Este viernes 20 de mayo una multitud caminó esta noche por las calles de Montevideo en la 27ma edición de la Marcha del Silencio para reclamar verdad y justicia por los desaparecidos de la última dictadura, que volvió a ser presencial después de dos años de pandemia, y que se hizo bajo la consigna "¿Dónde están? La verdad sigue secuestrada: Es responsabilidad del Estado”.

La primera Marcha del Silencio tuvo lugar en 1996, cuando se cumplían 20 años de impunidad de cuatro asesinatos, los de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw, y de la desaparición de Manuel Liberoff. Todo fue orquestado en el marco del Plan Cóndor, la coordinación represiva entre las inteligencias militares de los países de la región entre los años 70 y 80. Desde entonces, cada 20 de mayo miles de personas se reúnen en distintos puntos de Uruguay para recordar a las víctimas de la dictadura cívico-militar exigiendo memoria, verdad y justicia mientras, en lo alto, sostienen fotografías con el rostro de los 197 desaparecidos.

En este contexto, la de Sara Méndez es una de las tantas víctimas de ese terrible momento de la historia de nuestro territorio.

Ella recuperó a su hijo Simón, el cual fue secuestrado cuando tan solo era un bebé, a unos 20 días de haber nacido y se reencontró con él cuando ya era adulto.

Sara recordó en AM750 que su caso, “fue el primero masivo” y fue “emblemático” porque no se acostumbraba a dejar con vida a los secuestrados.

Además afirmó que las Fuerzas Armadas de Uruguay se manejaban “con total impunidad”, yendo a lugares de trabajo de los exiliados por el golpe de estado, como lo fue ella, que vivía y trabajaba en Buenos Aires.

Y agregó que “Argentina era el país del Cono Sur que pasó a ser el hervidero donde las Fuerzas Armadas de la región para capturar a los exiliados políticos de otros países”.

Por otra parte, sostuvo que su pelea, que se reflejó en la marcha multitudinaria, “Es fruto de una lucha constante muy compleja”, ya que no se investigaba y no quería juzgar a los responsables y la excusa era que las desapariciones se producirían en Argentina y que “los militares argentinos eran todos asesinos”, dijo.

La razón de haber sobrevivido a sus captores, según sus palabras, es porque al gobierno de facto “se le estaba exigiendo que comenzara un cronograma de apertura democrática”.

“Haber sobrevivido sirvió para para poder arrojar un poco de luz a toda esa maraña tan negra de la dictadura”, señaló.

Su relación con las Madres de Plaza de Mayo

Méndez contó que estuvo presa hasta 1984 y, luego de recibir su libertad vigilada, se contactó con la recordada María “Chicha” Mariani de Abuelas de Plaza de Mayo, ya que parecía tener un dato sobre su hijo.

En este contexto, se puso a trabajar con los casos de hijos de detenidos uruguayos, y recordó que encontró al primero de ellos, Amaral, el cual fue el primer secuestrado en 1974.

El reencuentro con su hijo

Sara conoció a Simón con 26 años de edad. Él fue criado por un policía que trabajaba en el Ministerio del Interior en la dictadura. Fue su apropiador.

Sara insistió que “su lucha fue muy compleja”, porque luego de 26 años que “encierran toda una historia”, pidió que no lo llamaran Simón, sino Aníbal, el nombre que le puso su apropiador.

“Había que respetarla, y había que entenderla para poder penetrar en esa historia y que él penetre en la nuestra”, afirmó.

Por último denunció que “el secuestro de niños fue lo más aberrante que sucedió en el terrrorismo de estado en nuestra región”.