Tras su premiere mundial en la 46° edición del Toronto International Film Festival (TIFF), y luego de haber recorrido numerosos festivales internacionales, "Matar a la bestia", la ópera prima de Agustina San Martín, empezó este mes su arribo a las salas argentinas; y Salta no quedó exenta. Este último fin de semana, el film se proyectó en el Espacio INCAA de Orán, donde el público pudo seguir la vida de Emilia, una adolescente de 17 años que, rodeada por un contexto opresivo, comienza a transitar su despertar sexual casi sin querer. 

"Me gusta pensar que la película es como un exorcismo queer", expresó San Martín, quien aseguró que toda esa transición que vive su protagonista "va sucediendo a su pesar". "Como fuerzas, el miedo y el deseo parecieran luchar tanto adentro como afuera de ella", manifestó. 

La historia transcurre en un pueblo religioso de Misiones e inicia cuando Emilia llega al lugar en búsqueda de su hermano, ya que quiere resolver un asunto con él. Para eso se aloja en la posada del monte de su extraña tía Inés donde, según los rumores, hace una semana apareció una bestia. Y según dicen, esta bestia es el espíritu de un hombre malo que habita el cuerpo de distintos animales.

En ese sentido, remarcó el contexto geográfico y subrayó que en América Latina, la mayoría de los mitos involucran a figuras masculinas que violan, como sinónimo de "corregir", a las niñas que desobedecen las reglas o a sus padres. La realizadora aseguró que los "hombres malos" no son demonios ni son monstruos, sino que "son hijos sanos de una sociedad perturbada". 

"Y así, mientras el pueblo busca monstruos en la selva, la protagonista se atreverá a buscar a su hermano. Cuando dejan de ser temidas, las bestias se deshacen", manifestó, como forma de adelanto a la trama. San Martín expresó que lo que se verá está "entre lo real y lo mitológico, lo humano y lo animal, la culpa y lo sexual". Y es con todas esas dicotomías que Emilia buscará enfrentarse con su pasado. 

La directora aseguró que al momento de imaginar sus películas, hay algo de horror que la interpela. "La respuesta es bastante nihilista: el horror está en todo", afirmó, y para ello, se trasladó a su propia infancia y adolescencia donde confesó que sufrió de insomnio un gran tiempo. De allí le surgieron inagotables recuerdos de noches enteras, oscuras, silenciosas, en las que el mundo se sentía un lugar amenazante. 

Por eso supuso que le fue sencillo creer en lo simbólico, lo intangible y lo supuestamente irreal. "Para mí, las noches se trazaban en una línea invisible entre lo físico y lo inexplicable, donde nada tenía más fuerza que lo otro sino que todo se sumergía en la negrura", manifestó, asegurando que hizo uso de esos horrores y los usó, pues siempre le  "fue curativo para encontrarle belleza a esa oscuridad". 

Todo ello derivó en que las imágenes de su película fueron diseñadas pensándose como cuadros. Todo el equipo estaba en la búsqueda de encontrar el ensueño en todo ya que el objetivo era que "se sientiera como un universo paralelo, como la realidad invertida". Bajo ese fin, seleccionaron elementos ordinarios que pudiesen sentirse extraordinarios con tan sólo un detalle en la luz o un brillo, debido a que se pretendía "enredar lo real y lo imaginario como si la película misma estuviese vista bajo la mirada de Emilia", afirmó.

Para San Martín, hay otro aspecto a destacar en la película, y es la vinculación de lo femenino y el horror. Para ello, se remontó a cómo se construyó el estereotipo de las niñas, señalándolas como indefensas, teniendo como principal ejemplo, la circulación por la vía pública. 

"¿No es el horror constante una respuesta orgánica a eso? Por eso me interesó contar historias en las que las protagonistas femeninas aprenden sobre su propia fuerza", precisó, pretendiendo " desafiar esa condenada pasividad que se nos ha construido como lugar en el que habitar". 

Un deseo absoluto 

En diálogo con Salta/12, la directora contó que la película nació como un deseo absoluto de hacer cine. "Es mi primera película y creo que las primeras vienen cargadas de muchas otras cosas y de pasiones contenidas a los largo de los años", pues aseguró que sentía estar en una desesperación constante de querer contarlo todo. En su caso, su ópera prima le llevó 10 años. 

Desde un primer momento sabía que su película iba a tener una adolescente como protagonista, que iba a encontrarse con su deseo sexual. Pero al planter esta primera idea, San Martín se encontró con diversas discusiones entre colegas. Por ejemplo, le cuestionaban el por qué todos los porcentajes de participantes del film tenían que ser femeninos. También le decían que "no existía una línea política correcta para tener la mirada de una joven mujer" en la dirección.  

Para la directora aún resulta "loco" este hoy, ya que no puede evitar comparar el contexto social donde se plasmaban esas primeras discusiones, con el momento actual donde finalmente se produjo y estrenó la película. "Después de tanta espera, cayó en el momento en que tenía que caer", afirmó. Aún así, recordó que en esos primeros años, ya se plasmaba un cambio de paradigma con respecto al colectivo LGBTIQ, para ese entonces el debate por la Ley de Identidad de Género ya estaba presente. 

Con la gira por Argentina ya iniciada, aseguró que la pelicula "llegó en un buen momento para hacer ruido". La producción del film arrancó en 2016, la filmación se realizó en febrero de 2019, y, a fines de ese año estaba en marcha el montaje. San Martín contó que le gusta tener tiempo para editar porque le significa "darle aire al montaje", permitiendo que "la película hable". Lamentablemente llegó la pandemia y el proceso se detuvo un tiempo. 

Hoy la directora manifestó estar emocionada mientras todavía termina de entender el fenómeno que se dio ni bien estrenó la película en septiembre del año pasado en Toronto. Reconoció que llegó a pensar que ópera prima no le iba a gustar a nadie y no lograría tener adherentes, pero para su sorpresa, y con las giras presenciales en distintas provincias, pudo palpar que "a mucha gente le gustó" su producción.  

Fue en la 36º edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que "Matar a la bestia", obtuvo una Mención Especial de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina y el Premio a mejor diseño de locaciones de APPLA. También, en el Festival de Huelva se alzó con el Premio a la Mejor Obra Audiovisual con Perspectiva de Género, que entrega La Asociación Andaluza de Mujeres de Medios Audiovisuales.