Bajo de la Alumbrera es la primera mina a cielo abierto del país que finalizó sus operaciones. Entre 1997 y 2018, el consorcio de empresas liderado por Glencore, Goldcorp y Yamana Gold extrajeron cobre, oro y molibdeno a razón de unas 110 mil toneladas diarias de molienda. Ubicada en Catamarca, cerca de las poblaciones de Belén, Santa María y Aldalgalá, fue la mina metalífera más grande del país.

Las firmas Yamana Gold, Glencore y Newmont buscan continuar sus operaciones con la explotación del yacimiento Agua Rica, utilizando parte de las viejas instalaciones de Alumbrera. Se trata de un megaproyecto de infraestructura, que promete un fuerte incremento de las exportaciones e impulso al empleo local, aunque enfrenta, desde hace muchos años, la resistencia de parte de las comunidades aledañas, preocupadas por el riesgo de impacto en la cantidad y calidad del agua, entre otras cosas. 

Esto se da, por un lado, en medio de un renovado impulso que el Gobierno nacional quiere dar al sector minero, como vía para la obtención de divisas; por el otro, con recientes episodios de movilización ambiental que elevan la vara de la comunicación oficial y empresarial y obligan a mejorar la participación social. Recientemente en Andalgalá hubo un episodio de violencia policial que dejó heridos en una protesta contra el proyecto de Agua Rica.

El yacimiento de cobre de Agua Rica está ubicado a solo 35 kilómetros en línea recta del viejo yacimiento de Alumbrera y a 17 kilómetros del pueblo de Andalgalá. Agua Rica tiene incluso mayor potencial de producción que Alumbrera.

A pesar de las promesas de salvación en torno a la minería en Catamarca, Alumbrera durante varios años no movió el amperímetro del empleo y el desarrollo en las poblaciones aledañas al proyecto, más allá de su fuerte impacto en las finanzas provinciales y nacionales y en la provisión de divisas. La participación popular obligó a la firma a amplificar los vínculos productivos no sólo con las empresas nacionales sino con las municipales.

El cierre

Página/12 recorrió el enorme predio en donde hasta hace unos años funcionó Alumbrera. A lo largo de la explotación de Alumbrera se realizaron dos pozos de extracción de roca. El pozo principal tiene forma ovalada, un diámetro de 2 kilómetros en su parte más ancha y una profundidad de 850 metros. En 2016, con la eliminación de las retenciones mineras, se estiró la vida útil de la mina mediante la realización de un segundo poco de extracción, de dimensiones algo menores que el principal.

Las millones de toneladas de material extraídas de los pozos de perforación que no contienen metales en una cantidad tal que sea económicamente relevante se fueron depositando en montículos de hasta 30 metros de alto que cubren una superficie total de casi 30 hectáreas en las sierras que anticipan el comienzo de la Cordillera.

A su vez, el agua junto a los compuestos químicos que permiten separar el metal de la roca se depositó a lo largo de veinte años en el dique de cola, un gigantesco lago que supo ocupar una superficie total de 5 mil hectáreas. Hoy en día, en parte se fue secando y ese espejo, por legislación ambiental, no puede estar en contacto con el agua que más abajo consumen las poblaciones.

“El negocio de la megaminería demora 15 años en planearse, entre 3 y 4 en la construcción de la infraestructura, tiene 20 años de operación (o más) y 30 años de postoperación”, resume Nicolás Bareta, gerente general del proyecto MARA. El cierre de operaciones en minería es un pasivo que se contabiliza desde el primer día. Al momento de la finalización de actividades, el valor presente neto del flujo de fondos necesarios para todas las tareas de remediación es de 150 millones de dólares.

La dimensión de la intervención ecosistémica de Alumbrera es equivalente al desafío que presentan las tareas de remediación ambiental para las empresas, gobiernos y organizaciones comunitarias. Se trata de una experiencia que además de ser inaugural en el país no presenta muchos antecedentes a nivel mundial.

A lo largo de sus veinte años de operación, las instalaciones de Alumbrera llegaron a albergar a 2000 trabajadores, con sus dormis, restaurant, quincho, salón de juegos, plaza seca y hasta canchas de tenis. “Hoy en día hay unas 200 personas, abocadas a las tareas de cierre de mina. El resto fue desvinculado. Parte del antiguo plantel actualmente trabaja en los salares de litio. Antes del cierre, se organizaron cursos de gastronomía y emprendedurismo para ayudar a la reinserción laboral”, explicó a Página/12 Daniel Moreno, superintendente senior de mina de Alumbrera.

Según el economista Daniel Schteingart, coordinador del Plan Argentina Productiva 2030 y director del CEPXXI, desde 2020 la minería metalífera pasó a ser el sector de mayores salarios de toda la economía, con un sueldo promedio que triplica a la media del sector formal.

