En abril pasado el ministro de Educación, Jaime Perzcyk, anunció la extensión del horario escolar en las escuelas públicas primarias de todo el país con el financiamiento del Ministerio de Educación Nacional. Cada jurisdicción recibirá 18 mil millones de pesos. Ya son cinco las provincias que firmaron convenio para agregar una hora de clases a los colegios que tienen jornada simple. Como la implementación de esta medida queda a cargo de cada jurisdicción, cada provincia puede elegir cómo va a llevar a cabo la extensión de la jornada, en algunas escuelas el turno mañana iniciaría una hora antes, es decir, a las 7 y el turno tarde finalizaría a las 18.

Por su parte, la ministra de educación porteña, Soledad Acuña tiene una propuesta diferente en la que destinará el dinero. En lugar de la extensión de la jornada intentará llevar de jornada simple a jornada completa alrededor de 25 escuelas de la Ciudad de Buenos Aires al menos a partir de septiembre y en febrero del año próximo sumaría más establecimientos educativos bajo esa modalidad. En las últimas semanas se decidió que esta medida comenzarán a implementarla a partir del mes próximo y esto puso en alerta a las familias que no están de acuerdo y a la mayoría de les docentes que deben hacer malabares para sostener varios cargos y llegar a fin de mes.

Lucía es maestra de grado, elige no mencionar su apellido debido a que en la escuela donde trabaja hay un alto nivel de persecución a les docentes que manifiestan estar en desacuerdo con alguna medida. Da clases de naturales y matemáticas en cuarto A y B en un colegio de jornada simple. Por la tarde tiene otro trabajo en comunidades de aprendizaje y en el turno vespertino un tercer empleo en otra institución educativa. La escuela donde trabaja por la mañana será uno de los establecimientos piloto que se convertirá en jornada completa en septiembre. Fue elegida porque la infraestructura que posee el comedor permite alojar a una gran cantidad de alumnes.

Para implementar esa modalidad se modificarán tres grupos de estudiantes. Lucía hoy tiene a cargo dos grupos de 22 alumnxs y pasaría a tener dos grupos de 33. El grado de la tarde se desarma y se parte en dos y a cada uno de los grupos de la mañana le incorporarán 10 estudiantes nueves.

"Es doble cantidad de chicos y es volver a armar un grupo de trabajo lo que no es fácil. Como docentes trabajamos mucho para armar el grupo porque si no, es muy difícil aprender. Y ahora no solo desarman uno sino que a los grupos de la mañana le llegan 10 chicos y chicas nuevos que no conocen, que tampoco están habituados a levantarse a la mañana, que tampoco sé a nivel contenido que saben y que no saben, qué pueden hacer y que no y que están habituados a otra maestra. Es como empezar de nuevo en febrero, pero en septiembre, donde al mes siguiente tenemos que tomar la decisión de quienes van a pasar al año próximo con promoción acompañada o no, son meses donde se toman muchas decisiones. Es como si fuera un inicio de año otra vez pero llegando a fin de año”, explica Lucía.

Docentes y familias se están organizando para frenar esta medida. 

Cambios sin aviso

A las familias de esta escuela les llegó una encuesta cuando el Ministerio de Educación porteño ya había tomado la decisión de convertirla en jornada completa, esto significa que la implementación sucede sin haber entablado ningún tipo de diálogo con la comunidad educativa. La escasa comunicación de parte del Ministerio acrecienta la incertidumbre en las familias que deberán modificar los horarios no solo de ingreso y salida escolar de sus hijxs sino también, los cambios en la rutina de niñxs que poseen otras actividades en los momentos del día que no están en la escuela.

Otra de las cuestiones a resolver es cómo se implementará el cambio en relación a les docentes, Lucía cuenta cómo se vería modificado su trabajo: “Hasta diciembre la planta docente quedará igual, los estudiantes van a tener una maestra de la mañana y otra de la tarde. Por ahora la infraestructura docente no cambió, pero tengo que decidir si trabajar jornada completa. Si la tomo tengo que renunciar a las horas de la tarde, que es un contrato anual que hasta enero no me entero si sigue o no. Si digo que no a la jornada completa y el año que viene no tengo esas horas de la tarde, me quedo sin cargo. Y con respecto a las horas de la mañana si digo que no a la jornada completa, quedaría en disponibilidad donde me van ofreciendo otros cargos similares al que tenía, cobrando el 100% del sueldo durante un tiempo, si no consigo nada que vaya con lo que yo necesito me empiezan a bajar el porcentaje del sueldo. Es una locura porque yo trabajo a cuatro cuadras de mi casa en una escuela que titularice.”

