La Casa de las Madres de Plaza de Mayo, frente a la Plaza de los dos Congresos, fue uno de los varios escenarios potentes que se desplegaron en la multitudinaria movilización del Día de la Memoria, la primera en la que se pudieron retomar las calles tras los dos años de pandemia. Allí Hebe de Bonafini le entregó el Pañuelo de las Madres --la máxima distinción que otorga el organismo-- a la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño. Al término de ese reconocimiento, las Madres salieron, como es habitual en cada 24 de marzo, a asistir a la marcha en su camioneta, esta vez con una consigna clara: "Con el FMI en el país, morirán más niñxs de hambre". Lo hicieron junto al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, quien el día anterior había compartido el acto en la provincia, a su vez, con Hebe. Ambos dieron discursos cargados de alusiones que se leen de manera muy especial en este convulsionado presente de la coalición gobernante. "La palabra no se negocia", marcó Bonafini. "Al que no le interesa pelearse con nadie, sepa que no lo necesitamos", finalizó Kicillof.

Junto a las Madres Rosa de Camarotti, Visitación de Loyola, Carmen Arias, Josefina "Pina" de Fiore e Irene Molinari, Hebe compartió una escena diferente a la de otros 24 de marzo: antes de subir a la camioneta como tradicionalmente hacen, dio un discurso en la puerta de la sede de la Asociación, y luego hizo lo mismo Kicillof. El gobernador llegaba, a su vez, de encabezar la gigantesca columna de La Cámpora, que partió desde la ex Esma, junto a Máximo Kirchner, Andrés Larroque, Wado de Pedro y Mayra Mendoza, entre otros referentes del espacio.

"La memoria es muy importante, pero tiene que ser una memoria crítica. El silencio que hubo en nuestro país cuando se llevaron a nuestros hijos e hijas fue mortal, tan mortal como la muerte y la tortura. Nadie hablaba, nadie salía, nadie decía. El silencio siempre es complicidad. Lo único que tenemos nuestro es la palabra", comenzó marcando Hebe. "Pero tiene que ser una palabra y una memoria muy reflexiva, pensando por dónde vamos a salir y cómo vamos a salir. Esto está muy difícil, pero no imposible. Cosas más difíciles se han hecho. Nadie pensaba que con Las Madres podiamos correr a Harguindeguy a los monedazos por la Plaza de Mayo, y sin embargo lo hicimos. No hay imposibles".

Cristina Caamaño recibió el Pañuelo de las Madres. Imagen: Jorge Larrosa.

"Las Madres hemos hecho de todo, pero nunca pedimos proyectos. ¿Saben por qué? Porque no quiero que me compren la palabra, que es lo único que tengo mío. Si me dan un proyecto, no puedo criticar al Presidente, así puedo decir lo que quiero, porque la palabra no se vende", expresó también. Casi calcadas palabras había dicho el día anterior, en un acto que compartió también con Kicillof y con Andrés Larroque. Fue en la entrega de las instalaciones del ex Destacamento de Inteligencia 101 para que el Archivo Provincial de la Memoria tenga su propio edificio. Un día después de que la vicepresidenta, Cistina Fernández de Kirchner, visitara a las Madres en esta misma Casa

Kicillof retomó la idea del valor de la palabra: "Quienes somos militantes siempre tenemos que estar mirando adentro nuestro, buscar lo genuino, buscar aquello que nos llevó al lugar donde estamos y ponerlo en palabras. Nunca hay que cerrar la boca", manifestó. 

"Cuando uno se fija metas fáciles de alcanzar, cuando uno piensa dónde está el límite de lo que tenemos que buscar, ya está empezando mal, ya se está organizando mal", evaluó también. "El problema es siempre y permanentemente romper esos límites y correr la frontera de lo posible, más allá de lo que dicen los diarios, los poderes dominantes, la voz de la sensatez. Ahí está el ejemplo de las Madres, que si hubieran puesto precio a su palabra o hubieran actuado en base a lo que era alcanzable, nunca hubieran sido lo que fueron". 

"Hoy hay que pensar para qué llegamos al gobierno en 2019: no es ni para permanecer, ni para no molestar. Es para darle de comer a la gente, para darle trabajo, para reactivar nuestras industrias, poner en marcha la producción y buscar la justicia social. Al que no le interesa pelearse con nadie, sepa que no lo necesitamos. Hay que dar todas las peleas", finalizó. 

El Pañuelo

Las actividades en la Casa de las Madres habían comenzado temprano, al mediodía. Entonces las Madres entregaron el Pañuelo a Cristina Caamaño, a quien Hebe halagó:  "Ella, con lo que hace, con su sabiduría y su valentía, nos demostró que la Justicia existía". "Esta compañera extraordinaria nos devolvió a las Madres la palabra Justicia, que no les pertenece a los jueces, nos pertenece a nosotros", señaló la presidenta de la Asociación.

"Tengo una emoción muy grande, es el mayor reconocimiento que he recibido en mi vida", agradeció Caamaño. "Que las Madres me hagan esta distinción no sólo es un gran honor sino que es una responsabilidad tremenda", advirtió. Del acto también participó la exprocuradora Alejandra Gils Carbó, el senador Oscar Parrilli, el ministro de Cultura, Tristán Bauer, la interventora del Servicio Penitenciario Federal, María Laura Garrigós de Rébori, entre otros.