Un hombre que desde agosto de 2016 está procesado como integrante de la banda que lideraba el abogado Carlos Salvatore, condenado a 21 años en septiembre de 2016 en calidad de jefe de la organización narcocriminal desarticulada en el operativo Carbón Blanco, aseguró que el proveedor de esa cocaína era Delfín Reynaldo Castedo, el mismo que está siendo juzgado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de Salta como jefe de una sociación ilícita que lavó activos provenientes de la actividad delictiva. 

El testimonio aportó más claridad a la historia del principal acusado en este proceso, pero no servirá para sustentar una nueva acusación porque Delfín Castedo ya fue sobreseído, a principios del año pasado, en relación a esta imputación de proveedor del mayor traficante del país por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 de La Plata. El sobreseimiento no fue porque se considerara que no había cometido estos delitos, sino por prescripción de la acción penal, es decir, por el paso del tiempo. 

El juicio que en Salta se lleva a cabo contra Castedo y otras seis personas está tocando a su fin, con la incorporación de las últimas pruebas. Entre ellas, en la última audiencia se escucharon escuchas de conversaciones de algunos de los acusados, como el corredor inmobiliario Eduardo Torino y el comerciante Mario Yudi. Nada nuevo, cuestiones que ya se han ventilado y que muestran la forma en que operaba la organización, los vínculos con sectores de los poderes públicos, las presiones y las coimas a un comisario. Lo novedoso ocurrió en la anterior audiencia, con la declaración de este testigo que es a su vez acusado en Carbón Blanco, y que confirmó declaraciones volcadas en 2005 por otro imputado en esa causa, Blas Norberto Barbera, quien también aseguró que el proveedor de Salvatore era un tal Delfín al que le decían Negro y residía en Salvador Mazza, en el norte salteño

El testigo contó que en marzo de 1999 Salvatore, en cuyo estudio trabajaba, le presentó a Castedo y le pidió que lo acompañara a Paraguay porque necesitaba llegar a Asunción y las fronteras estaban cerradas porque habían asesinado al vicepresidente paraguayo Luis María Argaña. Explicó que como él tenía conocidos, averiguó que se podía pasar e hicieron el viaje. Con Castedo iba otro hombre cuyo nombre no recordó, que dijo ser gendarme. En Asunción esperaron a una persona en el aeropuerto, cuando llegó, los dos hombres se fueron con este tercero, él regresó a Argentina y "nunca más" vió a Castedo. 

Por otro lado, contó que en 2003 Salvatore le encomendó que viajara a Roma, donde habían sido detenidos dos argentinos a quienes les habían secuestrado más de 1.350.000 euros, documentación de exportación de carbón desde Argentina y 50 gramos de cocaína. El testigo debía contratar abogados para la defensa de los detenidos y recuperar el dinero, lo que efectivamente logró y entregó al propio Salvatore. Si no toda, al menos "una parte importante" de ese dinero "era plata de Delfín", sostuvo el testigo que le dijo el abogado. 

El testigo también aportó datos sobre la operatoria para recuperar este dinero. Dijo que lo hicieron con ayuda de un agente de bolsa, Manuel Bejar, y en Italia justificaron ese dinero con documentación en la que se hacía constar que habían comprado acciones y billetes en Buenos Aires. 

Según contó, desde esa gestión comenzó a viajar asiduamente a Italia, Francia y España, por otras personas detenidas. 

En 2017 este hombre, que estaba prófugo, fue detenido e indagado en el Juzgado Federal de Lomas de Zamora, a cargo del juez Federico Villena, donde también fue indagado Barbera y donde se tramitaron causas contra Salvatore, fallecido en 2018. Ante el TOF 1 de Salta el testigo recordó que Barbera y Roberto Miguel Casares también estuvieron en Italia y fueron detenidos por narcotráfico en Argentina en 2005 o 2006 y que fue dándose cuenta de que Salvatore estaba metido en esta actividad y en 2007 se fue del estudio.  

