El confinamiento que llegó de la mano de la pandemia de COVID-19 enfrentó a los estudiantes de universidades para la tercera edad al desafío de vincularse con la tecnología. Con la modalidad presencial interrumpida, las actividades de esos programas siguieron la tendencia general: se volcaron a la virtualidad. Y así como algunos adultos mayores se vieron con las dificultades propias de la discontinuidad y de estar entre los grupos de riesgo más afectados por el virus, afloró otro fenómeno relacionado con un aumento de inscripciones tanto de personas que habitualmente no pueden desplazarse a las sedes académicas.

Con todo, para este 2022 las propuestas se diversificaron y el propósito de ofrecer cursos universitarios de educación no formal, para optimizar las posibilidades y mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, siguió fortaleciéndose. En gran parte del país, los destinatarios de estos cursos pueden aprender un nuevo oficio, una nueva disciplina, participar de algún taller artístico o animarse a aquello que deseaban y no pudieron hacer antes porque los caminos de la vida los llevaron hacia otros rumbos.

Ahora, con la mayoría de la población vacunada y transcurridos los peores momentos de la pandemia, referentes de programas para adultos mayores de instituciones de educación superior de Rosario, Lomas de Zamora, Rio Negro; y del PAMI dialogaron con el Suplemento Universidad sobre las diferentes estrategias para sostener propuestas para quienes se sumaron a los cursos online, así como también para completar el proceso el regreso a la presecialidad plena.

Aumento e inscripciones

La Universidad de la Tercera Edad (UNITE), un proyecto de extensión iniciado en 1998 en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora UNITE fue una de las primeras iniciativas en el país en incorporar a los adultos mayores. Iniciada por cuatro docentes de la Facultad de Ciencias Sociales, UNITE fue pensada como un curso que saliera de lo tradicional”, recuerda Jorge Tognolotti, docente universitario y director del programa. Los talleres de UNITE tienen la particularidad de ser totalmente gratuitos desde el inicio del proyecto. Según apuntó Tognolotti, el único requisito para comenzar a estudiar es que las personas sean mayores de 60 años, “lo que genera un espacio absolutamente heterogéneo en el que conviven personas de diferentes profesiones, clases sociales y barrios”, diluyendo las diferencias que hay fuera del aula. “Esta es una de las mayores virtudes del proyecto, constituirse como un espacio de encuentro y de socialización entre adultos mayores”, destacó.

De acuerdo a los registros, desde el paso a la virtualidad se sumaron muchos estudiantes que por razones de distancia no podían acercarse a la sede de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ. También algunos alumnos con problemas de movilidad vieron facilitada su cursada gracias al nuevo formato. UNITE tiene hoy más de 1600 estudiantes. “Cuando los cursos pasaron a ser virtuales, las inscripciones aumentaron exponencialmente y el programa se federalizó. Tenemos gente del Interior del país e incluso del exterior. También de localidades alejadas del conurbano”, afirmó el director de la iniciativa.

Mientras tanto, el regreso a la presencialidad perdida es uno de los desafíos más importantes que enfrenta el programa UNITE en la actualidad. “Si la situación epidemiológica se mantiene como hasta ahora, para el segundo cuatrimestre vamos a volver a la presencialidad con cursos que tienen una lógica más práctica que teórica, como teatro o coro”, indicó. El equipo de UNITE, conjuntamente con las autoridades de la UNLZ, planea ir evolucionando hacia una modalidad híbrida que permita dictar los cursos de manera virtual y presencial de forma rotativa, para poder mantener a todos los estudiantes.

Actualmente, el programa ofrece más de cuarenta talleres divididos en cinco áreas temáticas: Ciencias Sociales, Informática y Tecnología, Idiomas extranjeros, Comunicación, y Arte y Literatura. Las temáticas incluyen Historia Argentina, Radio, Dibujo o Teatro, entre muchas otras.

“Lo digo como hijo y como nieto, la experiencia es extraordinaria. Es un programa educativo y a veces no es fácil aprender cuestiones con la que no se ha tenido mucho contacto, como ocurre con Informática. Pero también está lo que se genera fuera e la universidad: hacen reuniones de cumpleaños, nuevos amigos, nuevas parejas. Es toda una lógica disruptiva más allá de lo educativo, muy interesante como fenómeno social”, ponderó Tognolotti.

La demanda de la presencialidad

Otro de los proyectos universitarios destinados a los adultos mayores es el Programa Universidad Abierta para Adultos Mayores (ProUAPAM) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). El programa se inició en agosto de 2011, con dos objetivos fundamentales: vincular a la UNR con la población de adultos mayores de la ciudad y contribuir a mejorar la calidad de vida de este colectivo a través de la acción educativa. Este programa de educación no formal está orientado a temáticas que forman parte del recorrido académico de la UNR: Arquitectura, Bellas Artes, Ciencia Política y RRII; Comunicación; Derecho, Economía; Filosofía, Historia, Literatura, Matemática, Música, Psicología y Salud. Actualmente y a raíz de las dificultades para conseguir un lugar donde desarrollar sus actividades, los 45 cursos de ProUAPAM se dictan a partir de una modalidad híbrida. Quince talleres se brindan en tres edificios diferentes, pertenecientes a la UNR: el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, el Instituto Politécnico Superior General San Martín y la Facultad de Ciencias Económicas. El resto en modalidad virtual. Elida Penecino, coordinadora de la iniciativa, explicó que hoy el programa no cuenta con un espacio físico propio, pero se espera que la universidad concrete el alquiler de un lugar donde desarrollar las actividades. “De solucionar eso iríamos a una presencialidad plena. Los adultos mayores demandan volver a las aulas por todo lo que se genera en cuanto al encuentro”, explicó Penecino.

