La última audiencia en el juicio oral a siete personas acusadas de integrar una organización narcocriminal tuvo el condimento del testimonio del gendarme que detuvo al sindicado jefe, Delfín Reynaldo Castedo, el 22 de julio de 2016, en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires. 

El testigo integraba el equipo de Gendarmería Nacional destinado a dar con el paradero de Delfín Castedo, que para entonces llevaba casi diez años prófugo de la justicia provincial y varios años sin presentarse a los requerimientos de la Justicia Federal

Sobre el  momento de la detención, el gendarme dijo que cuando Castedo caminaba hacia la camioneta en la que se movilizaba le salió al encuentro dándole la voz de alto mientras le mostraba la credencial. Lo que siguió después se desarrolló "en segundos": el prófugo corrió hasta el vehículo, que estaba a unos "10, 15 metros", e intentó encenderlo, mientras el gendarme le pidió que saliera pero, viendo que seguía empeñado en escapar, rompió el vidrio de la ventanilla con su arma reglamentaria y lo sujetó. Hubo un breve forcejeo porque en seguida llegaron otros tres gendarmes de apoyo.

El fiscal quiso saber si Castedo había alcanzado a encender la camioneta: "Gracias a dios, no", respondió el gendarme. "Digo gracias a dios por mí, porque si arrancaba iba a salir despedido", se explicó.

El gendarme contó también un dato interesante: recordó que ni bien fue detenido Castedo lamentó que esto ocurriera a solo tres meses de que se cumplieran diez años, aparentemente en referencia a la posibilidad de que prescribiera la causa en la que está imputado de ser el coautor intelectual de la muerte de la pequeña productora rural y comerciante Liliana Ledesma, asesinada a cuchilladas el 21 de septiembre de 2006, en Salvador Mazza

El gendarme recordó como fue que llegaron a los primeros indicios sobre el destino del prófugo. Con las escuchas a personas allegadas a él, el primer dato lo obtuvieron de una conversación entre Ricardo Erva, que para entonces era el encargado de las fincas de Castedo y en diciembre de 2016 fue detenido por narcotráfico, y un tal "Don Ricardo" (sería Ricardo Martínez Cuéllar, o Rolando Roberto Martínez Gutiérrez, también detenido después por narcotráfico). Este hombre, que reclamaba una carga perdida, exigía hablar con Castedo, Erva le dijo que no se podía porque estaba de vacaciones en el sur con su pareja, Melba Araujo, que también está siendo juzgada en este proceso, y sus hijas. 

Este dato llevó a los investigadores a buscar en las redes sociales de estas personas y obtuvieron otro dato, fotos de estas mujeres en un hotel en Buenos Aires; a su vez el dosel o respaldar de una cama les permitió identificar el hotel, donde montaron guardia hasta que la paciencia les rindió y Araujo los llevó a Castedo, que se movilizaba en una Toyota Hilux cuya patente LIS160, el testigo alcanzó a memorizar. Así supieron que estaba a nombre de Eduardo Héctor Lungo, una identidad falsa que ya sabían que usaba el supuesto capo narco. Un día ubicaron la camioneta estacionada, e hicieron guardia hasta que Castedo vino a ella. 

El comisario adicional 

Este gendarme también refirió las llamadas entre Eduardo "Pinto" Torino, corredor inmobiliario que también está siendo  juzgado como integrante de esta organización criminal, y Castedo, dijo que hablaban de la finca El Aybal, del desalojo del productor rural Pilar Rojas y, en relación a eso, con un comisario de apellido González y de la pretensión de presionar al fiscal penal de la provincia Armando Cazón. "Torino le daba cuenta a Delfín Castedo de todas las actividades tanto en El Pajeal como en El Aybal", sostuvo. Añadió que ambos "utilizaban" al comisario González y a Micaela Romero, señalada como otra persona de confianza de Castedo. 

"En ese momento el comisario González formaba parte de la plana mayor de Salvador Mazza", recordó además. Precisó que con los teléfonos intervenidos escucharon dos pedidos de dinero de parte del policía a Torino, y cuyos pagos Castedo autorizó: la primera vez pidió $15 mil y luego $5 mil. La primera vez aducía que su mujer estaba enferma y el segundo pago fue a cambio de que obtuviera información de la Fiscalía de Salvador Mazza y agilizara los trámites de desalojo de Rojas. 

El fiscal le consultó si estos pagos podrían ser en concepto de servicios adicionales legítimos de la Policía: el gendarme lo negó con énfasis, dijo que ni siquiera es seguro que la policía realice adicionales en ese lugar. En la audiencia anterior Castedo había asegurado que el pago a policías era por servicios adicionales. 

