Hacía rato que Sergio Massa venía exponiendo abiertamente cuál era su receta para el país. Usaba la metáfora del auto entrando a boxes, y no hacía falta que completara la imagen, porque iba de suyo que el conductor de esa carrera siempre terminaba siendo él: "Si tenés un auto que anda mal y lo metés al mecánico no le hacés un retoque a las abolladuras, tenés que ponerlo a punto, hacer ajustes profundos, cambiar el motor si es necesario", contaba que le decía al Presidente. 

Aún antes de la salida intempestiva de Martín Guzmán, del enojo que el tigrense se encargó de hacer público por el (acotado) ingreso a escena de Daniel Scioli, el flamante "gran ministro" no ocultaba que en sus consejos venía incluido —y reclamado— un cambio de organigrama, que incluía su protagonismo. Su jura como ministro de Economía, Producción y Agricultura, ayer en el Museo del Bicentenario, escenificó la concreción de ese deseo personal, y a la vez los modos insondables en los que pueden cruzarse los astros de la política, los (des)equilibrios internos y las tenacidades individuales. 

Un Sergio Massa definitivamente estelar (con todos los condimentos, incluida a Moria de suegra), un Presidente que pronunció unas breves palabras e hizo mutis por el foro, la presencia de casi todo el gabinete (inluidos los ministros renunciados), la cúpula sindical a pleno, gobernadores, empresarios, y un clima en general festivo, coronaron la imagen de ese auto que en el relato sale de boxes lustroso, listo para dar carrera. 


Lleno total

Ya se había anunciado que los invitados a la asunción serían "como 500", y en efecto la sala lució con lleno total. Tanto, que a la entrada hubo algunos incidentes cuando se amontonaron bombos y banderas del Frente Renovador, dobles filas de los autos oficiales por Hipólito Yirgoyen, apretujones en los ingresos de prensa e invitados. En un momento alguien decidió bajar abruptamente las cortinas de la entrada al Museo, se rompió un vidrio, hubo desconcierto, hasta gritos. La previa fue también con clima espectacular (y unos metros más atrás, con agresiones de un grupo de —literalmente— nueve provocadores que llegaron a "repudiar" a todos los que se cruzaran con carteles que decían "¡Chorros!").


Ministres salientes

Las y los más aplaudidos fueron Cecilia Moreau, en primerísima fila, y los tres ministros salientes. Silvina Batakis, ubicada a un costado del salón porque había llegado hacía poco, con el acto ya empezado. Alberto Fernández comenzó a hablar de la pandemia y el hambre en el mundo en su breve discurso; olvidó agradecerles, pidió luego la palabra y entonces sí, los mencionó. Daniel Scioli regaló su sonrisa, como había hecho desde que entró, desplegando saludos. Julián Domínguez permaneció muy serio, unas sillas más atrás. 

El gabinete completo —con la única excepción de Elizabeth Gómez Alcorta, que está de viaje— dio el presente. Entre Wado de Pedro y Massa, el saludo fue especialmente efusivo. También con Axel Kicillof, uno de los varios gobernadores presentes, y la lista extensa de funcionarios siguió, de Chino Zannini a Luis Delía, de Mercedes Marcó del Pont a Luana Vuolnovich, del Chino Navarro a Fernanda Raverta, de Hugo Yasky a todas las cabezas de la CGT. También se vio a Pipo Gorosito y el Tula, sin el bombo. Y a Marcelo Mindlin, José Luis Manzano, Franciso De Narváez. Página/12 le preguntó a este último quién lo había invitado. "Nadie, vine solo", respondió.  

Foto de familia

Pero fue sobre el otra ala, en la primera fila de familia, donde se posaron todas las miradas. Allí estaba Malena Galmarini (la otra gran protagonista de la tarde, que lució un tapado con versos del Martín Fierro: "Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera..."), los hijos de la pareja (Tomás Massa, portando termo y mate, como suele hacer su padre). Y en un costado, Pato Galmarini y Moria Casán, completando una foto que tenía de fondo las caras del sindicalismo argentino a pleno. 

"He venido con mi boca tapada con la bandera argentina", le dijo a Página/12 mostrando su barbijo celeste y blanco. "Yo tengo un gran poder de oratoria y mi bandera tapando mi boca lo dice todo. No hay nada que hablar. (Esto es) Apoyo logístico, lo apoyo con todo. Fuerza, energía, resiliencia y a sacar mentes anquilosadas. Para adelante", deseó. "¿Sos consciente de todo lo que le estás sumando a Sergio en este momento?", le preguntó Página/12. "Yo todo lo que digo, lo digo de verdad. Soy auténtica", respondió la suegra.  

El final fue con aluvión de abrazos y selfies, y con el flamante gran ministro en el centro de una marea humana. También con cantitos de un grupo de militantes —en su mayoría señoras— con carteles que decían "Massa. #EspaldaConEspalda": "Borombombón, borombombón, somos del Frente Renovador", se escuchó entonar. Malena se entusiasmó mientras daba nota tras nota, pero Sergio mandó a callarlos. No era momento de marcar puntos de partida, cuando se busca mirar para adelante.

Seguí leyendo