Desde París

El fin de año corre bajo el signo de lo imprevisible. La quinta ola del coronavirus empujada por la variante ómicron desató nuevas medidas para limitar su expansión al mismo tiempo que la tercera ola de las encuestas nacionales de cara a las elecciones presidenciales de abril de 2022 muestran una modificación notable de la posición de los candidatos. Se esfumaron las expectativas de un sosiego de los estragos del virus y se tambalea la configuración electoral que, hasta hace menos de un mes, adelantaba una confrontación final entre el actual presidente Emmanuel Macron y la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen. Y no es el único trastorno de una perspectiva electoral condicionada por el virus. A las izquierdas de Francia también las atacó una variante reactualizada del histórico virus de la división. Han plasmado en los hechos lo que sus simpatizantes vienen exigiendo desde hace años, es decir la unión de todas las fuerzas. Sólo que esta vez, lo hicieron al revés: las izquierdas se unieron contra sí mismas.

Lo único firme es que no habrá candidatos de la izquierda en la segunda vuelta de las presidenciales. Lo incierto cubre dos planos: el político y el sanitario. El primero está en brumas porque no se sabe quién competirá con el actual presidente Macron en la disputa final de las presidenciales, siempre y cuando el jefe de Estado oficialice su candidatura a la reelección. Puede ser Le Pen o la recién nombrada candidata de la derecha republicana, Valérie Pécresse, cuyos índices de aceptación crecen cada semana.

El segundo plano está en nieblas porque empiezan a plantearse unas fiestas navideñas y de fin de año de pronto parecidas a las de 2020. Prohibición de salir del país, limitación de los desplazamientos interiores, encuentros restringidos a seis personas como máximo, máscaras, aireación sistemática y, si se quiere, hasta gel hidroalcohólico en el árbol de Navidad. Entre el alud de la variante delta y luego ómicron las contaminaciones crecen exponencialmente, al igual que en otros vecinos europeos como Gran Bretaña o Países Bajos. El viernes 2.832 personas ingresaron en terapia intensiva a causa del virus.

El Ejecutivo, por el momento, evita pronunciar la palabra confinamiento cuyo costo político sería enorme en esta fase preelectoral. Sin embargo, el Primer Ministro Jean Castex aprobó medidas que van desde la prohibición de grandes manifestaciones y fiestas el 31 de diciembre hasta una política de vacunación más intensa promovida a través de un proyecto de ley que se presentará en enero. El gobierno va a transformar el pase sanitario en “pase vacuna” cuya vigencia dependerá de la administración de la tercera dosis. La idea oficial es “ir” hacia la población no vacunada. Sin embargo, las exigencias actuales y la condición de que para poder circular libremente haya que probar que las personas se han inyectado una tercera dosis no se parece en nada a “ir” hacia los no vacunados sino, de toda evidencia, a imponer la vacunación, o sea, a tornarla obligatoria sin decirle abiertamente.

En estos días, conseguir una cita para inyectarse la tercera dosis necesaria para validar el pase sanitario es una odisea. La vacuna sigue siendo todavía, según los estudios, el gesto barrera más eficaz, aunque no es suficiente. Un trabajo realizado por la Dirección de la Investigación, los estudios y la evaluación de las estadísticas señala que, en Francia, los no vacunados representan nueve por ciento de la población de más de veinte años. Pero de ese nueve por ciento, un 26 por ciento dio positivo en los test PCR, el cuarenta por ciento de ellos ingresó en el marco de una hospitalización convencional,  la mitad de los internados terminó en terapia intensiva y el 39 por ciento se murió. Los científicos constatan que la vacuna ha perdido eficacia, pero que, de todas formas, se vio con todo compensada con una tercera dosis y, simultáneamente, perjudicada por la variante ómicron.

Navidad y fin de año serán con máscara, con gel y vacunas. El consejo científico sobre la covid recomienda insistentemente un “reforzamiento significativo de las restricciones”. Cualquier decisión en ese sentido tendría su impacto político ante la proximidad de las elecciones de abril de 2022 y la ya enorme extensión temporal de la pandemia. Un mal paso, una decisión incómoda y la estrategia de la reelección podría verse fagocitada por el virus. Desde que la derecha del partido Los Republicanos designó a su candidata, Valérie Pécresse, la perspectiva de una reelección cómoda de Macron durante la confrontación con Le Pen semejante a la 2017 no es tan certera. Pécresse avanza sobre Le Pen y, en caso de pasar ella a la segunda vuelta, el mandatario francés no tiene asegurada la victoria. Gestión de la pandemia y relación de fuerzas con la derecha republicana dictan la agenda mientras las izquierdas francesas se desgarran en torno a la idea de una primaria abierta para designar un candidato único. Lo propuso la candidata socialista e intendenta de París Anne Hidalgo y todas las fuerzas progresistas se le vinieron encima. El virus que siempre ha desquiciado el cuerpo progresista vuelve a expandirse entre la izquierda en el momento en el cual sus audiencias son las más bajas de la historia.

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