6 - TIEMPO PARA MÍ

(Me Time/Estados Unidos, 2022)
Dirección y guion: John Hamburg
Duración: 101 minutos
Intérpretes: Kevin Hart, Mark Wahlberg, Jimmy O. Yang, Luis Gerardo Méndez, Regina Hall y Tahj Mowry
Estreno en Netflix

El currículum de John Hamburg incluye la dirección de dos grandes comedias de la primera década del milenio. Una es Mi novia Polly, en la que un ultra estructurado vendedor de seguros (Ben Stiller) se enamora de ese torrente de improvisación que es la chica aludida en el título (Jennifer Aniston, tiempo antes de que el bótox le borrara la expresividad) y, por eso, debe romper los límites autoimpuestos acerca de qué es correcto y qué no. La otra, Te amo, hermano, es una de las cumbres de la comedia bromática, una corriente del género en la que los protagonistas, generalmente un par de amigos varones que comparten todo, tienen un vínculo intenso, más afectivo y emocional que el tradicional. En ella hay un hombre que le propone casamiento a su novia y, ante el visto bueno de ella, descubre que no tiene ni un amigo para contarle la noticia. Mucho menos uno que pueda oficiar de padrino de bodas. Primer largometraje de Hamburg desde ¿Por qué él? (2016), Tiempo para mí podría ser la “hija” de aquellas dos películas, salvo porque abraza la idea de que nada puede resolverse sin una enseñanza.

Hay muchos puntos de contacto entre aquel vendedor de seguros y el abnegado padre de familia de Tiempo para mí, que encuentra estabilidad y paz en la estandarización de sus días: la rutina y lo calculado como llaves del cofre de la felicidad. Lo suyo es un loop de rituales, ocupaciones varias vinculadas a sus hijos, el cuidado de la casa y la participación en todas y cada una de las actividades del colegio. Ahí, entre otras cosas, coordina el concurso de talentos y el encuentro semanal entre padres. Todo esto mientras su esposa arquitecta trabaja palmo a palmo junto a un acaudalado filántropo amante de las tortugas gigantes cuyas ínfulas hippies y su impronta bonachona recuerdan a las del profe de buceo con el que la esposa de Stiller en Mi novia Polly se encamaba durante la luna de miel.
Pero antes Sonny (el eléctrico Kevin Hart) tuvo otra vida. Una con más adrenalina y aventura que compartió con su amigo Huck (Mark Wahlberg), que piensa celebrar sus 44 años con un reviente similar al de los veincortos y vive regido por una deriva propia de una hoja llevada por el viento. Tan veleta y oportunista es, que cuesta no verlo como un primo lejano del muy relajado amigote que encuentra el novio de Te amo, hermano. Si bien los modelos de vida adoptados por cada uno los han separado hace años, Huck no pierde la costumbre de invitar a quien sigue considerando su mejor amigo a su cumpleaños, para siempre obtener un “no” como respuesta. Pero ahora es distinto. Con Sonny acongojado ante la revelación de que todo orbita alrededor de sus obligaciones, la esposa le hace una propuesta que no puede rechazar: ella se va con los chicos un fin de semana a la casa de sus padres para que él tenga el tiempo del título y pueda salir a parrandear.

La premisa es similar al de Pase libre (2011), de los hermanos Farrelly, aunque con un desarrollo posterior distinto: si allí los amigos cuarentones tenían luz verde para hacer los que se les cantara, pero terminaban durmiéndose y disfrutando aquello de lo que antes renegaban; aquí hay una comedia de enredos convencional centrada en la reconstrucción del vínculo de Sonny y su viejo amigo. Una reconstrucción no exenta de excesos y contratiempos que operan como motivos cómicos, como un fiestón en el desierto que incluye un micro ploteado y una efigie con el rostro del cumpleañero, un intento de vandalizar la casa del jefe de la esposa de Sonny –craneado por un Huck con músculos igual de grandes que su tontera– porque él piensa que le tiene ganas y un segundo fiestón en casa de Sonny con sustancias varias.

En sus mejores momentos, Tiempo para mí registra, en la tradición del cine de Todd Phillips, cómo lo apacible puede mutar en caos en un pestañeo, haciendo de esos padres un conjunto de hombres insatisfechos que coquetean con el descontrol como un intento de canalizar las frustraciones de una adultez opresiva y muy distinta a la que imaginaron. En los peores, todo se reduce a que cada quien llegue a los créditos habiendo aprendido que nada mejor que seguir las convicciones y deseos propios. Todo muy lindo…para un libro de autoayuda.