Desde Roma

A 30 años de la campaña judicial “Mani pulite” (manos limpias) que sacó a relucir una difundida corrupción en los partidos políticos, empresas y administración pública, en Italia el problema no ha terminado. Hoy la corrupción tiene otras características, es más invisible pero no por eso menos grave, aseguran varios expertos como el presidente de la Autoridad Nacional Anticorrupción, Giuseppe Busia. “Ahora raramente se ven maxi-coimas como se veían en la época de Mani Pulite. En cambio hay fenómenos de consultorías falsas y contratos paralelos que son los nuevos modos de la corrupción”, declaró a la agencia italiana Ansa.

Las mafias

Otros hablan de una larga lista de formas de corrupción que van desde la extorsión a la malversación de fondos, la falsificación de documentos, la intimidación, entre otras. En todo esto influye también el accionar de las mafias (Cosa Nostra de Sicilia, ‘Ndrangheta de Calabria, Camorra de Nápoles) que para reciclar su dinero sucio, muchas veces producto del narcotráfico, han sabido infiltrarse muy bien en la economía. Y esto ha colocado a Italia entre los países récord en Europa por la llamada “economía sumergida”, es decir, una economía basada en el dinero en negro, no declarado oficialmente, y en capitales en el exterior.

La historia de Mani Pulite, después llamada también Tangentopoli (ciudad o estado de la corrupción) , comenzó casi como una película policial. El primer arrestado, el 17 de febrero de 1992, fue Mario Chiesa, un miembro del Partido Socialista Italiano (PSI) que entonces dirigía un centro para ancianos, el Pio Albergo Trivulzio de Milán (norte de Italia). Chiesa fue arrestado luego de que un dirigente de una empresa de limpieza decidió colaborar con la justicia, y llevó a la oficina de Chiesa un bolso lleno de dinero para coimearlo. Eran 7 millones de liras (hoy serían poco más de 6.000 euros). Los carabineros que estaban haciendo la investigación sobre Chiesa, le habían puesto un micrófono escondido al dirigente y una micro-cámara dentro del bolso. Cuando Chiesa percibió que los carabineros estaban en la puerta del edificio, corrió al baño y trató de tirar todo el dinero en el inodoro. Chiesa fue arrestado por orden del fiscal Antonio Di Pietro, que se transformaría de ahí en más en uno de los más famosos magistrados de Mani Pulite.

Después de un mes de silencio en la prisión, Chiesa decidió confesar diciendo: “Si yo soy la manzana podrida, les cuento qué más hay en al cesto de la fruta”. En el primer mes de investigaciones judiciales, se indagó a 100 empresarios.

Así fue como comenzó la más grande e increíble campaña judicial anticorrupción de la historia de Italia, de la que participaron 70 fiscales y durante la cual fueron enviados 25.000 “avisos de garantía”, la comunicación oficial a una persona de que está siendo investigada a causa de un delito. Muchos fueron condenados, algunos consiguieron hacer reducir las penas, otros fueron indultados. Alucinante es descubrir además que entre 1992 y 1998, cuando los procesos iban adelante, según un estudio del partido Italia Democrática, se suicidaron 43 personas , empresarios y políticos, sobre todo de Lombardia, la región de Milán.

Los amigos Craxi y Berlusconi

El dirigente socialista Bettino Craxi y el entonces sólo empresario Silvio Berlusconi, eran muy amigos en el período de Mani Pulite. Al parecer fue Craxi quien ayudó para que el sistema televisivo italiano, que originariamente era solo estatal, se dividiera con empresas privadas. Y el primer empresario que entró a este mundo fue Berlusconi, comprando y creando canales televisivos como Italia 1, Rete 4, Canale 5 y fundando la empresa internacional de medios de comunicación, Mediaset.

Diez meses después del arresto de Mario Chiesa, la carabineros entregaron al exprimer ministro Craxi, el primer aviso de que estaba siendo investigado, que contenía 41 acusaciones por 38.000 millones de liras (hoy serían unos 33,6 millones de euros) de coimas.

