El encuentro entre Micaela Vita, Nadia Larcher y Noelia Recalde, suena a mixtura amorosa, a explosión musical que invita. Triángula es una experiencia sensorial, política, admirable. El ensamble entre las tres cantantes y compositoras se presenta hoy a las 20 en Sala de las Artes (Suipacha y Güemes), junto a la banda que integran con Juan Saraco (guitarras), Lucas Bianco (bajos) y Jonatan Szer (batería y percusión).

“Creo que nos estábamos buscando para tener esta experiencia colectiva, liderada por tres mujeres, con nuestras canciones. Estamos proponiendo una experiencia desde nuestras poéticas. En el caso mío y de Mica, son muy recientes, pero en el caso de Noe hay muchísima trayectoria. Entre las tres tenemos un resguardo y abrazo compañero; pero no sólo estamos nosotras, sino que hay todo un contexto, una realidad cultural que nos pide esta presencia. Así que estamos muy felices e inspiradas por la obra, pero también por lo que sucede con las personas que se reúnen en torno a ella”, explica Nadia Larcher a Rosario/12.

-¿Cómo sucedió este encuentro?

-Nos estábamos buscando como lo hacen la cantidad de hermanas y hermanes que se están buscando en este momento, que se asocian en proyectos colectivos, comunitarios, donde se pone de manifiesto que la palabra de la femineidad, de las mujeres y de las disidencias, pase a otro lugar, que empiece a funcionar con otra valoraciones, desde otro lugar de trabajo y de hacer. Nosotras nos buscamos desde ahí, pensando en nuestras músicas, en lo que necesitaba cada una en los desafíos; aun sin saberlo a conciencia creo que estábamos buscando crecer, y sabíamos que la forma de hacerlo era en conjunto, en familia, y en resguardo de la otra. Por eso es tan potente lo que nos está pasando, porque es de a tres. La memoria de lo que se guarda es colectiva, y eso es precioso.

Triángula invita a habitar un mundo luminoso, plural, porque –como dice Larcher– “somos tres voces con tres historias diferentes, pero que a la vez congregan otras voces; por algo las canciones de apertura de nuestro concierto invocan esas voces, las de todos, todas y todes, porque necesitamos de esa fuerza para todo lo que queramos hacer y también cambiar de este mundo. Ha pasado algo mágico con Triángula, y creo que es esa hermandad. Cuando uno ve una familia unida, hermana, te inspira; hay algo de eso y estamos dispuestas a dar ese abrazo”.

El primer álbum del grupo, homónimo y grabado en diciembre de 2019, es también una apuesta visual, con un trabajo de diseño y puesta en escena que se integra en un todo indisociable. Conforme a las trayectorias de sus integrantes, Triángula es un paso distinto en cada una a la vez que convergente. Según la artista: “ha sido transformador para las tres, no se parece a nada de lo que veníamos haciendo, y no es por subestimar sino por todo lo que fuimos abriendo, por todo lo que la obra nos pidió abrir a nivel de experiencias. Me refiero a que Triángula se sostiene en una propuesta estética, performática, con visuales, hay mucho diseño de movimiento, de audio, de narrativa; y esto ha sido nuevo para las tres. Veníamos experimentando otro tipo de habitar en la música, tanto Mica con Duratierra, Noe con Valbè Trio –y ahora en un proyecto más solista, de compartir sus canciones–, y yo con Don Olimpio y otras formaciones. Veníamos viviendo la música en una dimensión y Triángula abrió la posibilidad de empezar a jugar con otras, eso nos puso frente al desafío de tener que aprender de qué se trataban esas dimensiones. Así que está siendo muy revelador, en muchos puntos. La música sigue siendo para mí el arte de lo intangible, pero cuando sobre eso se puede imaginar un mundo a nuestra imagen y semejanza, en el sentido de nuestros imaginarios, convive entonces todo lo que somos, los dibujitos que vimos, los juegos de nuestra infancia, las ganas de ser unas heroínas subidas a una nave espacial (risas). Todo lo que nosotras fuimos y lo que somos, jugando y con instrumentos de fantasía, todo eso está en Triangula y es hermoso, porque nos hemos permitido jugar y es a eso a lo que invitamos a las personas”.

Lucas Bianco (bajos), Jonatan Szer (batería y percusión) y Juan Saraco (guitarras).

-Para que ese juego sea posible, hay un cuidado muy delicado entre las distintas partes que integran el proyecto.

-Triángula creció a nivel de equipo de una manera preciosa. Nosotras y nosotros trabajamos en un primer momento en lo que fue la conformación de la obra en sí, en la construcción de los sentidos, de los símbolos, pero todo eso es sólo posible de materializar con un equipo gigante. Hay una primera etapa que es más nuclear, pero nada de ese núcleo puede manifestarse si no es gracias al vínculo y la conformación de un equipo que entienda el sentido y el código conceptual de la obra.

-En relación a la composición musical, a cómo enhebran sus voces, uno pensaría que surge y se sostiene desde la escucha.

-Es el mayor aprendizaje y desafío, reconocer el propio lugar en ese vínculo de a seis que estamos llevando adelante. Es el arte de escuchar, y esto es así en todos los aspectos de la vida, no sólo en la música. Es también lo que el feminismo y el transfeminismo están pidiendo y sobre lo que trabajan, la posibilidad de que escuchemos con mayor sensibilidad. En Triángula el arte de la escucha es fundamental, y ahí destaca el triángulo que es nuestro tridente masculino –Saraco, Bianco y Szer–, que se ha puesto al servicio de eso y ha sido fundamental para nosotras. Nuestra música necesitaba de esa entrega.