Elbi Olalla toca el piano y hace tango. Aunque en rigor, la definición se queda corta. Es que la mendocina hace tango, toca el piano, compone, dirige dos orquestas (Altertango y la Sísmica Mercalli), enseña y es una gestora cultural indispensable para entender el presente del tango en Cuyo. Produjo la sede local del Festival de Tango Independiente y alguna edición del ciclo “Tango en los caminos del vino”. Con los 17 años de Altertango se convirtió en una referente de sus colegas y su generación. De visita en Buenos Aires, tocará hoy a dúo con Alejandro Guyot en la Milonga Amapola (La Paz Arriba, Montevideo y Av. Corrientes), en una velada en la que compartirán cartel con otro dúo, compuesto por Julio Coviello y Edgardo González. El esquema se repetirá en La Caipo (9 entre 58 y 59, La Plata) el sábado. Y de yapa, mañana la mendocina participará junto a Juan Serén del inicio del ciclo La Trova Tanguera, organizado por Cintia Trigo en Hasta Trilce (Maza 177) junto a nombres como Juan Lorenzo, Marisa Vázquez, Pacha González y Natalia Lagos.

La ocasión es una excusa ideal para repasar los múltiples proyectos de la pianista, que incluyen –por si todo lo anterior no alcanzara– una próxima participación en el tercer disco de Acorazado Potemkin, el power trío indispensable de la escena rockera independiente, según comentó el propio guitarrista de la banda en las redes sociales. “Con ellos sentí lo que pocas veces, eso que me pasa con los chicos de 34 Puñaladas o con Julio Coviello: una cosa de hermandad musical, de sentirse identificada con su forma de trabajar, de pararse arriba del escenario, de ser”.

Sobre la serie de recitales de estos días, destaca la ductilidad del formato de piano y cantante a dúo, que le “permite a cada uno ser quien es”. Con Guyot, cantor en 34 Puñaladas, llevan colaborando juntos desde hace cinco años, cuando se internaron a grabar algunos temas. “Con Ale somos hermanos musicales, en Fargüest (anteúltimo disco de Altertango) hay tres temas con letra suya y música mía, con 34 puñaladas hicimos mucho juntos, él fue a Mendoza a dar un taller para colegas en mi casa y el encuentro musical con él siempre es placentero”, cuenta Olalla. Hace unos meses volvieron a coquetear con la idea de armar un dúo y hasta grabar un disco. Cuando al mismo tiempo Coviello y González se juntaron por las suyas, apareció la idea de dar recitales en conjunto. “Con él haremos algunos tangos, cositas medio de piano-bar, como una versión de ‘Corazón delator’, el ‘Héroes’ de David Bowie, pero es un espacio donde el repertorio no importa tanto como el sonido o la dinámica”, analiza antes de soltar ejemplos de otros palos, como Concha Buika, Cigala y Valdez o Jarvis Cocker y Chilly Gonzales. “Las duplas permiten encuentros súper íntimos que los grupos más grandes no; cuando toco con Altertango, con la Sísmica, no puedo empujar al cantante a lugares desconocidos, pero en este tête-à-tête el cantante recibe una info, te la devuelve, y todo eso en vivo está buenísimo. Más con Ale, que es un cantorazo de estirpe y con muchos recursos”.

En la Trova Tanguera la cosa va por otro lado, cuenta. “Cintia Trigo armó una movida de duplas compositivas en torno a temáticas actuales, como violencia de género, pobreza, otras violencias: pinturas de actualidad”, explica la pianista. De su encuentro con Serén, cuenta que se conocen “hace mil años” y que musicalmente se conocen bien, porque hizo cantidad de arreglos de los temas de su colega, que incluso forman parte del repertorio fijo de la Sísmisca Mercalli. “Veremos, tema por tema, si partimos de un texto de él o de música mía”, propone. Una propuesta valiente, considerando que en el tango tocado en vivo suele haber poco espacio para la improvisación y los experimentos. Pero Olalla ya viene acostumbrada a esto, sobre todo por los cambios que atravesó su proyecto insignia en el último año.

Altertango cambió su fisonomía el año pasado cuando se concretó el alejamiento de su cantante y cofundadora, Victoria di Raimondo, ya afincada en Buenos Aires y con proyectos personales por delante. “Se había puesto muy complicado para ensayar y en esta etapa de su carrera, con posibilidades solistas, se le fue imposibilitando, porque Altertango en un punto es una banda muy densa, no es una relación cool donde te juntás cada tanto a comer. Altertango es la chica que te pide que convivas y que quiere tener hijos, eso implica un compromiso constante que a muchos se nos hizo difícil en algún momento u otro de la banda”, reconoce la pianista.

Sin siquiera considerar la posibilidad de reemplazarla, al futuro del grupo se le abrió un campo instrumental y más experimental que dio origen a Radiotango, su última placa. “Ahí la forma de componer fue distinta, más jazzera si se quiere, con improvisación, sobre estructuras musicales que se repetían y sobre las que cada uno iba aportando”, describe el proceso que se aplicó tanto a los temas propios como a las versiones de otros colegas. “Cuando desaparece el texto las posibilidades musicales son mucho más amplias y queríamos dejar eso abierto también, por eso el video clip son muchos artistas distintos haciendo lo que cada uno quería, una idea de tocar música con libertad. Y creo que después de 17 años nos ganamos el derecho a hacer lo que nos guste, lo que nos dé el corazón y las posibilidades”.