El exjuez de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni, se refirió este miércoles al pedido de asilo político del operador judicial de Mauricio Macri, Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, por un supuesto temor a los tribunales argentinos. El abogado vinculó este pedido con la actitud del gobernador jujeño, el radical Gerardo Morales, por perseguir a dirigentes opositores.

“¿A qué le temen? Si Pepín estuviese sometido a esta justicia jujeña, tendría todavía menos que temer que a la justicia de Comodoro Py. No se entiende la contradicción. Uno le teme a la justicia que cubre a sus aliados. El otro, en Jujuy, detiene ilegalmente a Milagro Sala y persigue a sus opositores con saña. Y quien hace eso pertenece al mismo lado de la grieta que el primero”, cuestionó Zaffaroni durante una columna emitida en AM750.

La columna de Eugenio Zaffaroni

Hay dos noticias que parecen bastante contradictorias. Por un lado, el prófugo Pepín  Rodríguez Simón solicita a los jueces uruguayos que le reconozcan una pretendida condición de refugiado porque lo persigue la justicia argentina. La justicia argentina, que como todos sabemos, practica una interesante cobertura de los funcionarios supuestamente asesorados por Pepín, sin que a ninguno de ellos se haya privado de libertad.

Justicia cuyos procesos avanzan con una tremenda lentitud, quizá a la espera de algo que pase el año que viene. Pero, de cualquier modo, esta persona, insiste en los tribunales uruguayos en su temor a una justicia que siempre fue favorable a su gente, por así decir. Y se especializó en la persecución con el más descarado lawfare contra los que fueron funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner y contra ella misma.

No parece que para Pepín pueda ser peligrosa la justicia argentina, pues todos los comprometidos en la causa que lo involucra están en libertad. Insisto, quizá sea lo correcto. No lo sé. Los tribunales uruguayos, en vista de todo eso, hasta el momento no le dieron la razón. Pero sigue apelando y lo seguirá haciendo hasta ver si se da vuelta.

Mientras él grita inútilmente ante la justicia oriental, quienes se supone que serían sus amigos en Jujuy están allanando domicilios, sembrando miedo. Es decir, infundiendo fundado temor entre quienes desde la oposición molestan al gobernador que ejerce la suma del poder público ante la indiferente omisión de sus legislaturas.

La llamada justicia jujeña es en este momento la oficina de la administración del Gobernador, por completo obediente a sus designios. Como en función de un acuerdo espurio con su oposición, el gobernador dispone de la mayoría en la legislatura y, por lo tanto, mediante esa misma legislatura puede destituir por juicio político a cualquier juez.

O sea que tiene amenazados a todos los jueces, incluso a los que él mismo nombró cuando amplió el Superior Tribunal y nombró jueces a los mismos diputados de su partido que habían votado la ampliación. Pero ahora, como se peleó con el Superior Tribunal porque aspira a una reelección, si es que no consigue una candidatura a presidente, también se saca de encima.

Si Pepín estuviese sometido a esta justicia jujeña, tendría todavía menos que temer que a la justicia de Comodoro Py. No se entiende la contradicción. Uno le teme a la justicia que cubre a sus aliados. El otro, en Jujuy, detiene ilegalmente a Milagro Sala y persigue a sus opositores con saña. Y quien hace eso pertenece al mismo lado de la grieta que el primero. ¿Quién teme a quién aquí? No lo sé.