¿Qué recuerdos tenés del 10 de diciembre de 1983? ¿Qué expectativas tenías para el futuro de la Argentina en ese momento? Seguramente muchos de quienes estén leyendo esta nota participaron en la primavera democrática y, antes, en la reconquista de la democracia, con todo lo que eso implicó.

El 10 de diciembre de 1983, mi mamá estaba en Bariloche y llevaba 5 meses de embarazo. Nací en abril de 1984 y viví siempre en democracia. Hoy, en Argentina, hay casi 27 millones de personas, el 60 por ciento del total de la población, que, como yo, nunca experimentaron en carne propia lo que implica vivir en un país bajo mandato de una dictadura militar. Solo sabemos lo que es elegir libremente a quienes nos representan y, aunque hoy tengamos algunos problemas institucionales (y de otra índole), no hay cuestionamientos relevantes al deseo de vivir en democracia.

El 10 de diciembre de 2023 se cumplirán 40 años de democracia ininterrumpida por primera vez en la historia argentina. A pesar de la magnitud del logro que eso significa, este hito convive con una gran cantidad de asignaturas pendientes. Por ejemplo, en los últimos treinta años no se ha registrado una tasa de pobreza por debajo del 25 por ciento de la población. Y actualmente el PBI per cápita es igual al de 1986.

Estas deudas son mucho más visibles para el 60 por ciento del país que no tiene recuerdos de 1983. En Argentina, se concentran las peores condiciones socioeconómicas en las generaciones más jóvenes. La tasa de empleo para quienes tienen 37 años o menos es del 30 por ciento, frente al 56 por ciento de quienes nacieron antes de 1984. El nivel de desocupación de la generación nacida en democracia escala al doble respecto al experimentado por generaciones precedentes. Quienes nacieron después de diciembre de 1983 tienen un 70 por ciento más de probabilidades de encontrarse bajo la línea de pobreza que quienes nacieron antes de esa fecha.

Los 40 años de democracia ininterrumpida son la muestra concreta de que se puede resolver un problema que parecía irresoluble en el pasado. Y eso debe poder servir de inspiración en la búsqueda de una salida para muchas de las deudas que conviven con este logro. Con ese espíritu, lanzamos Democracia 40, una propuesta de diálogo participativo, multiactoral, federal e intergeneracional. El desafío es construir una democracia con desarrollo inclusivo de cara a los próximos cuarenta años, a través de acuerdos conjuntos que traccionen propuestas concretas que tiendan a la equidad y el crecimiento.

En este proceso, es central contemplar que en todos los sectores (la política, el empresariado, los sindicatos y los movimientos sociales, los medios de comunicación, la academia, y la sociedad en general, entre otros) se dará un recambio generacional. Eso hace que establecer este diálogo sea aún más vital, no solamente entre quienes hoy ocupan los puestos de liderazgo sino también haciendo partícipes a quienes ocuparán esos lugares en el futuro.

El aniversario de los 40 años de democracia abre una oportunidad histórica para poder saldar una de las principales deudas que convive con este gran logro: poder garantizar un futuro con crecimiento y equidad para nuestra posteridad.

* Directora Ejecutiva del Cippec.