“¡Que no pare, que no pare!”, exclaman Lucas Borthiry y Werner Schneider (guitarrista y bajista, además de cantantes) en el inicio de Sobredosis, el tercer y quizás más original disco de La Patrulla Espacial. Si en sus álbumes, simples y eps anteriores se habían convertido en referentes del rock psicodélico y el blues espacial local, ahora esta aceitada e imparable máquina de rockear, célebre por ofrecer desde hace una década shows siempre electrizantes, suena cada vez más prolija y cancionera. Más pop. Dice Schneider: “Empezamos haciendo blues psicodélico con influencias del space rock, después se nos metió en la cabeza el hard rock y mucha gente se nos acercó esperando eso, pero se fueron sumando otras cosas, como la música pop: para mí este disco es mucho más La Patrulla Espacial que los anteriores”.

Con sus arreglos precisos, su sobrio virtuosismo y el sonido de guitarras tremendas, la banda encontró en Sobredosis un tono propio que quizás los aleje de algunos fundamentalistas del rock pesado argento. Lucas: “Hay gente que siente rechazo al pop y que por ahí nos dicen: ‘Ahora hacen pop’. Algunos abrazaron este cambio de toque, otros aún lo están asimilando y otros lo rechazaron. Desde los comienzos de la banda hemos cambiado constantemente: la idea siempre fue ésa”.

El estilo actual de La Patrulla Espacial es consecuencia de una década de entrega total a la música. Werner: “Antes de que existiera el heavy metal existía un rock muy bueno que después la industria cerró y convirtió en heavy metal; pero el proto heavy, bandas como AC/DC o incluso Fleetwood Mac hacían un rock & roll de muy alto nivel con una influencia del blues y de la música pop afroamericana o de músicos de soul como Joe Tex. Todo eso alimentó nuestro imaginario”.

“Yo toco desde el ‘96, cuando tenía 12 años”, señala Borthiry. “Cuando arrancamos, en Río Grande no había un circuito, pero cuando arrancamos con La Patrulla Espacial vivíamos en La Plata, donde hay mucha gente con conciencia de la autogestión y con buena predisposición. Para poder conocer tu instrumento y tocar realmente bien hace falta dedicarle mucho tiempo. Arrancamos a ensayar a las 9 de la mañana, tres veces por semana. Las horas que le dedicas a la música hacen la diferencia, no zafás de eso: yo sigo tocando la guitarra todos los días, varias horas.” El exceso de pasión por la música se alcanza su mayor expresión en temazos como Ecos de neón, Alas de metal o Sobredosis.

Y sobre eso concluye Schneider: “El disco habla un poco también sobre el exceso: hay una idea con la autodestrucción en el rock como algo positivo, y este disco habla sobre mantenernos vivos: la sobredosis sería para aceptar eso y no aceptar esa bajada política de la autodestrucción”.

* Martes 11 a las 20 en Niceto Club, Niceto Vega 5510.