El desafío que enfrenta el gobierno porteño es en aquellas escuelas en las que es imposible el pase a jornada completa debido a que no tienen la infraestructura adecuada, por ejemplo, hay escuelas pequeñas que tienen muches estudiantes y es imposible unificar a casi dos cursos porque no hay suficiente espacio ni aulas. ¿Qué pasará en esas escuelas?

"Mis hijas me dicen ‘ni loca me levanto a las 6 am para ir a la escuela’. Hay muchas familias que están muy angustiadas porque sus hijos tenían actividades en esas horas como inglés o terapia. Una mamá me decía ‘hacemos maravillas para poder encontrarnos con nuestros hijos, porque yo trabajo y mi marido también y tenemos un tetris para poder encontrarnos y ahora nos faltan tres horas de la tarde que para nosotros eran esos ratitos en el que nos veíamos’. Hay algunas familias que están de acuerdo pero otras no eligieron jornada completa y no la quieren. Creo que está bien que lo hagan pero de manera organizada y no modificarlo a esta altura del año con todas las complicaciones que traería”, reflexiona Lucía.

Sin presupuesto no hay educación

La extensión de la jornada, también trae complicaciones que deberán tenerse en cuenta. La mayoría de les docentes que tienen dos jornadas simples trabajarían de 7 a 18 para poder llegar a fin de mes, son 12 horas de trabajo, un exceso a lo que se le suman la planificación de las clases y las tareas de corrección.

“Por un lado, agregar horas a la escuela sin mejorar las condiciones en las que están los edificios no resuelve absolutamente nada si las escuelas se siguen cayendo a pedazos y si no tenemos los recursos necesarios de toda índole para enfrentar la crisis educativa en la que estamos. Por otro lado, hay una cuestión que tiene que ver con las condiciones de trabajo y el horario de trabajo de las y los docentes. La mayoría no trabaja un solo turno con lo cual, esto implicaría pasar a 10 horas de trabajo, más todo lo que supone el traslado y demás, con un deterioro notable de de las condiciones de esos docentes. Además hay un problema que el gobierno no dice cómo va a resolver que es la superposición con otros trabajos u otro tipo de actividades que los docentes ya tenían pautadas fuera de su horario de trabajo”, explica Mariana Scayola, secretaria general del sindicato docente Ademys.

Desde Ademys rechazan la extensión de una hora de la jornada simple porque sostienen que no resuelve ninguno de los problemas que hoy tiene el ámbito educativo y exigen una inversión real en educación con mayor presupuesto. Con respecto al proceso de pasaje de jornadas simples a jornada completa Scayola señala: “Sin la construcción de escuelas necesarias esa medida va a redundar en un amontonamiento de chicos, en una reducción de cargos y no en un beneficio real ni para la familia, ni para los docentes que estén trabajando en esas escuelas. Están siendo obligados a tomar o a dejar la escuela, ya sean los estudiantes como los docentes, lo que consideramos es que tiene que haber una discusión seria alrededor de cuáles son las necesidades en las escuelas.”

Gabriela González, profesora de inglés y parte de Ademys, sostiene que el debate que se está dando en la comunidad educativa no es a favor o en contra de la jornada completa, de lo que hay hablar es de las condiciones en las que se van a dar esas jornadas completas: “Hay que atender a los requerimientos que también tienen las familias. Yo no aceptaría la jornada completa de manera compulsiva. Tiene que haber una opción de jornada simple porque hay situaciones que lo ameritan, como por ejemplo, estudiantes que necesitan una jornada más reducida porque no toleran estar en una jornada completa. Otra de las discusiones es el tema de los contenidos que queremos de una jornada completa, además de tener una jornada académica, tendrían que agregarle talleres y juegos. Y por último, están recortando la mitad del plantel docente que está bajo convenio, reducen las vacantes y meten a un montón de pibes en un mismo aula. Hay que clarificar y discutir si esa es la verdadera jornada que queremos.”

