"El general Martín Güemes, en Salta, acudía a los campamentos y arengaba a sus bravas milicias gauchas, donde sobresalían los mulatos, que luchaban contra el invasor realista, diciéndoles: 'Por estar a vuestro lado me odian los decentes; por sacarles cuatro reales para que vosotros defendáis su propia libertad dando la vida por la Patria. Y os odian a vosotros, porque os ven resueltos a no ser más humillados y esclavizados por ellos. Todos somos libres, tenemos iguales derechos, como hijos de la misma Patria que hemos arrancado del yugo español. ¡Soldados de la Patria, ha llegado el momento de que seáis libres y de que caigan para siempre vuestros opresores'. A los 36 años de edad, el 17/6/1821, Güemes murió a consecuencia de las heridas recibidas de la vanguardia española que había logrado infiltrarse hasta la misma ciudad de Salta por la traición de su clase decente (...) Este episodio trágico e infame simboliza y tipifica el enfrentamiento prolongado hasta nuestros días entre el pueblo argentino y la oligarquía antinacional. La infamación y la traición desplegadas, los lemas republicanos y democráticos contra el tirano, el clamor de la propiedad ofendida, la genuflexión patriótica ante el enemigo extranjero, los auxilios de la autoridad eclesiástica, la injuria contra la chusma y el mulataje, el odio abyecto que va más allá de la tumba, no podrían sorprender a ningún argentino. Como este aluvión denigratorio de la gente decente tiene a su manera su imponencia, es indispensable conocer su dimensión histórica y sus ramificados episodios." (En Güemes y la "gente decente" de Salta, de Jorge Enea Spilimbergo, AUN, Buenos Aires. 1973).

Como se puede observar, las mismas adjetivaciones de siempre de estigmatización, de desprecio y de odio de los sectores conservadores hacia los sectores populares. Como diríamos hoy, se trata de la “derecha” y hasta también de muchos otros que se creen y que se autodefinen como “progresistas”.

“No ahorre sangre de gauchos, es lo único que tienen de humano”. “La sangre de esta chusma criolla, incivil, bárbara y ruda es lo único que tienen de seres humanos”; el “tirano prófugo”, por el presidente constitucional Juan Domingo Perón; “aluvión zoológico y turbamulta con aspecto de murga”, por los trabajadores que se movilizaron el 17 de octubre de 1945; los “negros villeros de mierda”; los peronistas que “levantaban los pisos de parquet de las casas para hacer asados”; los ignorantes que “utilizaban las bañaderas para plantar perejil”; los vagos que no quieren trabajar y “cobran los planes sociales”; los peronistas que “se robaron todo”; la Asignación Universal por Hijo que “se iba a ir por la canaleta del juego y de la droga”; “las adolescentes de los sectores humildes que se embarazan a propósito para poder cobrar la Asignación Universal por Hijo”; “todos los días un pibe más que está preso”; “el kirchnerismo que usó el dinero de la gente para mantener vagos”; y tantos otros ejemplos que dan cuentan de lo arraigado que está el prejuicio, el rencor, el odio extremo, la abominación hacia los sectores más vulnerados de la sociedad. Vulnerados y explotados, con frecuencia, por los propios sectores que los insultan y denigran.

Como síntesis brutal podríamos citar la situación actual de Milagro Sala: dirigente social de los pueblos originarios, mujer, india, receptora de infundios, descalificaciones, mentiras y cárcel (cumpliendo 2344 días de detención) por desplegar una intensa labor a favor de los sectores históricamente postergados. En definitiva, la “gente decente” de la provincia de Jujuy de hoy representa lo mismo que la “gente decente” de Salta que combatió y llevó a la muerte prematura al gran caudillo popular, general de la Nación y héroe de la Independencia Martín Miguel de Güemes hace ya 201 años.

* Norberto Alayón es profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).