La Universidad Nacional del Sur (UNS) difundirá desde el 2 de abril una serie de microrrelatos sobre la vida en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca y sus alrededores durante la guerra de Malvinas, que podrá verse en las redes sociales de la institución, al cumplirse 40 años del conflicto bélico impulsado por la última dictadura.

Los cortos de tres minutos, realizados por el Archivo de la Memoria y la Dirección de Medios Audiovisuales de la UNS, rescatarán los “oscurecimientos” de la zona urbana y los simulacros de evacuación, especialmente en las escuelas, que se concretaron por disposición militar y que forman parte de la memoria colectiva. Bahía Blanca era un centro esencial de las operaciones bélicas por encontrarse la Base Naval de Puerto Belgrano y una guarnición del Ejército Argentino.

Dirigida por José Marcillese, referente del Archivo de la Memoria, la propuesta se centra en cortos audiovisuales que incluyen entrevistas y fotografías. El objetivo es correrse del foco tradicional que se suele poner sobre los sucesos ocurridos en las islas o en las experiencias de quienes combatieron, para contar cómo impactaron en la ciudad y sus alrededores una serie de medidas que marcaron a la población.

Entre esas órdenes, se destacan la realización de “oscurecimientos” en Bahía Blanca, Punta Alta, Monte Hermoso, Tornquist y Coronel Dorrego: a partir de las 19:30, durante algunas jornadas –estos ejercicios no se ejecutaban diariamente–, las viviendas particulares no podían mantener encendidas las luces, en tanto que vidrieras y letreros luminosos no podían funcionar. Los vehículos no podían circular por las calles troncales y el alumbrado público era cortado.

“El fin primario era evitar que en el caso de un ataque aéreo los ingleses pudieran tener una referencia clara de dónde se encontraban los centros urbanos”, explicó Marcillese, docente de Historia Argentina III en la UNS, en diálogo con el Suplemento Universidad.

A la hora de supervisar el cumplimiento de la orden militar, las autoridades bahienses de aquel entonces designaron “jefes de zona”: vecinos que recorrían las manzanas con la potestad de tocar el timbre en aquellas casas que tuvieran alguna luz encendida. “Estos referentes forman parte de los cortos, son la voz viva 40 años después de todo lo ocurrido”, señaló.

La dictadura impulsó simulacros de evacuación, especialmente en las escuelas, que debían tener sus ventanas tapiadas con el fin de evitar, ante una hipotética explosión, que los vidrios se dispersaran e hirieran a alguien. “Eran prácticas que tenían que ver más que nada con involucrar a la comunidad en el esfuerzo de guerra. Recuerdo que cuando sonaba la alarma todos los alumnos debíamos escondernos debajo de los bancos, taparnos con camperas o mochilas y luego ordenadamente salir al patio. Estos hechos dejaron una huella muy grande en la comunidad”, sostuvo quien también se desempeña como investigador adjunto del CONICET.

El primero de los microrrelatos será lanzado el 2 de abril, en tanto que se espera que los otros circulen durante el resto del mes, con una frecuencia de uno por semana. “La idea de hacerlos espaciados es favorecer una mayor difusión. Tenemos la intención también de que puedan verse en algún canal de televisión”, adelantó.

Con una placa introductoria en cada capítulo que reza “Malvinas: la guerra en casa”, la producción pondrá el foco en un público en particular: “Queremos llegar a grupos etarios que son los que realmente no conocieron el conflicto bélico. Han oído mucho de lo ocurrido en las islas, pero nos interesa que conozcan más sobre cómo repercutió la guerra en su ciudad”.