Las familias que fueron consultadas para acceder a la jornada completa no recibieron información sobre cómo se llevará a cabo, en relación a esto González cuenta: “Las familias que aceptan la jornada completa no les cuentan cómo la van a implementar, no le dicen que van a ser 40 pibes en el aula, que en el comedor van a estar amontonados, que le van a dar una bandejita de aluminio calentada, que van a sacar las mesas, las van a poner en el pasillo y cuando termine el horario de comedor, meten las sillas de vuelta adentro y siguen dando clases. Si vos le explicás a la familia ese tipo de jornada completa tan precaria, quizás digan me quedó con lo que tengo o me parece que mi hijo no va a estudiar en mejores condiciones, las condiciones en las que lo quieren implementar son inviables. Nosotros no queremos contraponer familias a docentes, lo que decimos en tal caso es que queremos más jornadas completas, por eso no es un tema de jornada completa sí o no, sino en qué condiciones. Para que no haya 40 pibes por aula tienen que haber más escuelas y si hacen más escuelas no va a haber docentes que se van a quedar sin trabajo.”


Faltan vacantes

Patricia Pines integra el colectivo Vacantes para Todxs en las Escuelas Públicas, un grupo de docentes y familias de alumnes que desde hace años se organizan para impulsar diversos reclamos en materia educativa en la Ciudad de Buenos Aires. El 18 de agosto se reunieron en una asamblea virtual a la que asistieron familias y docentes de las escuelas 10, 12 y 16 del distrito escolar 9; la escuela 4 del distrito 18; la escuela 2 del distrito 7, la 24 del distrito 17.

La problemática que más se manifestó en la asamblea fue el cierre de escuelas de jornada simple para convertir sus edificios en escuelas de jornada completa. “Todos los testimonios coincidían, las familias fueron citadas entre gallos y medianoches en vacaciones de invierno para avisar que cambian de horario en septiembre u octubre del corriente ciclo lectivo. Ante la sorpresa y el rechazo de la mayor parte de familias y docentes, algunas de las respuestas que obtuvieron fueron ‘si no está de acuerdo va a tener que cambiar al niño de escuela’. Ante el reclamo de una docente suplente hace años en una de las escuelas que rompió en llanto porque se quedaría sin trabajo, la supervisora del distrito 18 en vez de contenerla respondió "no llore, no sea chiquilina" con total falta de empatía hacia la trabajadora y las familias presentes”, cuenta Patricia.

El rechazo al cierre de las escuelas simples crece entre familias y docentes por diferentes necesidades. Quienes eligen una jornada simple defienden el derecho de una crianza presente por parte de las familias, más tiempo libre para jugar y realizar otras actividades deportivas, culturales y recreativas. Patricia agrega: “Uno de los temas que genera mayor rechazo es que en las escuelas de jornada simple es donde se encuentran la mayor parte de estudiantes con discapacidad o necesidades educativas especiales que perderían su lugar tras haber luchado tanto por obtenerlo dentro de la escuela pública común.”

Con respecto a la cuestiones de infraestructura desde el colectivo explican que las escuelas de jornada completa necesitan adecuaciones diferentes: para una jornada completa es fundamental contar con salones de materias especiales, cocina, comedor, salón de usos múltiples, salones de música, idiomas, talleres y patio cubierto para los días de lluvia, más profesores de materias especiales que muchas escuelas no tienen. Desde el colectivo aseguran: “Lo más grave es que tenemos más de 50 mil niñxs que se quedan sin vacante este año y en vez de crear nuevas escuelas para garantizar este derecho a todxs, cierran salas, grados y cursos. Esto reducirá aún más la matrícula escolarizada en el sistema público. Lo correcto es que procuren dar jornada completa a las familias que la necesitan, pero en edificios nuevos donde se garantice el bienestar de estudiantes y profesores. Las niñeces no son muebles que se pueden cambiar de una escuela a otra en cualquier momento de su trayectoria. Las familias que eligieron jornada simple tienen derecho a que finalicen en su escuela con su grupo de pares y docentes y nadie debería obligarlas a cambiar de escuela”.

El colectivo Vacante para Todes resolvió que iniciará acciones de amparo en el corto plazo para proteger a las escuelas de este cambio de modalidad. También seguirán manifestándose con abrazos simbólicos a las escuelas de jornada simple y redactarán petitorios con junta de firmas.