La primera pregunta que sobrevuela The Collection (reciente estreno de DirecTV, los martes a las 22) es si realmente pudo haber existido una casa de modas como Sabine durante los primeros años tras la Segunda Guerra Mundial. Y la respuesta es que no la hubo. Aunque por lo bajo, los realizadores se encargan se establecer toda una serie de paralelismos con compañías como Hugo Boss, Louis Vuitton y especialmente con Christian Dior, que tuvieron sus contoneos, más o menos velados, con el nazismo. La familia Sabine estará en el centro de la escena con sus trapitos sucios e hiperestilizados a punto de salir a la luz. La producción, de gran presupuesto y original de Amazon Prime, consta de ocho episodios de una hora. 

La historia sigue a los hermanos Paul y Claude Sabine que tienen la oportunidad de volver a ubicar a la capital francesa en el centro del fashion. Deseo compartido con el gobierno luego de años de racionamiento y amargura. “Su falta de historia los favorece”, les dicen en relación a un famoso modisto “que pasó muchos años vistiendo a las esposas de los oficiales alemanes”. Paul (Richard Coyle) es el astuto hombre de negocios que  sabe conectarse con los potenciales inversores, mientras que Claude (Tom Riley) es la mente detrás de los bocetos, y como todo artista brillante es un alma torturada, alcohólico, dado a las peleas y homosexual. 

Todo está dispuesto para que sea un drama familiar ubicado en un contexto arduo y glamoroso pero The Collection propone violencia, conspiración y sordidez como si fuera una serie de mafia o espías. El mejor ejemplo estuvo en la primera escena del primer episodio donde una figura aparece cubriendo con tierra a un cadáver. El regusto por lo sombrío se comprende al rastrear a sus realizadores. Oliver Goldstick, su creador, estuvo detrás del thriller adolescente Pretty Little Liars y su directora –Dearbhla Walsh– fue parte de otra ficción visualmente shockeante como The Tudors. Si The Collection fuese una prenda podría decirse que impacta aunque no sorprenda y pese a que se le nota los hilos en los diálogos, los actores campean la situación con suficiencia. 

Es 1947 y cada uno de los personajes tienen algo que ocultar. Sea lo carnal, la traición (Paul presenta los diseños de su hermano como propios) pero principalmente los pecados que cometieron durante los años de la ocupación alemana. El mayor de los Sabine es un hombre dispuesto a tomar grandes riesgos para lograr lo que quiere y se codea con millonarios que pueden solventar su empresa con dinero sucio. También es adepto a las grandes frases: “Todo lo que hago es por la familia”, “nada glorioso proviene del miedo”. Según el actor que lo encarna, Paul es “un hombre con una ambición feroz y aterradora, posee un verdadero sentido de la elegancia y la gracia, pero eso es todo ocultar el hecho de que viene de las calles. Es desgraciado pese a que ha conseguido sacar a los suyos de las zanjas”. 

La salvación y cruz de los Sabine es Claude. “Él está en las sombras de la compañía. Se queda en el fondo, y en cierta forma también lo está en el guion. Lo interesante es saber a dónde irá este personaje, lo importante que sería junto a su hermano. Esta no es necesariamente una ficción sobre el mundo de la moda. Es un drama familiar sobre una familia que se cae en pedazos bajo el peso de todas sus mentiras”, dijo el intérprete. Por ahí también andan dando vueltas, un periodista norteamericano, una esposa, amantes y la imponente madre de ambos (interpretada por una roba escenas como Frances de la Tour).

Si tras el mojón de Downton Abbey, un sinfín de programas (desde Mr. Selfridge a la muy reciente Las Chicas del Cable) mostraron toda la pompa –y lo que se escondía bajo la alfombra– de los años previos a los mayores conflictos bélicos del siglo XX, en este caso es el objetivo es recrear el esplendor entre escombros. En ese sentido, se conecta con The Crown, la entrega de Netflix sobre el reinado de Isabel II. Y, para tal fin, nada mejor que una firma ligada a la Haute Couture. Intención que se torna explícita cuando una modelo pasea los diseños de Sabine por las calles de una Paris devastada. Las prendas son de la mejor seda y con encajes deliciosos, pero en vez de lo aireado y evanescente, The Collection elige el costado más oscuro y torturado que le dieron cabida.