería”.

Benedetti profundiza en las causas del ocaso. “En general eran dos cosas las que despertaban cierta expectativa de la región. La primera tenía que ver con la chinchilla, la cría para la utilización de la piel del animal. Pero lo que termina ocurriendo es que se la llevan a Estados Unidos y ese comercio prospera allá y en otros países, pero no en la región. Y el otro elemento que despertaba interés era el borax, los boratos. Estos fueron acaparados, en buena parte de las reservas, por una gran corporación transnacional de capitales británicos y holandeses. Ellos monopolizaron el comercio de ese producto y lo que generaron fue frenar el desarrollo minero de la región en un país donde la actividad minera siempre fue marginada. En la Argentina nunca hubo un fomento a la actividad minera, y si lo hubo, solamente fue como actividad extractiva, nunca un desarrollo industrial vinculado a la minería como ahora pareciera que se quiere impulsar con el litio”.

El territorio del litio

No son pocos los que se agarran la cabeza ante el sueño financiero que produjo el litio. Pero ¿que habría sucedido si aquella Gobernación se hubiera convertido en provincia hasta el día de hoy?

Lo cierto es que aquel olvidado territorio se reparte entre las tres provincias que hoy conforman la Mesa Nacional del Litio, un organismo fundado en abril de 2021 en conjunto con el gobierno nacional con el fin de “impulsar el desarrollo del sector clave para el NOA”, según dicen sus propios estatutos.

Algo que resulta llamativo al superponer mapas de las regiones en explotación, o a explotar, del litio y lo que fue la Gobernación de Los Andes, es que puede divisar fácilmente el mismo contorno. El territorio de Los Andes es hoy el territorio del litio en la Argentina.

En este sentido el profesor Barbosa, autor de libros como “Territorios del capitalismo global”, comenta: “Hace poco los gobernadores pudieron firmar un acuerdo para explotar, más que explotar, cobrar impuestos conjuntamente, sobre el litio. Yo a mis alumnos siempre los aliento a que investiguen el tema porque entiendo que esta es una discusión que ellos van a tener que dar cuando sean adultos, que no es en mucho tiempo. Mi familia es catamarqueña y recuerdo andar por Andalgalá y era un paraíso. Hoy Andalgalá está seco, su población multiplicó por diez los casos de cáncer… y eso que Andalgalá no es estrictamente zona minera, pero los ríos bajan contaminados de la Cordillera”.

Barbosa recuerda que “Había una idea de refundar esa provincia de Los Andes con una mirada estrictamente minera y extraccionista. Hace un tiempo un diputado fomentaba la creación de la Provincia de Los Andes... lo que escondía ese proyecto eran las regalías que daría, pero también el sueño de crear una provincia nueva sin legislación minera, empezar de cero”.

En esta línea Benedetti comenta: “No veo que haya una identidad clara, algún folclore que mantuviera cierta tradición o una institución que piense en reconstruirla, no veo una idea de unidad pensándolo de abajo hacia arriba. Ahora, pensándolo como proyecto de arriba hacia abajo, si bien no creo que alguna de las provincias quieran ceder esas tierras, es cierto que no solo se volvieron provechosas desde el punto de vista de la minería, sino también de la producción de energía”.

La historia del territorio de Los Andes es una página poco relatada del país. Una zona inhóspita y desolada que se abandonó casi por completo durante décadas.

Sin embargo, hoy este mapa reaparece ante el veloz avance del extractivismo a gran escala. Una problemática que involucra a una escasa población peleando por el cuidado de recursos vitales como el agua.

Pareciera ser que allí, en aquel territorio otrora olvidado y pensado como lo indeseable, se debate la nueva gran encrucijada por la vida, que al mismo tiempo es una disputa económica millonaria a nivel nacional e internacional.