¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que una galería de arte muestre todo lo que tiene? ¿Qué cosas se tienen que alinear para que los artistas consagrados de una galería se junten con los que recién empiezan? A veces, solo es cuestión de esperar y en el caso de la galería Ruth Benzacar tuvieron que pasar más de cincuenta años para que esto suceda.

Reunión, muestra curada por Lara Marmor, junta por primera vez en la historia de este espacio a todos los y las artistas que lo integran. Una multiplicidad de formatos, estilos y poéticas conviven bajo el mismo techo en una muestra exagerada que toma el espacio por completo: no hay un rincón de esta galería que no esté tomado por las obras de los 30 artistas que representa Ruth Benzacar. Se trata de una muestra gigante, de una galería tomada.

1. Tratar de encontrar el hilo de Ariadna en Reunión es más imposible que salir del laberinto sin ayuda. La heterogeneidad de los artistas que integran Ruth Benzacar genera que sea muy difícil encontrar un sentido único que relacione y organice todas las obras que integran esta muestra. Tratar de encontrar esa única lectura incluso puede ser contraproducente para Reunión: no se trata de justificar la elección de las piezas, sino simplemente hacer convivir a Roberto Aizenberg, Ernesto Ballesteros, Chiachio & Gianone, Flavia Da Rin, Marina De Caro, Luciana Lamothe, Tomás Maglione, Sofía Durrieu, Sebastián Gordín, Guillermo Iuso, Catalina León y varios artistas más en una misma sala.

Sin embargo, sí hay un paraguas que puede agrupar a todas estas personas: el arte contemporáneo. Reunión es sobre todo una muestra de arte contemporáneo. Y como dice César Aira, este tipo de arte es “una fuente incomparable e inagotable de fantaseos productivos”. La posibilidad que habilita el arte contemporáneo de que cualquier cosa sea una obra de arte es lo que genera que todas estas obras puedan convivir en un mismo lugar sin tener que buscar un sentido para esa convivencia.

Es por eso que Reunión tiene casi un sentido pedagógico e histórico. Por un lado, le muestra al espectador de qué se trata eso que se llama “arte contemporáneo”, pone sobre la mesa la multiplicidad de ideas, formatos y escalas que puede haber adentro de esta categoría (o género). La exhibición no se guarda nada y muestra todos los universos que existen en la trastienda de Ruth Benzacar. Si alguien tiene dudas sobre qué es el arte contemporáneo la respuesta está en esta reunión.

Por otro lado, el sentido histórico aparece porque esta muestra permite dar cuenta de cómo fue cambiando la producción del arte local a lo largo de las más cinco décadas. No se puede pensar la escena argentina de los últimos años sin pensar los artistas y las exhibiciones que pasaron por Ruth Benzacar. A pesar de que no se trata de una muestra de archivo, Reunión funciona como tal: es una wikipedia del arte argentino reciente, pero física y construída con obras tridimensionales un poco más caras que el servicio de internet.

2. En Yo recordaré por ustedes, el último libro de Juan Forn, el autor tuvo que pensar algún tipo de excusa para seleccionar las contratapas que integran la antología y que originalmente fueron publicadas en este mismo diario. Como era difícil encontrar un único punto en común a cientos de textos escritos a lo largo de más de diez años, Forn inventó un sistema interno que le diera sentido a la selección: quitó las fechas en las que se publicaron los textos para que la lógica de la sucesión de los hechos sea construida por los propios textos, es decir, el sentido temporal lo genera lo que está escrito y no el día en el que originalmente se publicó cada contratapa. La escritura de Forn es como no pagar Spotify: solo se puede escuchar en modo random, sin controlar qué viene primero y qué viene después. Lo mismo ocurre con Reunión: el espectador puede recorrer la muestra como quiera, empezar por donde quiera y terminar por donde quiera. No hay forma de condicionar el recorrido, ni de señalar por dónde se empieza, por dónde se sigue y por dónde se termina.

