La necesidad de igualar derechos y cuestionar las estructuras sociales del presente implica una participación urgente y activa en las luchas de la mujer. Una de las modalidades que adquirió ese activismo es la búsqueda de respuestas a través del rastreo colectivo de los textos feministas de la literatura argentina. De una parte fundamental de ese recorrido se ocupa Mujeres en revolución. Otros comienzos, primer tomo de la Historia Feminista de la Literatura Argentina, una colección dirigida por las investigadoras Laura Arnés, Nora Domínguez y María José Punte, que estará disponible en librerías en los próximos días.

Mujeres en revolución sintetiza una mirada política y plural sobre la literatura escrita en el pasado por mujeres y que revela los femicidios, la violencia, el acoso, los cuerpos oprimidos, las identidades sexuales obturadas, la maternidad no siempre feliz, el aborto clandestino, los cautiverios de otros tiempos. La recuperación y análisis de aquellos textos, ficcionales y no, vienen a hablar e iluminar también del presente.

Las 12 dialogó con las coordinadoras del volumen, que publica la Editorial Universitaria Villa María (Eduvim), Graciela Batticuore y María Vicens, quienes encargaron y reunieron cuarenta ensayos de distintes autores acerca de las producciones textuales que surgieron entre la Revolución de Mayo y 1920, fecha de la primera oleada feminista. Ambas coinciden en sentir una “enorme alegría” por haber sido convocadas para esta tarea, ahora cumplida. “Es el producto de años de investigación y encuentros, un punto de llegada donde se encontraron quienes empezaron a trabajar desde la vuelta de la democracia y las nuevas generaciones”, señala Vicens. “Un proyecto hermoso que llegó en el momento justo”, completa su colega.

Escenarios de guerra y paz es el primero de las cinco áreas temáticas con los que está organizado el libro. Incluye exposiciones acerca de los cuerpos como botín de guerra, en la frontera, las mujeres en las zonas de conflicto. “Se indagaron las ficciones y el archivo: las actas judiciales, por ejemplo, para visualizar las prácticas, voces y cuerpos en la vida cotidiana del siglo pasado. Nos detenemos en la lengua de las libertarias que asoma en la prensa de izquierda a fines de siglo, así como en las configuraciones de las mujeres en el contexto de la primera guerra en la Argentina”, se lee en el prólogo.

La segunda parte, La voz, la escritura, la autoria, se concentra en la relación de las mujeres con la cultura letrada y se enfoca en las lectoras, las traductoras, las maestras e institutrices, las poetas, pero también en las mujeres sin libros: las gauchas gaceteras y las inmigrantes. “Incluimos los epistolarios y las sociabilidades letradas, indagamos en las imágenes y los imaginarios de género en la cultura visual (álbumes, libros ilustrados), en las amistades y redes femeninas, en las lectoras como consumidoras en la prensa de comienzos del siglo pasado”, explican las compiladoras.

La tercer sección corresponde a El Adentro/afuera y aborda escritos sobre viajeras en tierra adentro, viajes cercanos, a la otra orilla, y también trasatlánticos; mundos domésticos: el de la cocina y del “ángel del hogar”, y el que se perfila “afuera”, de la mano de la vida laboral; las bibliotecas, la pedagogía y el magisterio y, también, la moda y el entretenimiento, que articulan el diálogo entre las afectividades nuevas y las heredadas, el melodrama, el sentimentalismo.

Identidades, alteridades está dedicado a temas relegados, que Vicens y Batticuore consideran centrales. Las disidencias sexuales, la neurosis femenina, la violencia machista, el erotismo, las subjetividades disruptivas y lo queer integran esta parte. Finalmente, La politica, la crítica y el canon “vuelve la mirada a la situación jurídica y legal de las mujeres en el siglo diecinueve y comienzos del veinte, su intervención en la vida política y sus vínculos con el feminismo internacional”, así como recorre los modos en que escritoras y crítica volvieron al pasado para organizar y, más adelante, reescribir los orígenes.

María Vincens, una de las coordinadoras de Mujeres en revolución. Otros comienzos.

