Producción: Natalí Risso

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Aumentar la oferta

Por María Florencia Ojea (*)

“Vísteme despacio que estoy apurado”, dijo Napoleón hace dos siglos y hoy esa primera acción pareciera ser todo un privilegio. La inflación de 6,0 por ciento reportada por Indec para este abril fue liderada por el sector de indumentaria y prendas de vestir que alcanzó un 9,9 por ciento mensual y acumula un 29 por ciento en lo que va del año. Más allá de una estacionalidad propia del recambio de temporada, el dato preocupante fue el 73,4 por ciento de inflación interanual.

Depreciación del tipo de cambio, recuperación de márgenes de ganancia, suba del precio de commodities. Esos fueron algunos de los argumentos esgrimidos por representantes del rubro para explicar los precios que se presentan insostenibles, al menos, de cara a las/os consumidoras/es. ¿Cuánto hay de cierto en ellos y cuál es la realidad productiva del sector?

La cadena textil-indumentaria constituye una de las más extensas y cuenta con elevados encadenamientos productivos, que empiezan por los productores de fibras naturales y sintéticas, utilizadas como insumo en las hilanderías y tercerizadas por empresas diseñadoras para la confección de prendas en las fábricas. La agregación de valor es significativa y el entramado de eslabones complejiza el proceso de conformación de precios.

Del lado de la producción, los últimos datos de actividad publicados por Indec, muestran que el sector textil-indumentaria registra al 2021 una recuperación a niveles prepandémicos. Según un informe elaborado por el CEP XXI el crecimiento fue de un 21,8 por ciento respecto a marzo del 2019 para el rubro textil, indumentaria y cuero (superior al 15,4 por ciento de la industria), reflejado además en la suba de la utilización de la capacidad instalada por encima de los valores de 2019 (54 vs. 50 por ciento). En cuanto a la estructura de costos, el tipo de cambio no se presenta como un factor determinante en el aumento de precios, con movimientos por debajo de la inflación. En cambio sí es interesante analizar el incremento del precio del algodón, el cual representa en Argentina alrededor del 20 por ciento del costo de producción de textiles. Fundamentalmente el último año, el algodón subió 73 por ciento en dólares y, si bien se produce en el país, se mueve a precio internacional por tratarse de un commodity.

Del lado del empleo, el sector inició 2022 con más de 92.000 empleados privados formales y creció 5,0 por ciento respecto a 2021, la décima alza interanual consecutiva luego de haber experimentado más de cuatro años de contracción.

Crece la producción, se recupera el empleo y los márgenes de ganancia. ¿Pero qué pasa con los salarios? ¿Cómo participan las y los trabajadores en este crecimiento? Según datos del SIPA, no sólo constituye un sector con alto porcentaje de informalidad (22,4 por ciento en el segmento de productos textiles y 57,8 por ciento en indumentaria, para el período 2016-2020) sino que es una de las ramas con menor remuneración para el empleo registrado, un 27 por ciento inferior al promedio de la industria. Entre 2017 y 2022, los precios de prendas de vestir se incrementaron casi 50 por ciento más que los salarios del sector. Particularmente, el segmento Preparación e hilandería de fibras textiles logró recuperar el poder adquisitivo perdido en pandemia pero sigue casi 25 puntos por debajo de 2015, y debió haber crecido unos 50.000 pesos más para equiparar la evolución de precios de Prendas de vestir.

Paradójicamente se trata además de un sector que goza de políticas de protección estatal. Entre ellas: la modificación de las alícuotas de comercio exterior con una baja en derechos de exportación y una suba en el piso de reintegros a la exportación en función del valor agregado; el sector está protegido con Licencias No Automáticas; se han establecido líneas de crédito para la reactivación PyME; se lanzó el Programa “Acción Moda”, con más de 70 marcas nacionales de ropa que venden al menos 15 prendas a precios accesibles. Y constituye asimismo un rubro que, como afirma un informe de la Secretaría de Política Económica, ha observado en los últimos dos años los mayores desembolsos de inversión (152,0 millones y 159,3 millones de dólares) motivados por ampliación de producción, adquisición de maquinarias y nuevas líneas de producción vinculados al contexto de la pandemia.

Así, en los últimos días y en línea con las diferentes lecturas que explican el incremento de precios del sector, han circulado posibles soluciones tales como aumentar la oferta productiva, incorporar más tecnología, desplegar todo el potencial del sector o incrementar las exportaciones. Las repercusiones han sido muchas y las costuras aún se están hilvanando… veremos cómo termina el vestido.

(*) Analista económica del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

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El foco en la cadena

Por Ariel Romano (**)

El sector textil aparece nuevamente en el centro de la escena en medio de la escalada inflacionaria que sufre la economía argentina. Según datos del Indec, el rubro “Prendas de vestir” es el de mayor aumento desde abril de 2021, acumulando una suba del 73,4 por ciento en el último año (15 puntos porcentuales más que el índice general). En cuanto a los precios mayoristas, el aumento para “Productos textiles” fue del 62 por ciento.

Para empezar a entender lo que sucede, es importante diferenciar el funcionamiento hacia adentro del encadenamiento textil. Existen dos grandes eslabones en la cadena: el primero es el de “Fibras, hilados y tejidos”, el cual es capital intensivo y tiene una alta concentración debido a las altas economías de escala requeridas. El segundo, es el de “Confección de prendas de vestir”, el cual es mayormente mano de obra intensiva y muy atomizado.

¿Qué factores podrían explicar entonces estos aumentos? Si bien todo el sector en su conjunto (ambos eslabones antes mencionados) cuentan con protección comercial, es prendas de vestir el que más protegido está, según un informe del Ministerio de Economía. Es decir, se administra el comercio con el objetivo de evitar la entrada de competencia vía importaciones.

Asimismo, el segmento de la Confección tiene otras particularidades. Se trata de un sector que además de ser muy atomizado, tiene mucha informalidad y presencia de inmigrantes. En dicho segmento la caída en la actividad económica desde 2018, junto con el aumento del tipo de cambio, generó una fuerte reducción de la capacidad productiva por ejemplo, por un menor incentivo de los inmigrantes a trabajar en Argentina para mandar remesas a sus países. La pandemia también fue un factor determinante, dado que muchos talleres se disolvieron o se redujeron por el temor al contagio.

Por otra parte, en los primeros 3 meses de este año aumentó la producción de la Prendas de vestir en un 26 por ciento y sumado a la mencionada caída en la capacidad productiva de Confección, se evidenció un fuerte aumento en los costos (mayor demanda que oferta).

Adicionalmente, el precio internacional del algodón aumentó un 71 por ciento. Según datos del mencionado informe del Ministerio de Economía, el algodón representa en promedio aproximadamente el 20 por ciento del costo de las prendas.

En síntesis, la caída en la capacidad productiva de confección, la falta de oferta de producto importado por la administración de comercio y el aumento del precio internacional del algodón, son las principales explicaciones a las presiones al alza de los precios al consumidor final. El Estado debería poder encontrar un equilibrio entre la protección comercial y la posibilidad de acceso a vestimenta a precios competitivos.

(**) Economista del Observatorio de Coyuntura Económico y Políticas Públicas (OCEPP).