Marmor, al igual que Forn, pensó un sistema interno a través del cual las obras cambian de lugar en el espacio y se destacan unas de las otras. Una vez por semana, dos artistas de la galería exhiben otras obras en dos salas que están por fuera de la principal, tienen su sección VIP dentro de Ruth Benzacar y se distancian de las otras.

Este sentido coreográfico que tiene la muestra garantiza la convivencia de todos estos artistas y todas sus obras: cada uno va a tener por unos días su touch de gloria, su espacio para destacarse. Así, la muestra puede pensar lo colectivo y lo individual al mismo tiempo, entendiendo que para que una coreografía funcione cada una de las partes tiene que hacer bien sus movimientos.

El sistema interno que tiene Reunión pone a los artistas en el mismo nivel de jerarquía. Todos van a tener su momento para brillar y todos se van a perder en lo colectivo.

La arquitectura de Ruth Benzacar va a jugar un papel fundamental para garantizar que este sistema coreográfico sea efectivo. Va a determinar cómo van a ser esos movimientos, la forma en la que las obras se van a desplazar por el espacio. Esta no es la primera vez que el propio espacio de la galería se tematiza, de hecho ya había sido tratado en la muestra Díptico de Jorge Macchi y Nicolás Fernández Sanz en 2017 e incluso antes, en 2008, con la muestra Lo que el fuego me trajo de Villar Rojas, donde la arquitectura de la vieja sede de Ruth Benzacar se transformó en una escena de película post apocalíptica. 

Si el sentido de esta selección de obras no lo pueden dar las obras en sí, este se puede encontrar en el sistema interno que ideó Marmor para moverlas por todo el lugar. Se trata entonces de atentar contra el arte contemporáneo en sí, ya que en esta muestra no hay espacio para decir “la exhibición trata sobre”, “la exhibición reflexiona acerca”, “la exhibición dialoga con”. Las muestras no hacen nada de eso. Las muestras muestran.

3. Las galerías y los museos son espacios extraños: nunca se entiende bien para qué sirven. ¿Cuál es el sentido de que una ciudad tenga galerías y museos? La pregunta por la función del arte es de esas que siempre están flotando y que generan discusiones eternas y aburridisimas que nunca llegan a ninguna conclusión. Pero vale la pena hacer esta pregunta en el marco de esta muestra que presenta a estos 30 artistas juntos por primera vez en más de cincuenta años.

Las obras de arte son el único objeto que hay en este mundo que no sirve para otra cosa más que para ser obra de arte. Si es obra no es nada más. Y los artistas son las únicas personas que tienen el superpoder de convertir cualquier cosa en una obra de arte. ¡Qué envidia!

Sin embargo -y volviendo con el tema del carácter histórico de la muestra-, Reunión encuentra una respuesta posible a la pregunta de para qué sirve una galería de arte: para construir memoria.

La diferencia etaria entre los artistas que integran la galería permite dar cuenta del estadío del arte argentino en diferentes momentos de la historia. Entonces, el espectador no solo ve una muestra colectiva de artistas, sino una muestra colectiva de estilos que están asociados, en muchos casos, al momento en el que esas obras se hicieron.

La propuesta curatorial de Marmor no se detiene en el detalle formal o conceptual de cada pieza, sino que intenta dar cuenta de diferentes estadíos del arte y de las ideas que circularon en esta escena en las últimas décadas. Las galerías son para el mundo del arte, lo que los diarios son para la coyuntura política: espacios que agrupan ideas, discusiones y estéticas.

Esta muestra sirve literalmente para conocer el estado del arte. Para ver cuáles son las producciones que salen de esta escena, la forma en la que se diferencian los artistas entre sí y también para encontrar puntos en común entre sus obras. Es un mapa de situación y también un recordatorio de que el arte es ese espacio donde cualquier fantasía puede ser habilitada, donde todavía queda un uno por ciento de libertad para hacer cualquier cosa en un mundo que es cada vez más represivo. 

Reunión con curaduría de Lara Marmor se puede visitar en Galería Ruth Benzacar (Juan Ramírez de Velasco 1287) de martes a sábados de 14 a 19. En exhibición hasta el 22 de enero de 2022.