Doctora en Letras e investigadora de Conicet, Vicens da clases de literatura argentina en la UBA y en la UNA. “Enseñar es una de las actividades que más me gusta, además de andar metida en archivos y bibliotecas buscando tesoros”, cuenta. En 2010 fue becada para una Maestría de Estudios Interdisciplinares de Género en la Universidad de Salamanca. Publicó el libro Escritoras de entresiglos: un mapa trasatlántico. Autoría y redes literarias en la prensa argentina (1870-1910) y compiló con Juan Ignacio Pisano el volumen colectivo, Pueblo, prensa y literatura: una guía de consumo. Su pareja y una hija de tres años “me bancan este trabajo raro, sin tiempos ni espacios definidos”.

Batticuore es profesora asociada de la cátedra de Literatura Argentina I, en la UBA y también trabaja en el Conicet como investigadora, en temas vinculados con la lectura, los públicos, las mujeres letradas e iletradas, la sociabilidad literaria. Escribió, editó y publicó libros de ensayo, de poesía y dos novelas, la más reciente es La caracola. Es madre desde hace dieciocho años e hija de una inmigrante, “que va a cumplir pronto noventa años, esa experiencia de ida y vuelta está ligada con lo que hago y aprendo. La maternidad fue y sigue siendo uno de los grandes desafíos del feminismo y atraviesa la literatura del pasado y del presente”, enhebra.

Entre las autoras del pasado y las del presente hay herencias, memorias y una larga historia compartida. ¿Cuáles son los interrogantes que ustedes encararon en el volumen y que rondan las nuevas generaciones?

Batticuore: No hace mucho tiempo, un grupo de escritoras homenajeó a sus precursoras estampando el nombre de una poeta, una crítica o una novelista admirada sobre una remera o un vestido. La escena transcurrió en medio de una manifestación callejera en favor de la legalización del aborto, meses antes de que se sancionara la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, el 30 de diciembre de 2020. Fue antes, también, de que una pandemia impidiera los encuentros multitudinarios. Así, Sara Gallardo, Alfonsina Storni, Josefina Ludmer, Juana Manso y Mariquita Sánchez, que conocieron bien el peso del sexismo y del patriarcado en su propio tiempo, se pasearon imaginariamente entre las manifestantes, reivindicando antiguos derechos postergados. Entre aquellas escritoras y las actuales también hay preguntas que rondan las nuevas generaciones y que intentamos encarar en este volumen. ¿Existió un feminismo en el siglo XIX? ¿Quiénes fueron sus hacedoras y cómo pensar a esas precursoras?

Vicens: También sumo otros interrogantes, como ¿Qué es el feminismo? ¿Es solo la historia de un movimiento político que se declara como tal, en determinado momento y lugar de la Historia? ¿O sus mareas y sus antípodas pueden rastrearse también en un pasado rioplatense, el de la Colonia, el que abrieron después las luchas independentistas, donde los reclamos de derechos y de prácticas literarias que ejercieron otras mujeres fueron ignorados o entraron de manera sesgada, hasta hace poco, en las historias oficiales y los programas de estudio? ¿Quiénes fueron y cómo sobrevivieron las escritoras del pasado, imbuidas en un ambiente literario protagonizado por voces masculinas? ¿Qué tienen que ver esas escritoras con el feminismo, con el machismo, con la igualdad de género? ¿Y cómo encararon su oficio, para darse autoridad o lograr un reconocimiento, en épocas reacias a la participación femenina en la esfera pública?

Mujeres en revolución incluye diferentes reflexiones sobre las problemáticas de género representadas en las ficciones y los documentos suscriptos por mujeres en la etapa colonial ¿Se puede hablar de un feminismo local incipiente ya entonces?

Batticuore: El feminismo tal como lo pensamos hoy en día, en términos reivindicativos, empieza a aparecer más explícitamente hacia finales del siglo XIX y en el pasaje al nuevo siglo, por eso este primer volumen llega hasta los años 20. Es necesario ver esa articulación, preguntarse qué procesos del siglo XIX llevaron a ese momento de eclosión. Lo habilitaron la modernización del Estado, la presencia inmigratoria, la llegada de movimientos socialistas y anarquistas que incluyen a trabajadoras migrantes, muchas analfabetas y otras letradas pujantes que ponen en cuestión la idea de los derechos de un sujeto moderno que desconoce a las mujeres. El feminismo igualitario de reivindicación política se va gestando a lo largo del XIX, con muchas paradojas y tensiones previas, que se articulan en torno a la dupla que conforman la idea de lo femenino como algo que tiene una cantidad de cualidades virtuosas que incluyen el pudor o el sentimentalismo, pero también se fortalece en la lucha y el compromiso activo. Ambas variantes les pertenecen a las mujeres, en esa Argentina que se estaba configurando, repleta de pujas y contiendas facciosas en la que ellas estuvieron involucradas.

