La declaración del Volcán de Llullaillaco, ubicado en Tolar Grande, en el departamento Los Andes, como sitio sagrado por parte del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) abrió una revisión a 23 años de la expedición que terminó en la extracción de cuerpos de dos niñas y un niño y su posterior exhibición. El marco del debate se centra en la restitución de este patrimonio a las comunidades indígenas.

La antropóloga y ex directora del Museo de Antropología de Salta (MAS), Blanca Lescano, y uno de los expedicionarios al Volcán en 1999, el arqueólogo Christian Vitry, expusieron sus recuerdos y puntos de vista sobre lo acontecido en aquel momento.

Hace más de dos décadas, cuando se hizo la expedición, la autoridad de aplicación que debía autorizarla era el Museo de Antropología de Salta (MAS). “El órgano de aplicación sigue siendo el MAS que está detrás del monumento a (Martín Miguel de), Güemes”, sostuvo Christian Vitry ante Salta/12.

Sin embargo, los permisos fueron otorgados en aquel momento por una Dirección de Patrimonio Cultural. Su creación, según el relato de Lescano, se dio en el marco de una situación de desorganización administrativa. Esta fue a su vez consecuencia de lo ocurrido a mediados de los '90 tras el despido masivo de empleados públicos provinciales (cerca de 5 mil), por decisión del entonces gobernador y hoy senador nacional Juan Carlos Romero, que declaró "excedentes" a estos trabajadores.

Lescano detalló que en el año en que se hizo la expedición, el MAS se encontraba sin director a cargo. Afirmó que a los despidos en el Museo le siguió la decisión de ser “bajado de categoría”, y a esto se acompañó la creación de la Dirección de Patrimonio Cultural. Fue esta institución la que, finalmente, autorizó la expedición al Volcán de Llullaillaco.

Cuando se hizo la expedición y se dió a conocer el “descubrimiento” de los Niños, tres cuerpos congelados y conservados por más de medio siglo en el Volcán de Llullaillaco, y se supo de las presuntas irregularidades cometidas, Lescano contó que se hicieron las denuncias pertinentes. Fue entonces que la Legislatura convocó al entonces director de Patrimonio Cultural, Mario Lazarovich, y al ministro de Educación, Antonio Lovaglio, para que explicaran las modalidades de extracción de los cuerpos y su traslado a Salta Capital. “Ellos sostuvieron que fue un rescate de urgencia”, recordó la antropóloga. Explicó que ese tipo de rescates se dan cuando restos arqueológicos que encontrados “están en riesgo de desaparecer por un hecho inaudito”, lo cual no ocurría en el momento que se hizo la expedición.

“Ellos (por los expedicionarios) ya sabían que (los Niños) estaban allí”, añadió Lescano al sostener que los integrantes del Club Amigos de la Montaña ya venían haciendo señalizaciones de los restos encontrados en las distintas excursiones. A ese Club, afirmó, pertenecía Vitry.

“Fue un hallazgo”

Christian Vitry, uno de los miembros de la expedición, es hoy arqueólogo. En diálogo con Salta/12, afirmó que hay una equivocación al pensar que se sabía de la presencia de los Niños de Llullaillaco en el Volcán. “Se sabía que habían ruinas. Pero el hallazgo de los Niños fue arriba”, durante la expedición, aseguró.

Al referirse a la polémica desatada tras la declaración de Sitio Sagrado y el pedido de restitución de los Niños, el arqueólogo afirmó que este “tema merece un debate bastante profundo. Porque no es una situación fácil hacer una restitución (…), no es solo que devolvés los cuerpos, sino que hay que devolver todo y dejarlo tal cual estaba y como sociedad no estamos preparados para algo así porque al día siguiente se roban todo”.

Afirmó que la provincia supo hacerse cargo de la custodia de este patrimonio que halló la expedición con la creación del Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), al gestionar además tecnología de avanzada y única en el mundo.

Añadió que estaban "autorizados a la extracción de los cuerpos”, y que si bien se habló de un “pacto de silencio” entre quienes participaron de la expedición, en realidad había un “convenio de no publicar nada hasta que no sea publicado por National Geographic”. Quien encabezaba la expedición fue de hecho, Johan Reinhard, entonces explorador de la National Geographic Society. 

Vitry también afirmó que en aquel momento de la expedición “se tuvo contacto y se contó con el apoyo del municipio de Tolar Grande” y entendió que si bien ahora existe un pedido de la comunidad, este empoderamiento de sus integrantes como pueblo indígena surgió tras el hallazgo de los Niños. “Es interesante el tema de los reclamos. Es sano y muy bueno porque el patrimonio siempre es un punto de tensión”, dijo.

En el recuerdo de lo acontecido con la expedición, dio cuenta de que ver a los Niños tuvo efectos emocionales muy fuertes para algunos de sus participantes. Incluso uno de ellos decidió luego abandonar la arqueología porque “fue muy fuerte para él”. Añadió que es “movilizante trabajar con estos temas”, pues a este tipo de investigaciones “la llamamos la arqueología de la muerte”.

