Escribir en modo onírico es una aparente incoherencia pero, como en el sueño, existen múltiples mensajes. Hoy el entendimiento pasa por estar más atento a las señales de la no realidad para evitar ser prisionero de la actual patología de la información.

En la órbita conurba “La vida es sueño” y Calderón de la Barca ahuyenta lo apolíticamente correcto por ser contraproducente.

No obstante los pactos en las provincias hacen de las periferias un slogan publicitario que puede dar resultados inesperados. Más aún cuando la inestabilidad es la única estabilidad y sabe captar el encanto de los académicos.

Como en el teatro revista de los años 70, pero sin el capocómico, se arma un nuevo partido que juega con la casaca del intelectual para facturar con los sectores populares. Ellos dicen que un mito griego puede funcionar en la primera sección para caer puntual a la hora del elevado chamuyo que necesitan para instalarlo.

Este proyecto improbable, detrás de las luces de la General Paz, ya es una idea metida en el horno como si fuera la fragua que hornea el latón de Hefesto para dar calor en la provincia y lograr una fundición con aleación de distintos metales.

Ya con todos adentro se puede armar la opción, en el conurbano caliente, y arrancar por el oeste es fundamental para que no los vean venir.

Desde que Morón se lleva el premio del foco en negocios de computación doméstica todos los caminos llegan a la zona del gallo.

La excusa para medir la aceptación de Hefesto en el conurbano es ir a averiguar el precio del mouse inalámbrico y después pedir un turno con el odontólogo más famoso de Castelar. El refugio del dentista con apellido Cadmo, tiene colgada en la sala de espera una lámina del gran herrero griego. El conflicto es que ninguno de los profesores quiere pasar por el dolor de la extracción de la muela de juicio a cambio de esa encuesta.

Finalmente la decisión fue tomada a título personal, como hombre de taller, para resolver la intriga, ya que los sesudos quedaron con su verba en la puerta sin bancarse el padecimiento.

El timbre suena como un campanario y ya sentado empiezo a no pensar en el dolor, ubico la lámina colgada que se consigue en internet y efectivamente es la fotografía de la obra del escultor francés Guillaume Coustou colgada en el consultorio. Esa foto afirma respetar las religiones y venir del multiverso.

En la víspera de navidad, con altas temperaturas y sin aire acondicionado, el rengo Hefesto, como le dicen en el barrio, madruga para el trabajo duro en el vértice del rio que separa la ciudad alumbrada con el conurbano metálico. Hay lluvia de meteoritos que salpican óxido en el agua del riachuelo, el río que busca su color hace un siglo.

Cuando abre sus ojos y se levanta con la ayuda de un bastón, mientras enciende su cuerpo con la música de Manal, después de andar cojo un rato, camina hasta la cocina y prepara su vianda para almorzar durante su descanso e ir dejando los delantales de cuero en el cordón de la calle.

Su historia expresa la resistencia al papel aluminio, la herida quedó fundida en su piel por probar el sushi con Kagutsuchi y el trauma lo detiene en la duda, por eso elige envolver, en una bolsa de polietileno, el sanguche de milanesa que le preparó su esposa Afrodita, a quien los íntimos llaman Tita.

Es sabido que el amor incondicional a su mujer lo hace cenar más de lo recomendado, pero San Pantaleón lo sigue de cerca desde la estampita con la radio encendida y la voz del gran Antonio Carrizo.

El dios camina defectuoso en la rutina y asume su fealdad con orgullo en un mundo envenenado por belleza ficticia.

La isla donde nació el artesano griego no tiene transporte público, pero desde que se instaló en Haedo quedó fascinado con publicar en su Instagram transportado públicamente, primero en el colectivo 182 y después en la línea San Martín hasta William Morris.

Al llegar al taller lo espera Carmelo Mardocheo, el obrero de Catania con su corazón de izquierda, para tomar un mate cocido con pan y charlar sobre cine europeo. De fondo se escucha “El blues de las seis y treinta”, un rato antes de manejar el arte de la fragua y el yunque.

A media mañana suena el teléfono negro de baquelita en el galpón de chapa y la llama del soplete queda congelada cuando se escucha que el camarada, detrás del audífono, proviene del partido comunista italiano. Así convoca al protagonista de la película "Mimi metalúrgico herido en el honor " a las nuevas votaciones.

Los que critican a Hefesto hablan por lo bajo y rechazan el encanto que tiene por Afrodita pero siempre está encendida la idea de afiliarlo por su compromiso en la lucha opositora con el candidato de la mafia.

Todo hace suponer que la directora Lina Wertmuller desea que el mito griego complemente a su trabajador italiano en una nueva versión del film de 1972. Los pasajeros dicen haberla visto prendida fuego en la traza del ferrocarril, cuando el herrero griego sube al vagón en musculosa.

La bigornia es la cama donde se refugian los recortes del metal que dejan chispas con poesía y todo hace suponer que reviven el deseo de formar la gran lava del conurbano caliente que sale de los talleres.

Es el magma trabajador al rojo vivo y se expande en la hora señalada para dar el bautismo de fuego.

El día de franco laboral vuela la tapa del asfalto y los trabajadores no buscan ser bustos de la edad del bronce sino héroes anónimos en talleres de hierro.

Al día siguiente la piedra de amolar marca las llamas donde cambian todos los estereotipos, lo sólido puede ser líquido o desaparecer y la fuerza líquida hay que mantenerla caliente. Hoy el conurbano es la tierra del dios fuego.