El Programa acerca a la persona mayor a “propuestas formativas que puedan interpelarla, como también aggionarla a la propia evolución de la sociedad, y además, repara en sus necesidades”. Los talleres de la UNR son gratuitos y de acceso libre para todos los mayores de 60 años, sin ningún tipo de limitación académica, y los interesados pueden inscribirse a través del sistema SIU Guaraní, como cualquier otro estudiante.

La propuesta en diferentes modalidades

Llevar la universidad a las personas de la tercera edad es también el motor del Programa Universidad Para Adultxs Mayores Integradxs (UPAMI), con talleres hoy presenciales, virtuales y mixtos, en 40 universidades nacionales. Según Martín Rodríguez, responsable del proyecto a nivel nacional, el programa iniciado en 2009 creció con el objetivo de “favorecer una mejor integración personal y un favorable desempeño de los afiliados del PAMI en el ámbito comunitario. El convenio promueve la adquisición de destrezas y habilidades, así como la recuperación y legitimación de saberes personales y sociales, y una mayor participación social de los adultos mayores”.

En este período de transición pospandemia los más de 1100 cursos que ofrece UPAMI se dieron en diferentes modalidades. Para el primer cuatrimestre hubo un total de 9252 inscriptos. Entre las temáticas de los talleres se cuentan Nuevas Tecnologías y Computación, Historia Argentina, Educación Financiera, Técnicas de Trabajo Corporal, Talleres de Prevención y Promoción de la Salud Integral, Fotografía, de Memoria y de Artes Plásticas, entre otros. Los cursos están dirigidos a todas las personas afiliadas a la obra social, son gratuitos y no requieren de estudios previos. Desde la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), una de las casas de estudios que participa del programa de PAMI, su subsecretaria de extensión en la sede Alto Valle, Adriana Hipperdinger, precisó al Suplemento Universidad que la iniciativa está hoy en una etapa de transición. “El primer cuatrimestre se desarrolla en formato virtual y ahora salió la convocatoria para los cursos que comienzan en agosto y van a ser presenciales. Lo que notamos es un deseo de presencialidad tanto en estudiantes como en docentes”, confió.

El área de Deportes de la Universidad Nacional de La Matanza cuenta con clases de gimnasia acuática y Aqua Zumba para adultos mayores. La gran mayoría de quienes se anotan son mujeres. Hay 60 alumnas distribuidas en los turnos mediodía y noche. “Es un cambio muy importante el que hacen luego de pasar por estas clases, no sólo a nivel físico, sino también a nivel mental. La primera vez que vienen a hacer la actividad quizás llegan serias, con baja energía, y terminan muy entusiasmadas”, subrayó la profesora Karina Guzmán.

Superar las limitaciones

¿Cómo iban a seguir estudiando?, era la pregunta que se hacían alumnos y docentes en los primeros días de la pandemia, cuando todo era incertidumbre. Prevalecía la idea de que las dificultades de los adultos mayores en pandemia iban a ser insalvables y no podrían seguir aprendiendo. Sin embargo, la directora de ProUAPAM sostuvo que “en su mayoría, esos adultos mayores estaban en condiciones de convertirse en alumnos virtuales. Algunos de los que tuvieron más dificultades fueron adaptándose con el correr del tiempo y lograron sus objetivos”.

En tanto, el director de UNITE señaló que la reconversión de los talleres debió contemplar el desafio de plantearlos para un grupo etario alejado de las tecnologías. “Era un gran desafío, pero los resultados han sido estupendos”.

El director de UPAMI, por su parte, explicó que la implementación de la nueva modalidad del programa UPAMI permitió contar con una herramienta auxiliar para la continuidad del programa en tiempos de pandemia, y al mismo tiempo “constituirá en el futuro una alternativa para aquellas personas con capacidades de movilidad limitada y cuyo traslado a las sedes resulte dificultoso o imposible”.

La pandemia pudo haber limitado las posibilidades, pero no la imaginación y las ganas de expresarse. En el año 2020, por ejemplo, desde el curso de Escritura Lúdica de ProUAPAM surgió la idea de escribir un libro. “Encontraron que la escritura los podía unir a pesar de no poder verse”, contó Penecino. ´Contame una historia´, de UNR Editora, refiere a vivencias personales de los alumnos, que abarcan distintas etapas de su desarrollo, desde la infancia hasta la adultez. La concreción de este libro dio la posibilidad a los estudiantes de llevar sus historias a escuelas primarias y secundarias, generando un encuentro de generaciones.

UNITE también tuvo su libro durante la pandemia: ´Cartas de Amor del Mundo para el Mundo´, una antología que reúne más de cien escritos provenientes de 21 países. La idea surgió de la escritora Laura Coronel, también estudiante del programa, “en plena pandemia, cuando no había vacunas ni horizonte de salida”.

En diálogo con este suplemento, la atora remarcó que en ese contexto tan aciago tuvo la iniciativa de “hacer un libro de cartas de amor”. Se lo propuso a los directivos de UNITE y enseguida dijeron que sí. “Pudimos hacerlo. Pudimos digo porque yo siento que en UNITE somos una familia. Todos los que estudiamos ahí. Comencé a buscar gente, me ayudaron a seleccionar las cartas, la universidad lo imprimió y fue un éxito”, se alegró Coronel, una inquieta estudiante de 64 años.