La semana pasada reapareció públicamente el ex-gobernador Antonio Bonfatti. La reunión que compartió con el Fiscal General Jorge Baclini y a la que fue acompañado de su ex-jefe de gabinete de Ministros, Rubén Galassi, es claramente un señal política que debe ser tenida en cuenta. Más allá de la razón esgrimida -expresar su apoyo al Ministerio Público de la Acusación, en vísperas de cumplirse en octavo aniversario de la puesta en marcha del nuevo sistema penal-; el tándem socialista despeja de este modo algunas versiones de distanciamiento entre ambos post-derrota electoral y a la vez patentiza la "vuelta al ruedo" de dos de los dirigentes de los "años felices del socialismo". Si bien nunca se retiraron completamente --ningún político que se precie se retira-- se retrajeron, especialmente Bonfatti ya que su mano derecha en la gestión siempre cultivó un perfil bajo aún estando en el centro de las decisiones. Lo que muchos se preguntan --dentro y fuera del partido-- es por qué y sobre todo para qué es que "vuelven". Cuando perdió las elecciones, el ex-gobernador anunció a sus más cercanos una suerte de "final de juego", lo que fue ratificado en el rechazo a las diferentes candidaturas para los comicios de año pasado. Antes, de eso, Bonfatti se había replegado en una suerte de reconocimiento del liderazgo que desde sus días de gobernador y luego como Presidente de la Cámara de Diputados ejercería Miguel Lifschitz. Pero la muerte del ex-gobernador modificó el tablero: prudentemente Bonfatti decidió dar lugar a las figuras más cercanas al ex-intendente fallecido no solo en la conformación de listas de candidatos sino en la estrategia conducción de la fuerza. En relación al actual gobierno, Bonfatti también cultivó un perfil bajo aún en momentos en que su gestión era cuestionada severamente por los episodios de inseguridad. La "oposición" institucional, hasta el invierno pasado estaba conducida por Lifschitz , pero después del 9 de mayo la desaparición del Presidente de Cámara baja dejó su fuerza a la deriva al punto de padecer la más baja cosecha de votos en tres décadas de elecciones y una desdibujada imagen aún conservando la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. El párrafo anterior acude a explicar el "por qué" de la reaparición de Bonfatti. En cuanto al "para qué" las razones iniciales aparecen claras, pero podrían derivar en otros escenarios que modifiquen al que lo ha llevado a tomar esta decisión. En principio la idea de Bonfatti --conversada no sólo con Galassi sino con otros dirigentes raleados o voluntariamente retraídos-- es revitalizar el partido, refundar un frente y potenciar las figuras emergentes que de momento no se ven dentro del socialismo, pero sí en los socios del Frente Amplio Progresista. El hecho de que los Intendentes de las dos ciudades más importantes de la provincia formen parte del FAP exime de mayores explicaciones , y si bien en los últimos comicios Pablo Javkin logró que su candidato a concejal fuera el más votado y el de Emilio Jatón quedara relegado en la capital provincial su nombres siguen gravitando antes que en la interna de la fuerza, en la opinión pública en general.

La idea de Bonfatti --y en eso coincide con Javkin-- es refundar el espacio político que los llevó al poder tiempo atrás. Sin los nombres de los pioneros, con el desgaste de años de gestión y un clima de polarizaciòn política entre Peronismo-antiperonismo, el argumento que sostiene las expectativas y recrear un frente esencialmente santafesino, aún a riesgo de anclarse en un partido provincial y corriendo los riesgos de eventuales "nacionalizaciones de comicios". No es la "ancha avenida del medio" devenida en cantero que alguna vez soñó Sergio Massa --que volvió al PJ con el caballo cansado-- no obligaría a sus integrantes a adoptar idénticas posiciones a la hora de elegir un Presidente. La idea de "blindar" la provincia, o "alambrar Santa Fe" no es nueva y tuvo resultados diversos. A medida que fueron pasando los años, y sobre todo después del golpe de timón que significó la aparición de Néstor Kirchner en el escenario político nacional, los contrastes se hicieron más evidentes y fue cada vez más difícil escindirse de las decisiones que marcaron una etapa de la vida de la República. En esas aguas turbulentas naufragó la estrategia del FAP que esperan haya servido de experiencia a la hora de intentar recuperar el protagonismo. Para eso, Bonfatti --que además de reunirse con dirigentes de su partidos y de la UCR lo hará prontamente con Javkin y Jaton-- ha comenzado a "caminar la provincia", revitalizar sus vínculos con sectores gremiales y consultar empresarios. No con la idea de candidatearse a nada --les ha dicho a cada uno de ellos-- sino para ir elaborando un programa de y una propuesta que sea netamente santafesina y con ejes muy claros y definidos en torno a educación, salud, seguridad, ciencia y tecnología y producción. Con una suerte de "formulario" en el que delinea el rol de Estado, las prioridades en cuanto a la asignación presupuestaria y otras definiciones que serán las que en definitiva marquen la pertenencia o no al proyecto a elaborarse antes que la pertenencia a un determinado partido.

En ese sentido, el pensamiento de la figura más gravitante del FAP --lo que queda de él o en lo que derivará-- que es Pablo Javkin seguramente recibirá con expectativas esta "reentrè" de Bonfatti, Galassi y compañía. Reconoce en ellos a interlocutores que no sólo tienen más de 30 años de experiencia en la gestión y más de 40 de militancia, sino que se trata de dirigentes con los que ha llegado a acuerdos más sólidos que con aquellos con los que coincide generacionalmente, pero no tienen como él o los otros dirigentes socialistas el recorrido de décadas en la función pública.

Habrá que ver cómo continúa esta iniciativa. El 2022 es un año en el que no hay elecciones. Eso contribuye al diálogo, que al parecer empezará a ser más fluido de cara al armado de un nuevo frente para Santa Fe.