¿Cómo creen que resuenan aquellos legados femeninos en las narrativas y textos literarios de nuestras contemporáneas?
Vicens
: La literatura argentina tuvo un lugar central en la configuración del Estado argentino y la idea de nación: hay ciertos textos del siglo XIX (pienso en “El matadero”, Facundo, “La cautiva”, Martín Fierro) que no solo fundan nuestra tradición literaria, sino que vuelven una y otra vez a través de les escritores de diferentes épocas. Captan un núcleo de “lo argentino”, de sus conflictos, sus tensiones, de su idiosincrasia, que nos sigue interpelando como sociedad. Estas resonancias están muy presentes en la literatura contemporánea escrita por mujeres: Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara; La estirpe, de Carla Maliandi; La hija de la cabra, de Mercedes Araujo; La sed, de Marina Yuszczuk, por solo mencionar algunas novelas publicadas recientemente, retoman estos imaginarios decimonónicos para pensar en clave feminista ese pasado, recuperar zonas olvidadas, y reescribir, intervenir esa tradición a la luz del presente. También es un momento en que las escritoras del siglo XIX están siendo recuperadas a partir de reediciones, notas de divulgación y, sobre todo, su inclusión en los programas de estudio, y esta circulación es clave para visibilizar su lugar en nuestra historia y comprobar hasta qué punto aquello que escribieron nos habla hoy, permanece vigente.

Batticuore: Me parece fundamental que la obra de las escritoras del pasado pueda conocerse y ser accesible para todo público, también para las feministas que pensamos en los desafíos del presente. Es importante incorporar esa memoria literaria o poética, saber cuáles fueron los desafíos para otros hombres y mujeres del pasado, cuáles fueron los debates que se dieron, qué leyes propiciaron, qué se modificó y qué continúa siendo un problema. Es importante para no pensar que la lucha empieza ahora, porque eso borronea peligrosamente la trama histórica y las conquistas, sean grandes o pequeñas. La crítica literaria y los estudios de género vienen abriendo un camino, desde hace ya varios años, este volumen intenta capitalizar ese trabajo en el que ya reconocemos –y homenajeamos- a varias pioneras. En el volumen tratamos de dar cuenta de todas ellas y de ese trabajo conjunto que se viene realizando desde hace ya varias décadas.

Graciela Batticuore, una de las coordinadoras del primer tomo de HIstoria Feminista de la Literatura Argentina.

Se hace evidente durante la lectura que algunos nombres que aparecen se entienden no sólo como marca singular, sino representativa o simbólica del colectivo de mujeres escritoras. ¿Hubo una intención de sintetizar el espíritu epocal, más allá de las individualidades?

Vicens: Sin duda. Pensar el siglo XIX supone abordar cierta tensión, que instala como problema la Revolución Francesa en lo que respecta a las mujeres, entre aquellas figuras excepcionales que logran abrirse paso en los círculos intelectuales de su tiempo y el reclamo de ciudadanía que hicieron feministas célebres como Olympe de Gouges o Mary Wollstonecraft. Ese conflicto también aparece en el siglo XIX argentino en general, asociado al lugar que las mujeres deben tener en la construcción de la nación, y en el campo cultural en particular. Si Mariquita Sánchez, Juana Manso o, más adelante en el tiempo, Juana Manuela Gorriti y Eduarda Mansilla intervinieron en los círculos letrados de su época en cuanto mujeres excepcionales (y con muy diferente suerte), en las últimas del siglo se puede observar la conformación de cierto imaginario en torno a la figura de la escritora, que se identifica con la idea de las “hermanas en las letras” y que traza una genealogía que se conecta con las activistas feministas de las primeras décadas del siglo XX.

Agrupar y separar a las mujeres del resto se transforma durante el siglo pasado en una de las operaciones preferidas de la crítica a la hora de pensar su lugar en el canon literario. Este fenómeno que aún ocurre, ¿es un mecanismo funcional al machismo y al patriarcado?

