Yamandú Orsi es un claro exponente del recambio generacional que exigen las bases del Frente Amplio en Uruguay. En su visita a Buenos Aires, el intendente del departamento de Canelones por segundo mandato consecutivo se reunió con el presidente Alberto Fernández ante la imperiosa necesidad de "tender puentes" entre países vecinos. Moderado y abierto al diálogo, no evita criticar con firmeza el rumbo económico elegido por el gobierno de Luis Lacalle Pou, quien frenó el gasto público en plena pandemia echando mano a "una ortodoxia liberal llamativa". 

En diálogo con PáginaI12, este exprofesor de historia en escuelas secundarias reconoce la falta de renovación en el Frente Amplio y esboza una autocrítica: "La gente te vota por lo que vas a hacer, no solamente por lo que hiciste". De todas formas, reconoce que su espacio sigue siendo "el más fuerte" del país. A los 57 años, casado y padre de dos hijos, Orsi se permite soñar con la presidencia tomando como enseñanza la derrota de 2019: "Capaz nos vienen bien estos sacudones para reinventarnos".

- ¿Qué lo trae de visita a la Argentina?

- Si tuviera que definir el motivo es hacer todos los esfuerzos para que la integración se instale como tema central. Encuentros en Uruguay con actores empresariales y políticos argentinos me permiten tener un vínculo y gestionar un encuentro con el presidente Alberto Fernández. Todos aquellos que tenemos algún grado de responsabilidad política debemos tratar de echar aceite a relaciones que muchas veces son más vinculadas a las afinidades ideológicas que a los intereses de las naciones. Todo puente que se pueda tender hacia los países vecinos es necesario.

- Más aún teniendo en cuenta el ruido que se generó a fines de marzo, cuando el presidente Lacalle Pou dijo que el Mercosur era un "lastre".

- En realidad yo comparto con el presidente uruguayo, a pesar de que somos de partidos distintos, que se necesitan grados de flexibilización y de cintura para poder avanzar como bloque. Por otro lado, a veces las palabras que utiliza no son las más felices. No soy comentarista de expresiones ajenas, pero hay gestualidades que a veces no colaboran. De todas formas, me alegró mucho ver cómo en poco tiempo se pudieron juntar el presidente argentino y el uruguayo. Debemos tener siempre la posibilidad de mirar por arriba del muro. Como dice (el exministro de Relaciones Exteriores) Enrique Iglesias, no estamos en una época de cambios, sino que estamos en un cambio de época.

- Es un poco lo que pasó en su país, donde después de 15 años de gobierno del Frente Amplio llegó a la presidencia Lacalle Pou. ¿Qué le faltó a su espacio para ganar esos comicios?

- Yo creo que no logramos enamorar. La gente te vota por lo que vas a hacer, no solamente por lo que hiciste. Por otro lado, no fuimos capaces de reaccionar a tiempo cuando estábamos equivocándonos. Faltó profundizar el vínculo con las fuerzas sociales, los sindicatos, el movimiento del feminismo que quizá no supimos interpretar bien. De todas formas, en Uruguay el partido más fuerte sigue siendo el Frente Amplio. Claro, hubo algo que rompió todos los esquemas y que fue disruptivo que es la pandemia. La realidad demostró que en el primer año Lacalle tuvo razón al plantear la "libertad responsable". El error en el gobierno vino en diciembre, cuando no pudieron concretar la llegada de vacunas llegando más tarde que el resto del continente. 

- Más allá de la gestión de la pandemia, ¿cómo evalúa al presidente?

- Yo no esperaba un presidente con el nivel de exposición y de actividad permanente como tiene Lacalle. Su gobierno se apoya básicamente en su figura, con lo bueno y lo no tan bueno que tiene eso. Mi principal discrepancia tiene que ver con el manejo de la economía. Cuando todo el mundo iba por el camino de lo contracíclico y la necesidad de invertir y poner dinero para enfrentar la pandemia, el gobierno uruguayo planteó recortes y frenar el gasto con una ortodoxia liberal llamativa. El recorte inicial del 15 por ciento del gasto más lo que se incluyó en la Ley de Urgente Consideración (LUC) van en el sentido que ellos explicitaron: hay que gastar menos. En época de crisis, no me parece lo más acertado.

- Se juntaron las firmas suficientes para acceder a un referéndum por la LUC. ¿Cómo harán para que la población entienda los riesgos que conlleva esa ley?

- El referendo de marzo es para derogar algunos artículos de una ley de 400 y pico de artículos que toca 16 asuntos distintos. No es fácil interpretar tantos artículos de una ley compleja. Hay cosas que de repente la gente ignora. Por ejemplo, ponete a analizar en la opinión pública temas como la regla fiscal. Hay cosas que son más fáciles como artículos que refieren a los alquileres. Yo creo que la nota característica de estos artículos es que favorecen al fuerte y perjudican al débil.

- El Frente Amplio percibe un riesgo de retroceder en materia de derechos humanos, sobre todo después de que el senador Guido Manini Ríos presentara un proyecto para excarcelar a detenidos mayores de 65 años.

- Aunque Manini Ríos lo planteó como un tema general, todos sabemos a quiénes está apuntando. Yo creo que sería buena una discusión más franca de estas cosas. ¿De qué estamos hablando? ¿Cuántos presos son? ¿Qué hicieron y qué edad tienen? Porque después tenés en la cárcel presos comunes que en la mayoría son jóvenes. Yo me preocuparía bastante más por la cantidad de botijas que están entrando y por algunas disposiciones de la propia LUC que complican a los perejiles que caen por primera vez y entran a la universidad del delito que son nuestras cárceles. También hubo toda una campaña contra la nueva agenda de derechos propuesta por el Frente Amplio. El otro día el propio Manini Ríos dijo que la agenda de género era una "perversión". A mí me preocupa mucho si el egoísmo prende, si la solidaridad está en retirada o no.

- Hace unos días el Frente Amplio fue a elecciones internas, en una fecha que coincidió con el primer aniversario de la muerte de Tabaré Vázquez. ¿Coincide en que su espacio necesita una renovación urgente?

- Creo que naturalmente se está dando. Los veteranos están en retirada. Son gente grande y nosotros como fuerza política no supimos dar espacio a otros referentes. Tuvimos 15 años de comodidad, los tres tipos que marcaban mejor en las encuestas eran los tres nuestros (Pepe Mujica, Tabaré Vázquez y Danilo Astori). En el último periodo de gobierno hubo mucha inversión en el interior del país, sin embargo los problemas no los resolvés solo con gestión. Faltó la política y faltó dar espacio a otros. Ahora, instalar un nombre nuevo no es sencillo. Así que capaz nos vienen bien estos sacudones para reinventarnos. En las últimas internas estuve apoyando al dirigente sindical Fernando Pereira, creo que va a ser el presidente del Frente Amplio y es lo que precisamos.

- Hablando de esta renovación y de cara a las presidenciales, usted suena como posible precandidato. ¿Lo seduce ese desafío? ¿Cómo se prepara?

- Con mucha expectativa. Me entusiasma, me alegra que alguien considere que yo pueda jugar en la cancha grande. Tengo que ser prudente y hacer las cosas muy bien en mi departamento. Yo vengo trabajando mucho con Pepe (Mujica), articulamos mucho, pero hay que ser prudente y esperar los tiempos. No rehuyo a asumir nuevas responsabilidades, y a los que estamos en política nos gustan los desafíos mayores. Veremos hasta dónde nos da.