Estados Unidos le dijo no va más al esfuerzo mundial por luchar contra el cambio climático. Ratificando un compromiso de su campaña electoral, sin escuchar la presión de países aliados y empresas globales para mantener el compromiso de la principal potencia mundial contra el calentamiento global, el presidente norteamericano, Donald Trump, anunció que su país abandona el histórico Acuerdo de París firmado en 2015. Trump señaló ayer que el Acuerdo de París es ejemplo de un trato desventajoso. “Es el último ejemplo de que Washington llegó a un acuerdo que perjudica a Estados Unidos, en beneficio exclusivo de otros países, dejando a los trabajadores y contribuyentes estadounidenses, a quienes amo, absorbiendo el costo en términos de pérdida de empleo, salarios, fábricas cerradas y producción económica enormemente disminuida”, aseguró el mandatario. Estados Unidos podría tener otro presidente cuando se formalice su salida, ya que no se materializará hasta dentro de casi cuatro años, el 4 de noviembre de 2020, un día después de las próximas elecciones presidenciales, según consta en las normas que rigen el pacto climático.

En los jardines de la Casa Blanca, Trump informó que “dejará de aplicar el no vinculante Acuerdo de París y las draconianas cargas financieras y económicas que el acuerdo impone”, a su juicio, a Estados Unidos. Eso incluye poner fin a contribuciones marcadas en el acuerdo a nivel nacional, así como al Fondo Verde para el Clima, que “está costando a Estados Unidos una enorme fortuna”. “El cumplimiento de los términos del Acuerdo de París y las onerosas restricciones energéticas que impuso a Estados Unidos podrían costar hasta 2,7 millones de empleos perdidos para el 2025”, estimó citando un estudio del centro National Economic Research Associates.

Aludiendo al mismo informe, advirtió que costaría 440.000 puestos de trabajo menos en el sector manufacturero, incluyendo la industria del automóvil, uno de los más afectados por la crisis financiera de 2008. “Este acuerdo es menos sobre el clima y más sobre otros países que obtienen una ventaja financiera sobre Estados Unidos”, dijo Trump y recordó sus argumentos sobre otros pactos internacionales, pero de una naturaleza totalmente distinta, como el acuerdo de libre comercio con México y Canadá que pretende renegociar.

A su vez, el jefe de Estado reiteró que el pacto se trata de una redistribución masiva de la riqueza de Estados Unidos hacia otros países y sostuvo que fue elegido para gobernar Pittsburgh, una ciudad del cinturón industrial estadounidense, y no París. “Las mismas naciones que nos piden que permanezcamos en el acuerdo son los países que han costado colectivamente billones a Estados Unidos”, remarcó. Otro de sus argumentos para justificar su decisión tuvo que ver con el acceso energético que, en su opinión, está en peligro si no se aprovechan todas las fuentes posibles.

“Necesitamos todas las formas de energía estadounidense disponible o Estados Unidos estará en grave riesgo de caídas y apagones”, señaló al desestimar los intentos internacionales de impulsar las energías renovables para proteger el medio ambiente.

Por otra parte, Trump anunció que no abandona la Convención de Cambio Climático de Naciones Unidas, a la que Estados Unidos adhirió en 1992 con otro presidente del partido republicano, George Bush, y en la que se discuten todo tipo de asuntos paralelos relacionados con el cambio climático y la transición hacia un mundo bajo en carbono.

Con todo, la salida anunciada por el magnate de los negocios inmobiliarios puede materializarse cuando Trump abandone su condición de inquilino de la Casa Blanca. El artículo 28 del Acuerdo de París dice que cualquier país que haya ratificado el tratado sólo podrá denunciarlo y solicitar su salida del mismo tres años después de su entrada en vigor, esto es a partir del 4 de noviembre de 2019. Una vez hecho el pedido, la salida “surtirá efecto al cabo de un año contado desde la fecha en que el depositario haya recibido la notificación correspondiente”, por lo que Estados Unidos no tendría más remedio que seguir perteneciendo al mismo hasta un día después de sus siguientes elecciones presidenciales.

Por lo tanto, la delegación estadounidense podrá asistir, tener voz y voto en las negociaciones internacionales de cambio climático y en las cumbres de Naciones Unidas en esta materia hasta el día en que se haga efectiva la salida del acuerdo, en 2020. “Será extraño seguir viendo a los delegados de un país que ha decidido salirse del acuerdo”, advirtió un negociador, que alertó del riesgo de que los diplomáticos estadounidenses se conviertan en elementos de bloqueo durante los próximos cuatro años.

Destinado a sustituir en 2020 al Protocolo de Kioto, el Acuerdo de París tiene como objetivo mantener la temperatura media mundial por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales. No obstante, el texto recoge que los países se comprometen a llevar a cabo todos los esfuerzos necesarios para que no se superen los 1,5 grados y evitar así los impactos más catastróficos del cambio climático. Se da la circunstancia de que, por primer vez, el Acuerdo de París hizo coincidir a los países más contaminantes y a los más vulnerables. El Acuerdo de París, en vigor desde el 4 de noviembre de 2016, es el primero global contra el cambio climático.

Para que resultara efectivo era necesario su ratificación por parte de al menos 55 países representantes del 55 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Esa meta se alcanzó el 5 de octubre, cuando la Unión Europea (UE), que representa el 12 por ciento de las emisiones, entregó los documentos de ratificación del Acuerdo en la sede de la ONU. Firmado el 22 de abril como primer paso hacia la ratificación, el Acuerdo de París fue adoptado el 12 de diciembre de 2015 por 195 países signatarios de la Convención Marco de la ONU sobre cambio climático y la Unión Europea, en el transcurso de la 21 Conferencia de las Partes (COP21).