En un camión frigorífico

Vitry detalló que el día que dieron con los Niños él no estaba porque había bajado acompañando a un fotógrafo que había presentado problemas de salud y que Reinhard comunicó “por teléfono satelital que habían encontrado el cuerpo del niño”, y luego se comunicó por los otros dos. Entonces empezaron a pensar cómo los iban a bajar porque coincidían en que precisaban una temperatura de 12 a 15 grados bajo cero para conservarlos.

“Desde la provincia se compraron de a uno los freezers mientras los fueron encontrando", detaló. Agregó que la imposibilidad de que subiera un camión frigorífico los llevó a disponer cajas de madera acondicionadas con hielo seco y aserrín para descender. El viaje con los niños desde el Volcán hasta Salta Capital fue “por dos días”.

Vitry contó que entonces la provincia preparó un espacio en la zona norte de la ciudad, en donde se preveía contar con un grupo electrógeno del Ejército en el lugar donde acondicionarían a los Niños, y también una guardia de la misma fuerza. Al poco tiempo, y por una decisión de acondicionar a los Niños en un espacio que se construiría en la Universidad Católica de Salta, un camión frigorífico los albergó estacionado en la casa de altos estudios “por un tiempo más”. Luego se los mantuvo en una habitación construida con las condiciones necesarias para conservarlos.

Un comercio alrededor de cuerpos

“En 2004 cuando el Museo estaba montado fue una discusión interna si solo se ponían fotos” de los Niños, recordó el arqueólogo. Pero afirmó que “era un reclamo de la sociedad” el poder verlos. Incluso en aquel momento hubo rumores “que indicaban que los cuerpos habían sido robados”. El MAAM finalmente abrió sus puertas, pero recién en 2007 estuvieron dadas las condiciones para exhibirlos.

En diciembre de 2004, en una de las últimas sesiones del Senado de la provincia, los legisladores debatieron un proyecto de Ley para la creación del MAAM.

De aquella discusión se pudieron recuperar (aunque no se encontró ley alguna sobre el MAAM) estas expresiones del entonces senador Angel Vilaseca: se buscaba, sostuvo, una figura que rigiera en el Museo con la posibilidad de una gestión de “tipo empresarial a fin de lograr en un futuro cercano la paulatina autosustentación del organismo, conservando éste su carácter de entidad pública”.

El entonces senador Guillermo López Mirau, por su parte, afirmaba que “lo deseable es que este Museo de Arqueología de Alta Montaña, al igual que todos los agentes implicados en la gestión del patrimonio cultural de la provincia, se esfuercen en encontrar no sólo un equilibrio entre la conservación, distribución y difusión de nuestros elementos identificables, sino que estos museos sean verdaderos centros de educación, entretenimiento, contemplación y deleite y el desarrollo de una gestión paliativa de autosustentación del organismo, conservando su carácter de entidad pública”. Añadía que el Museo debía jugar “un importante rol” ante el crecimiento del turismo.

En 2005, en la discusión en la Cámara de Diputados, la antropóloga Blanca Lescano afirmaba en una nota que “se puede hacer un museo autárquico, con fines de lucro, con todas las posibilidades que establece el proyecto, pero no teniendo como base el patrimonio arqueológico porque este ya se encuentra comprendido en las legislaciones específicas en donde se considera el bien arqueológico como un bien de todos y no como una mercancía”. Adjuntó las conclusiones de un Congreso de Pueblos Originarios en repudio a la exposición de los Niños, y dejó una reflexión: “¿Puede una entidad financiera extranjera determinar lo que se debe hacer con el patrimonio arqueológico de la provincia, que en este caso particular, se ve agravado porque se trata de cuerpos humanos?”.

No fue menor la crítica plasmada en la resolución 1108 del 22 de septiembre de 2005 de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta, que al analizar el proyecto con media sanción del Senado, destacó que nunca se había convocado a especialistas de esa casa de altos estudios a participar de debate alguno. “El proyecto aprobado por senadores supedita la actividad científica a los aspectos económicos-comerciales, dejando sin precisiones el alcance y las limitaciones de la actividad turístico-comercial”, aseguraba. 

Y advertía que “la comunidad científica se ha expedido en reiteradas oportunidades tanto en congresos y foros como en los medios en oposición a la exhibición de los cuerpos momificados que integran el patrimonio del MAAM”. Sostenía que también se observaba entonces “una política al interior de la institución favorable a tal exhibición, con fundamentación en dos aspectos paradójicamente contrapuestos: por un lado, la exigencia del Banco Interamericano de Desarrollo y por la otra su condición de Santuario”. Una exhibición que para los académicos era en respuesta a un criterio meramente comercial.

En los registros oficiales no hay una ley específica de creación del MAAM.

A 23 años de la extracción de los Niños de Llulalaillaco y en un debate que se reabre en torno a la percepción sobre la custodia del patrimonio cultural de los pueblos originarios, el gobierno provincial aplaudió que “este año el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) recibió por segunda vez consecutiva el Premio Traveller's Choice de TripAdvisor, tras haber sido votado por los viajeros como el mejor museo de la Argentina”.