Por otro lado, el gendarme también recordó que Torino le decía a Castedo que contaban con amigos en la Procuración General de la Provincia y en la Corte de Justicia para presionar a Cazón."Cuando Torino estaba acá (en el norte de Salta) le rendía de todo cuanto sucedía (a Castedo)", sostuvo. 

El gendarme también dijo que la organización mostraba "una complejidad impresionante en las comunicaciones", con lenguaje encriptado o con códigos, y que eso agregaba dificultades a la investigación. Asimismo, entendió que Torino sabía que Castedo estaba prófugo de la justicia cuando trataba con él, porque "en el norte era de público conocimiento" que se había fugado desde el crimen de Liliana Ledesma, asesinada luego de que denunciara el cierre de caminos vecinales para posibilitar el contrabando. 

Diez de conducta 

En la última audiencia también declararon oficiales del Servicio Penitenciario Federal (SPF) que cumplieron funciones en el Centro Federal Penitenciario Noroeste Argentino, ubicado en General Güemes, en momentos en que Delfín Castedo y su hermano, Raúl Amadeo "Hula" Castedo, estaban alojados en ese lugar. 

El oficial Diego Turiano, que estaba a cargo de la seguridad interna, recordó que Delfín Castedo estaba en el sector Funcional 3, que recibieron información de que "aparentemente estaba ofreciendo plata para tener una evasión desde el Complejo" o para tener apoyo desde afuera, dijo. Se hablaba de Castedo y otros internos que se preparaban a fugar, de apellidos Rodríguez, Yañez y Guaraz. 

El oficial detalló que como medida preventiva llevaron a Castedo a otro sector de la cárcel, más seguro, y pidieron que fuera trasladado a otro penal de mayor seguridad. 

Por otro lado, el oficial reconoció que Castedo era un detenido no problemático. "Nunca hemos tenido inconvenientes por indisciplina", dijo.

El alcaide Alejandro Flores, que el 20 de enero de 2018 firmó una nota pidiendo el traslado de Castedo al penal de Ezeiza (donde se encuentra ahora, igual que su hermano) explicó que el SPF tiene categorizados los complejos penitenciarios de acuerdo a la seguridad, de la A a la D. Los penales de categoría A son los de mayor seguridad, el Centro Penitenciario NOA es categoría C.  

El testimonio de los oficiales penitenciarios se completó en parte con el de la abogada Cynthia Zamora, que se desempeña en el SPF y en 2018 cuplía funciones en el Centro NOA. La letrada fue citada porque en su momento envió un informe en el que se calificaba a Castedo con un diez de conducta, pero explicó que la Junta Calificadora era la que hacía una valoración de las personas detenidas, y que la puntuación de un detenido nuevo arrancaba de 8. Y dijo sobre el sindicado capo narco: "En su momento se trataba de un interno procesado común". 

El fiscal quiso saber qué correlato había entre esta calificación y el pedido de traslado, pero la abogada tampoco aportó mucho: "No le podría responder eso", dijo, y aclaró que el oficial Turiano (que había declarado antes) podría responder eso, dado que integraba la Junta Calificadora. 

Por otro lado, ocurrió una situación curiosa con un gendarme (que había participado de la investigación para dar con Delfín Castedo) cuyo testimonio había sido propuesto por la defensa de los hermanos Castedo. Sin embargo, cuando el presidente del Tribunal, Federico Díaz, le dio la palabra al abogado Mariano Alvarez para que iniciara el interrogatorio, el defensor dijo que lo había desistido. El juez le aclaró que figuraba en la lista de testigos y por eso lo habían llamado, independientemente de eso, "no hay problema, doctor, si usted quiere desistirlo", añadió. Alvarez confirmó el desestimiento, entonces el presidente preguntó si alguien más iba a preguntar y el fiscal Viltes Monier aprovechó la circunstancia. 

Así, el gendarme recordó el robo a la casa de Delfín Castedo, cuando ya estaba detenido, unos hombres entraron a la casa en Salvador Mazza, ataron a una de sus hijas y se llevaron $50 mil, una computadora y un teléfono. Este robo fue justo cuando Erva recibía insistentes llamados de "Don Ricardo" reclamando la pérdida de un cargamento que presumiblemente era de droga. Ese reclamo derivó luego en amenazas, incluso proferidas por otros hombres que por su tonada parecían ser de Colombia, que al parecer eran los dueños de la carga perdida, que para ese entonces ya eran dos cargas.