El Rey Jorge 6, padre de la difunta Reina Isabel II, bautizó a la monarquía “la empresa” (The Firm). Sabía de lo que hablaba. La monarquía es dueña de 500 mil hectáreas, de parte de la costa inglesa y su plataforma submarina, de zonas exclusivas del centro de Londres y unos 240 edificios en la capital, de centros comerciales en Leeds, Newcastle, Milton Keynes y otros pueblos y ciudades. A este frondoso patrimonio hay que agregar las inversiones financieras, acciones, obras de arte, colecciones, joyas y otros tesoros como la famosa corona de Isabel II que tiene 2868 diamantes, 17 zafiros, cuatro rubíes, 11 esmeraldas y 269 perlas, una parte de las cuales proviene de la colonización de la India.

En dinero contante y sonante el valor patrimonial de la “empresa” supera las 20 mil millones de libras. Sus balances en los últimos 10 años reflejan lo que viene sucediendo en el mundo de las grandes corporaciones: incremento ostensible de sus ganancias en medio de la creciente desigualdad global. En esta década, sus tres instituciones más importantes a nivel financiero – el Crown Estate y los ducados de Lancaster y Cornwell – han duplicado su valor de unos 9 mil millones de libras en 2012 a unas 18 mil millones hoy.

El Crown Estate

El portafolio inmobiliario del Crown Estate, que en parte precede a la conquista normanda de 1065, forma el grueso de esta riqueza: unas 16.500 millones de libras. La mitad son propiedades en la capital: la monarquía es rentista. Un rasgo del funcionamiento de la monarquía parlamentaria establece, sin embargo, que el Crown estate es un “derecho de la Corona”, pero no una propiedad en el sentido usual del término: la monarquía no puede vender ninguna de esas propiedades ni recibe directamente todos los beneficios económicos que producen.

Las ganancias de la Crown Estate van al departamento del Tesoro que le da a la monarquía un porcentaje conocido como la Sovereign Grant (suerte de concesión soberana). Con estos fondos la monarquía tiene que financiar sus viajes oficiales, el mantenimiento de la propiedades y otros costos. Hasta 2017 un 15% de las ganancias de la Crown Estate iban a parar a las arcas de la monarquía. Ese año aumentaron a un 25% para financiar la renovación del Palacio de Buckingham. En el período fiscal 2021-2022 la monarquía recibió más de 86 millones de libras de Sovereign Grant.

Sobre ducados, impuestos y paraísos fiscales

La monarquía tiene propiedades que le pertenecen por completo como las 20 mil hectáreas de Sandringham en Norfolk y las 50 mil en torno al Castillo de Balmoral en Escocia donde falleció la reina el 8 de septiembre. Las ganancias que obtiene del ducado de Lancaster y Cornualles van directos al monarca que puede gastarlo o invertirlo como desee, es decir, que no está destinado a financiar el gasto de la función que cumple la Realeza.

La ley que rige el "Sovereign Grant" es de 2011 y establece que la “Monarca está exenta de pagar el impuesto a la renta, el que rige a las ganancias por inversiones y a la herencia”. La reina Isabel II renunció a este derecho y pagó voluntariamente estas cargas impositivas desde 1992. La expectativa es que Carlos III siga su ejemplo tal como hizo mientras su título era Príncipe de Gales.

Esta aparente conducta impositiva no ha estado exenta de escándalos. Los Papeles del Paraíso revelaron que el Ducado de Lancaster había invertido unas 10 millones de libras en notorios paraísos fiscales como las islas Caymán y Bermudas.

El Ducado tiene castillos por todo el país. A esto se suman activos de la corona que van desde puentes hasta tubería submarina y cables de fibra óptica. Este año el ducado obtuvo ganancias de 24 millones de libras, triplicando los beneficios que había obtenido en el 2000.

En cuanto a la herencia que recibe la familia real es en gran medida un misterio. Un dictamen judicial de 1820 determinó que el testamento de un monarca no tiene que ser dado a conocer, de manera que es posible que jamás se sepa cuánto le tocará a Carlos III de la fortuna personal de la reina, estimada en más de 370millones de libras, según el “Sunday Times Rich List”.

El resto de la empresa

A sus 40 años el príncipe Guillermo no ha quedado mal parado. Con la muerte de la reina se convirtió en príncipe de Gales y controlará también el ducado de Cornualles, todo valuado en más de mil millones de libras. Un 90% de este dinero es en bienes raíces que incluyen 130 mil hectáreas que van de Cornualles a Kent (suroeste y sureste de Inglaterra), en Gales, Nottinghamshire y Lincolnshire. En Devon tiene 260 granjas y unos 2640 alquileres, además de propiedades comerciales en Londres y Milton Keynes.

En comparación, el resto de la familia son pobretones. La princesa Ana, hermana del Rey, tiene unos 50 millones de libras, el deshauciado Principe Andrés unos cinco millones, el príncipe Eduardo y Sofía, unos 10 millones, el príncipe Enrique y Meghan unos 20 millones que en gran parte provienen de la herencia de su madre, Lady Diana. En todos los casos, a esto habría que sumarle activos menos visibles como acciones, stocks y otras riquezas en el sector inmobiliario.

En todo caso, con una fortuna de estas dimensiones, aún restringida por el funcionamiento que establece una monarquía constitucional, la empresa tiene una posición sólida en la que sustentarse y sostener la realeza: 20 mil millones de libras no desaparecen de la noche a la mañana.