En su columna, Fernando Borroni reflexionó sobre la impunidad y apuntó todos sus cañones contra el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta a quien definió como "el rostro de la indiferencia y la desidia".

Cuando hablamos de impunidad hablamos de la ausencia de un castigo, de una condena, o de una exigencia por resarcir un delito cometido. Por lo general la impunidad la posibilita precisamente el poder que es el responsable de aplicar ese castigo y de exigir esa reparación. Al no aplicarlo genera impunidad. 

Cuando las instituciones que deben aplicar la normas y que deben investigar no lo hacen generan territorios de impunidad. Ahora bien, no solo se genera impunidad desde este lugar, existe también un sentimiento de impunidad en quien lo transgrede todo. 

El autoritario de alguna manera se siente impune. Esa impunidad radica precisamente en la inacción de quienes lo rodean. Quiero decir, la impunidad también radica en la quietud en la falta de reacción de una sociedad. Es el todo pasa, el siga, siga. Eso le genera espacios de impunidad a quienes viola la ley y a quienes no respetan al otro. 

Toda esta introducción la hago para intentar entender colectivamente por qué, por ejemplo, Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se maneja y actúa de la manera en la que lo hace. 

En estos días vemos cómo los centro de testeos están abarrotados de gente y entre otras cosas, a pesar de la cantidad de contagio, tiene que ver con que Horacio Rodríguez Larreta cerró decenas de centro de testeos porque la Jefatura de Gobierno de la Ciudad dejó de dar insumos y porque, entre otras cosas, echó enfermeros. 

Uno se pregunta cómo todo esto es posible. Y una de las respuestas es que ya ganaron las elecciones en la ciudad. Ahí está la respuesta. ¿Para qué van a seguir si ya cumplieron con su objetivo? Si vos, hagas lo que hagas, sacás más del 40 por ciento de los votos y muchos de los que te votan son afectados por tus propias políticas, eso te genera sensación de impunidad.

Ellos creen que el triunfo electoral les da impunidad. Podríamos dar decenas de ejemplos. Otro podría ser la inmobiliaria de Horacio Rodríguez Larreta, que quiere hacer negocio en la Costanera. A pesar de que a este proyecto se le opuso mayoritariamente todo aquel que se acercó a través de las consultas, el proyecto privatizador va a avanzar. 

Lo podemos llevar también al tema de la mano de obra esclava que quieren con nuestros estudiantes de quinto año. La comunidad educativa le dice que están en contra y sin embargo no importa. 

La impunidad viene también de la mano de aquellos que no quieren escuchar, de aquellos que no quieren meterse. Ahí le generas al otro la impunidad de la acción. 

Insisto, si Larreta está impune no es solo gracias al blindaje de los medios de comunicación ni por el sistema judicial. Larreta también es impune porque él es síntesis de una porción de la sociedad a la que no le importa nada, mientras lo que suceda no le suceda a él. A veces también le toca a él, pero se niega a sí mismo en su ser político y social y sigue eligiendo lo mismo. 

¿El mentiroso es el problema?. Si, pero el que se deja mentir también. Larreta es el cómic en una sociedad egoísta a la que no le importa nada y mucho menos le importa los derechos del otro. Larreta es el rostro de la indiferencia y la desidia. Es una sociedad cuyo cuerpo social siempre quiere quitarse el barro de lo popular y Larreta lo sintetiza de una exquisita manera y esto le da impunidad. 

El impune mide la acción política sólo a partir de sus mezquinos intereses. No tiene políticas de gobierno, tiene necesidades políticas y va en pos de eso. Por eso Horacio Rodríguez Larreta es un impune. Gracias a los medios, gracias a la justicia y gracias a una sociedad que se lo permite. 

No nos alcanza siempre con disparar los cañones ante los medios y ante la justicia. Tenemos también que mirarnos el ombligo para saber cuánto no hacemos y le seguimos dando aire a aquellos que todo lo que hacen lo hacen sin que les importemos.