Alumbrera tuvo fuerte impacto en los indicadores económicos de Catamarca. La actividad minera pasó del 1 por ciento del producto bruto provincial (PBG) al 61 por ciento en 2016. En 23 años, el PBG se incrementó en casi un 80 por ciento. En 2017, las exportaciones de la Alumbrera representaron el 77,4 por ciento de las exportaciones de Catamarca y el 12,8 por ciento de las exportaciones de la minería argentina.

Sin embargo, admiten en la propia empresa, durante muchos años el impacto sociolaboral en las comunidades aledañas fue bajo. “Hasta las gorritas de Alumbrera las hacían traer de afuera”, grafican. Los fuertes cuestionamientos de la actividad minera y el cambio del clima de participación social respecto de los años ’90 motivaron también un giro en la concepción de la firma respecto de la relación con las comunidades vecinas. “Tanto Alumbrera como Agua Rica son proyectos únicos por la cercanía que tienen con las comunidades de Santa María, Belén y Andalgalá. No ocurre lo mismo en otras partes del país como San Juan, Santa Cruz o los salares”, admite Nicolás Bareta.

Remediación

Una parte de las tareas de remediación se concentra en tapar el material que se extrajo y que está depositado en los montículos de hasta 30 metros de alto que cubren una superficie total de casi 30 hectáreas. En la jerga minera, a esas colinas se las llama botadero. La lluvia no debe entrar en contacto con la roca que proviene de la explosión de la montaña, para evitar la acidificación del suelo.

“A través de modelos matemáticos se midió cuánto material debíamos poner arriba del botadero para evitar la acidificación por la lluvia. Esto se controla a través de un sistema de dron, que permite ver la silueta del botadero antes y después de la tarea de remediación”, explica Nicanor Elizondo, responsable de Medio Ambiente de Alumbrera. La empresa calculó que la lluvia penetra 70 centímetros en la capa de material, por lo cual está incorporando 1,5 metros de cobertura para evitar ese contacto. A la vez, se están insertando 2500 plantas originarias de la zona por hectárea. “La fisonomía en los botaderos debe quedar similar a los cerros no intervenidos”, indica Elizondo.

“De la voladura sale material mineral y material estéril. Dentro del material estéril hay pirita y hay material benigno. El benigno reduce la acidez y la pirita lo potencia”, describe Elizondo. Tres camiones Caterpiller, de los 55 que en su momento había en funcionamiento, trabajan descargando material benigno sobre la pirita en los botaderos.

El otro gran objetivo de la remediación ambiental es el dique de cola. En esta megapiscina se acumula el relave de la operación de separación del cobre y el oro los minerales que económicamente no son de interés. En el caso de Alumbrera, dicha separación se realiza mediante la aplicación de reactivos y espumantes.

El agua es uno de los principales insumos de la actividad minera. Alumbrera extrajo agua del acuífero subterráneo del Campo del Arenal, ubicado a cuatro kilómetros de la planta. Según un trabajo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) en base a los propios informes de Alumbrera, la empresa utilizó el 98 por ciento del permiso obtenido para extraer 800 litros de agua por segundo del acuífero. Esto implica un consumo de 25 mil millones de litros anuales, una magnitud muy relevante en relación al consumo de agua de toda Catamarca.

Según Mario Hernández, director de Relaciones Institucionales de Yamana Gold, el sistema de bombeo descentralizado instalado en el Campo del Arenal permitió evitar el sobreuso del recurso, aunque sí sucedió que el nivel de agua del acuífero se redujo a causa de las operaciones de la empresa. Con el cierre de la mina, lentamente el acuífero comenzó a recuperar su nivel histórico, explican en Yamana.

El material que se encuentra depositado en el dique de cola no puede entrar en contacto con las napas de las que, aguas abajo, hacen uso las comunidades. La remediación consiste en la cobertura de todo el dique de cola con medio metro de material mineral benigno.

El proyecto de MARA apuesta a utilizar el mismo dique de cola durante los primeros años de operación de Agua Rica. Posteriormente, haría uso del pozo de extracción del mineral que se usó entre 2015 y 2018, para depositar los efluentes. Ese segundo pozo tiene 500 metros de profundidad y 350 metros de diámetro.

La apuesta de las empresas es también reutilizar el mineraloducto que construyó Alumbrera, una tubería de 317 kilómetros que lleva el concentrado hasta Tucumán, desde donde se carga en tren hasta Puerto General San Martín, provincia de Santa Fe. Para la reutilización de la planta de molienda, se construiría una cinta transportadora de 35 kilómetros que a través de un túnel que tendría que atravesar una montaña. MARA aportaría un promedio de 1697 millones de dólares anuales en exportaciones.

A pesar de que MARA utilizará parte de la infraestructura de Alumbrera, se prevé una inversión en construcción de casi 3 mil millones de dólares, durante la cual se crearían 3500 nuevos empleos. En la operación trabajarían 1000 personas. La principal preocupación ambiental de las comunidades aledañas, particularmente en Andalgalá, es la cantidad y calidad del agua, ya que Agua Rica se instalaría cerca del río Minas, que alimenta al río Andalgalá.

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