Uno de los procesos más escandalosos tuvo que ver con Enimont, una empresa surgida de la fusión de la estatal Eni (petróleo y gas) y la privada Montedison (química). Enimont pagó unos 186 mil millones de liras (casi 165 millones de euros) de coimas, distribuyéndolas entre los distintos partidos políticos. A ese proceso fueron convocados a declarar los máximos dirigentes de los partidos políticos. Entre ellos Craxi, que había sido primer ministro del 1983 al 1987. Craxi reconoció públicamente que existía un sistema de financiación ilegal de los partidos pero atribuyó la responsabilidad al sistema político en vigencia. Pese a todo, muchos de los políticos implicados en los procesos aseguraban que las investigaciones eran un complot de los jueces comunistas, llamados "togas rojas". Los arrestos de políticos y empresarios por haber recibido o pagado sobornos, no se detuvieron y esto debilitó a los partidos como la Democracia Cristiana, el Partido Democrático de la Izquierda y el Partido Socialista.

En 1994, durante uno de los tantos procesos a los que fue sometido, Craxi escapó a Francia y luego a Túnez, donde le dieron asilo político. Vivió en la localidad turística Hammamet, donde seguía definiéndose una víctima del sistema judicial. Aún estando en el exterior, fue condenado en buena parte de los juicios a los que fue sometido. Murió en enero de 2000 en Túnez.

Mientras tanto el país vivía en una constante incertidumbre política, con los principales partidos en total crisis. Este vacío de poder fue aprovechado por Silvio Berlusconi, que había ya entendido que sin un poder político aliado, los negocios no andan muy bien en Italia. Inscripto a la Logia masónica P2 dirigida por Licio Gelli (de la que formaron parte incluso militares argentinos de la última dictadura como el almirante Emilio Massera) Berlusconi creó su partido de centroderecha, Forza Italia, para las elecciones de 1994 . En mayo de 1994 fue elegido primer ministro, pero duró solo seis meses. No obstante todo, Berlusconi se reinstaló varias veces en el cargo de primer ministro, llegando a ser el político italiano que más tiempo ocupó ese puesto (3.339 días). Se dice que Berlusconi dio comienzo así a la segunda República Italiana (la primera había comenzado después de la Segunda Guerra Mundial).

Acusado en más de 20 procesos de distintas naturaleza, en 2013 Berlusconi fue condenado de modo definitivo a 4 años de prisión y a la interdicción de ocupar cargos públicos por dos años. Cumplió la pena haciendo servicios sociales en residencias de ancianos de Milán y en 2019 se candidateó de nuevo y fue elegido parlamentario europeo. A los 85 años y aún teniendo algunos procesos pendientes, sigue actuando en política. Incluso intentó candidatearse para la presidencia de la República hace un mes cuando fue re-elegido el presidente Sergio Mattarella.

Los jueces héroes de Mani Pulite

Al estallar Mani Pulite, el jefe de la fiscalía de Milán, Francesco Saverio Borrelli, creó un grupo de jueces que se encargaron de llevar adelante todas las investigaciones de presunta corrupción. Otro de los miembros fue Gerardo Colombo que se ocupó de verificar las cuentas bancarias para entender cómo se pasaban las coimas entre empresarios, empleados y políticos.

Pero seguramente el fiscal que se hizo más famoso fue Antonio Di Pietro, un hombre nacido en una familia humilde de Campobasso (ciudad al sureste de Roma), que desde niño hizo los trabajos más variados desde heladero a lava autos, encargado de garaje, mozo, obrero metalúrgico. Vivió en Roma y luego en Alemania, pero volvió a Italia y estudió Derecho en Milán donde se recibió en 1978 . Después de distintos trabajos como abogado, en 1981 ganó un concurso para entrar en al fiscalía de Bergamo. Ya al principio de la década del 90, cuando todavía no había explotado Mani Pulite, Di Pietro hablaba de un sistema institucionalizado de sobornos que abarcaba a políticos, empresarios y administradores públicos, que recibían coimas que estaban incluidas automáticamente en los contratos.

Después de haber concluido una ardua etapa del juicio por Enimont en 1994, Di Pietro decidió renunciar a su cargo. “Por años me han preguntado por qué había renunciado, pensando en quien sabe qué misterios. Pero hay una sola verdad: me tenía que defender”, contó Di Pietro años después. En efecto, un poco por venganza otro poco para tratar de oscurecer esta figura que se había hecho internacional difundiendo los errores de los políticos, Di Pietro sufrió ventisiete procesos por mano de sus opositores. Y 27 veces fue absuelto. Mientras tanto fundó un partido, Italia de los Valores, y fue ministro dos veces y miembro del Parlamento.