Batticuore: Ricardo Rojas en el contexto incipiente del Centenario (1917-1922) agrupó a las escritoras más destacadas del pasado en un solo capítulo que ocupa unas páginas, en el marco de una obra de cuatro tomos. ¿Fueron tan pocas las mujeres escritoras de entonces? ¿O es que la crítica literaria, un arte en emergencia cuando Rojas publicó su Historia…, ya las desconocía? ¿O, por el contrario, ese gesto fue “inclusivo”? En nuestras historias nacionales, es común encontrar un capítulo dedicado a “las escritoras”. Esta tendencia, que sin duda apunta a recuperar esas figuras, borra al mismo tiempo los diálogos que estas precursoras desplegaron con sus colegas hombres, los disensos entre ellas, los nombres olvidados. ¿Cómo recuperar esos pliegues y desvíos? ¿Cómo afianzar a las escritoras en la memoria histórica y colectiva de la que formaron parte, evitando que sean desplazadas? Estos y otros interrogantes definieron la organización del libro y la convocatoria a un núcleo ecléctico de especialistas en diferentes áreas.

Vicens: Sabemos que la crítica literaria nunca fue ajena al patriarcado –lo observó la propia Virginia Woolf a comienzos del siglo xx, en Un cuarto propio (1929)–, pero desde la década de 1980 a esta parte, en la crítica literaria hubo trabajos pioneros que empezaron a identificar otras “células madre” (María Moreno, 2018), a conformar con ellas nuevos archivos de imágenes, textos, libros olvidados de escritoras argentinas, cuyos nombres eran apenas recordados por un público restringido hasta hace un par de décadas atrás. Francine Masiello, Sylvia Molloy (el libro está dedicado a su memoria, cuya partida nos sorprendió cerrando este tomo), Cristina Iglesia, María Rosa Lojo, Dora Barrancos o María Moreno, por nombrar algunas de las voces de la crítica más influyentes, están entre esas pioneras del siglo XX que se atrevieron a mirar atrás. También Lily Sosa de Newton, Lea Fletcher y Néstor Auza encararon una labor fundamental en la tarea de recuperar archivos y generar espacios de intercambio, así como Josefina Ludmer y Beatriz Sarlo abrieron en su momento una brecha, ya sea que hablaran en nombre del feminismo o simplemente trabajaran a su favor. Pero también las novelistas, las poetas, las cronistas y narradoras contribuyeron –y siguen haciéndolo– a esta tarea, desde la literatura o la prensa. Sus voces están representadas aquí mismo por algunas de ellas.

La colección completa

En 1556, la carta que escribió Isabel de Guevara, una de las mujeres que llegó de España con la expedición de Pedro de Mendoza, se perdió “entre los recorridos marítimos de las coronas, en demanda de reconocimiento y justicia”. Esa misiva echó luz sobre un olvido que se volvió réplica y constancia. “Luego de un periplo de cuatrocientos cincuenta años, nombres, poemas, discursos, panfletos y libros sin una publicidad justa merecen una historia propia”, señalan las directoras de la colección. Cuatro siglos después, con los aportes de los diversos feminismos, también la palabra “mujer” se expandió hasta aludir a una serie de aperturas y disidencias genéricas y sexuales que cuestionan toda identidad cristalizada. “Mujer” pudo desarmar sus propios colonialismos: otras voces emergieron y otros silencios; es decir, otros relatos.

La colección completa Historia Feminista de la Literatura Argentina está integrada por seis volúmenes: además del tomo 1, Mujeres en revolución. Otros comienzos, coordinado por Graciela Batticuore y María Vicens; el tomo 2, Alzar la voz. Archivos, derechos y géneros, coordinado por Tania Diz y Florencia Angilletta, abarca la primera mitad del siglo XX, hasta la segunda oleada feminista; el tomo 3, Escritoras en movimiento. Itinerarios y resistencias, coordinado por Andrea Ostrov y Silvia Jurovietzky, se centra en la segunda mitad del siglo XX; y el tomo 4, En la intemperie. Poéticas de la fragilidad y la revuelta, ya publicado en 2020 y coordinado por Laura A. Arnés, Lucía De Leone y María José Punte, toma como punto de partida la última década del siglo XX y se enfoca en la literatura contemporánea. Además, el tomo 5, Fronteras de la literatura. Artistas, géneros e intermedialidad, coordinado por Paula Bertúa y Claudia Torre, analiza la literatura argentina en relación con otras artes y discursos; y hay un sexto tomo en preparación, coordinado por Nora Domínguez, Guadalupe Maradei y Josefina Itoiz, que es un Diccionario crítico de autoras.