El disparador de la novela Bolas (Editorial Zona Borde) es provocativo: Federico, el protagonista, una mañana se despertó sin sus pelotas. Literalmente. Desaparecieron. ¿Y qué haría cualquiera en esa situación? Pero tal vez lo más interesante de este relato en primera persona sobre una castración súbita e indolora es que fue hecho por la escritora, guionista y docente Flor Canosa, que le asegura al NO que ponerse en la piel de un varón le resultó relativamente sencillo, tanto por su formación como guionista y por hacerle preguntas incómodas a sus parejas, que tuvieron siempre respuesta.

“Trato de encontrar las miserias del ser humano, sea hombre, mujer o lo que quiera, sacarle la pintura al exterior y meterme en lo más miserable, que es uno en su propio pensamiento, donde no tiene que caretearla con nadie”, dice. Y de eso va su novela, donde Federico lleva una vida mediocre, trabaja en un subsuelo, pelea con su novia y le miente al psicólogo. Básicamente, lo que más quiere es que... no le rompan las bolas.

En Lolas, primera novela de Canosa, Julia debe darle los implantes a su ex marido, como resultado de la división de bienes por la separación, pero quiere conservarlos a toda costa pues los considera su bien más preciado. Ahora, como reverso metafórico, Federico debe recuperar sus testículos. ¿La imagen hace a la identidad? Pese al tono humorístico, Bolas incomoda a quien lee porque en esa supuesta liviandad de la narración evidencia muchos de los estereotipos que nos habitan. “Sirven para deconstruir las identidades femenina y masculina porque en ambas los personajes hacen un viaje iniciático para comprender que no se definen solamente por esos rasgos físicos”, analiza.

Aunque la redención de Federico llega con la respuesta por sus pelotas, Canosa asegura que su segunda novela no es feminista, sino que no puede escapar de su propia “experiencia femenina”. “Federico es reflejo del pensamiento del ‘macho’ promedio, pero no sé si el aprendizaje que logra tiene que ver con una mirada feminista”, señala. Y si bien confiesa que tiene una postura sobre el tema que tal vez no le convenga, igual explica: “En la sociedad actual el hombre está en un lugar bastante desvalido. Está todo tan en carne viva que no encuentra su lugar, qué es lo que está bien que haga y qué no. Si le abre una puerta a una chica no sabe si se lo va a tomar bien o no, tiene que aclarar todo el tiempo que no es machista. Es una discusión sin fin. Es cierto que hay tipos de mierda, pero no todos. No se puede demonizar al hombre por ser hombre”.