Y si bien al principio dijo que no supo quién era el proveedor de Salvatore, luego, cuando a instancias del fiscal Jorge Viltes Monier se le recordó la declaración que dió en 2017 en Lomas de Zamora, ratificó que supo que el estudio atendía causas contra Castedo y que era "el principal proveedor de la droga de Salvatore", que sabía que tenía una casa en la frontera con Bolivia y mencionó también a otro proveedor, Echaín De Lastra, que residía en Capital Federal. Contó que lo supo por la secretaria del estudio, que "le llevaba todo a Salvatore" y en la oficina se comentaba que "ella tenía acceso más pormenorizado a información o datos que le daba el doctor y por el hecho de estar en el estudio siempre se filtraban datos o comentarios"

También dijo que supo que Patricio Gorosito (condenado a 19 años de prisión en 2015, por tráfico de cocaína) tenía vínculo con Castedo. Relató que lo conoció por intermedio de Salvatore también, y después estando en Roma, Salvatore le dijo que tenía una reunión con Gorosito y Castedo. 

El testigo también contó que después Salvatore se distanció de Gorosito "por algo de negocios". En Lomas de Zamora había dicho que el abogado había ingresado al narcotráfico por intermedio de Gorosito, y que Salvatore lo manipulaba. Ahora se explicó diciendo que el abogado se valía de la información que tenía de sus clientes. Además, "accedía a la información porque tenía contacto con gente del gobierno", con integrantes del servicio de inteligencia, que tenía trato con comisarios de la Policía Federal, y "tenía como información privilegiada que a su vez vendía a sus clientes"

Compra y venta de campos 

En la anteúltima audiencia también declaró el empresario Miguel Ragone (hijo del ex gobernador Miguel Ragone). Sostuvo que Eduardo Torino cobraba trabajos de desmonte realizados por Delfín Castedo. 

Torino está siendo juzgado en este proceso como parte de la organización que lavó activos. Ragone, que se dedica a la compra de campos para acondicionarlos para la explotación agroganadera y luego venderlos, indicó que realizó varias de estas operaciones a través de Torino, que "siempre" le ofertó campos y al que siempre le pidió que le busque campos. 

El empresario detalló que en 2006 Torino le consiguió un campo en el norte provincial y que a través de él contrató a Castedo para que hiciera la "limpieza", el "deschampe" (sacar troncos y demás restos del desmonte) de 2.000 hectáreas. Añadió que Torino hacía la certificación de este trabajo y se ocupaba también de llevar la plata para pagar a los trajabadores. "Eduardo manejaba todo", aseguró. Dijo que él le daba la plata a Torino y "él le pagaba directamente a los empleados de Castedo y otras veces le daba la plata a Castedo para que pague"

Ragone contó también que compró una propiedad de Castedo que llamaban "la finca El Delfín" y que Torino "participó en la compra de esa finca porque ya lo conocía a Castedo por el trabajo de desmonte". El empresario no recordó cuándo fue esta operación, dijo que podría haber sido en 2005. Según la escritura, la compraventa se hizo en diciembre de 2005 y la finca tenía una extensión de 4 mil hectáreas. Ragone recordó que en 2006 Torino le ofreció otro campo de Castedo, de 20 mil hectáreas, la finca El Aybal, que tenía un problema por un ocupante.

El empresario recordó que en 2006 los precios de los campos de la zona eran sensiblemente inferiores a los actuales, porque se valorizaron tras la pavimentación de la ruta provincial 54 y la llegada del cultivo de la soja, y con ella, la energía eléctrica. En 2006 "muchos campos se conseguían en la zona a unos 60, 75 dólares o 100 dólares" la hectárea. Y luego la hectárea, "con el tema de la soja que estaba a 600 dólares, pasó a costar 500 dólares u 800 dólares", dijo. Pero advirtió que si el campo tiene ocupantes, ese valor se reduce un 50%. En el caso de la finca que compró a Castedo, pagó 150 dólares la hectárea, con un total de 600 mil dólares por las 4.000 hectáreas.

Ragone dijo que conoce a Torino casi de toda la vida porque fue compañero de secundaria de su hermano; que conoce a su familia; lo describió como una persona de confianza, "excelente chango", y rogó que "se pueda aclarar todo".