El 6 de enero de 2021, agitadores de extrema derecha irrumpieron en el Capitolio de Washington D.C. Corearon amenazas de ahorcar al vicepresidente Mike Pence por su negativa a seguir la afirmación de Trump de que los demócratas «robaron» las elecciones. El ataque confirmó que la posición simbólica de nuestra democracia ya no era soberana. Esa fue la cima de la presidencia de Trump, pero su campaña de 2024 ya está en marcha.

Este intento de golpe de estado fue insólito. Sin embargo, ver cómo se desarrollaba en la televisión lo convirtió sencillamente en otra entrega de una serie de crisis que Trump había hecho de la vida cotidiana de Estados Unidos. Este escandaloso suceso fue, de alguna manera, entumecedor; sólo pudimos mirar. La democracia es una estructura y un conjunto de actos de compromiso cívico, mientras que su degradación convierte a los ciudadanos en una audiencia pasiva. Por lo tanto, debemos ser cautelosos cuando leer y hablar sucumben a mirar.

Cuatro años antes, la carrera entre Trump y Clinton fue un punto de inflexión. La popularidad de Trump era una consecuencia de la desinversión de la población estadounidense en los principios democráticos. Aunque su victoria parecía improbable, era común escuchar que la gente sentía que estaba votando por el menor de dos males. El llamamiento de Obama a la esperanza y al cambio había supuesto el fin de los ideales. Hasta el día de las elecciones, el semblante de la política estadounidense no había caído del todo. Cada ciudadano, votase o no, era responsable de lo que vendría después. Trump ganó y enseguida negó que Hilary ganara el voto popular. Luego, cuando perdió contra Biden, utilizó todas las tácticas para anular el resultado, confirmando que su objetivo era mantener el poder presidencial a cualquier precio.

Hoy quiero saber qué están experimentando los que se enfrentan a la votación para las elecciones presidenciales en Francia. A pesar de mi transferencia a Francia por haber pasado un tiempo allí y de haber elegido la orientación lacaniana para mi práctica como analista, estoy distante de la situación. Sin embargo, percibo el malestar, que me es familiar, sobre la elección en estas elecciones.

Las cifras me llaman la atención: en muchas elecciones recientes hay casi una división del voto popular. Las elecciones se ganan por un margen mínimo. Como ciudadanos, percibimos dos opciones: una u otra. A veces esto se convierte en una cuestión de entrar o salir, de votar o no. Pero no votar sólo da entrada a la extrema derecha. En Estados Unidos hemos visto que el abuso de poder indiscriminado de la ultraderecha tiene consecuencias devastadoras, como poner en peligro el derecho al voto.

La plataforma de las campañas ultraderechistas es el rechazo al goce del otro. Le Pen representa una contracorriente de odio, que vuelve a la sociedad contra sí misma. Esta es la premisa de su ideología. Es también de lo que tienen y deben hablar los analistas de orientación lacaniana.

¿Cuál es la naturaleza de esta crisis? Es una crisis que amenaza el diálogo, el debate y la democracia. Tampoco debemos idealizar el psicoanálisis por el hecho de que proporciona un lugar para hablar, porque ese lugar no está garantizado. Debemos defender, sin vacilar, la práctica de arriesgar el compromiso con el otro.

Me sentí obligado cuando leí en la invitación de este evento que el «público será lo más amplio posible, para unificarse contra la extrema derecha». Un rasgo distintivo de la orientación lacaniana es que, aunque uno hable solo, el discurso no es autónomo. Desde el principio, Lacan fue transdisciplinario. Su estilo demostró la vitalidad que está en juego en la extimidad misma del discurso. Cada uno de nosotros debe hacer el esfuerzo de perforar su discurso a través del encuentro con lo que le es ajeno. Aquí es donde convergen el psicoanálisis y la democracia, y por qué el psicoanálisis depende de la democracia.

La necesidad que está en juego para los psicoanalistas, nacidos seres hablantes, es la de reunirse por cualquier medio posible, para promulgar la ética del hablar con el otro. En esto se unen los objetivos de la democracia y del psicoanálisis.

 

* Psicoanalista. Miembro AMP (NLS). Texto presentado en el Foro “Battre Le Pen” en la Escuela de la Causa Freudiana (Paris). Publicado por ZADIG España.

Traducción: Amparo Tomás.