El sol derrama su luz sobre las orquídeas, también conocidas como damas danzantes porque una pequeña brisa mueve sus flores como en un baile, y su labelo se parece a una bailarina. Los ojos inhalan colores en el Predio Floral donde se realiza la 59ª  Fiesta Nacional de la Flor en Escobar, el encuentro de floricultura más grande de Latinoamérica, que convoca a miles de visitantes de distintas ciudades del país. La flor elegida en esta edición --que se extenderá hasta el 10 de octubre-- es la marimonia, una planta herbácea de hermosa floración proveniente de Asia y Europa, que prefiere crecer a la media sombra y, además, tolera muy bien el frío. Hay una intimidad alegre con rosas, claveles, gladiolos y otras flores y plantas en este predio ubicado en Mateo Gelves 1051, que abarca 17 hectáreas parquizadas con una superficie cubierta de 7000 metros cuadrados; una convergencia con ese horizonte que recupera el asombro de lo vivo, desplegado por más de 100 expositores.  

El hijo de un pionero 

Sandra Cartasso

Tetsuya Hirose, llamado por todos “Techan” para simplificar un nombre que cuesta pronunciar, es el presidente de la Asociación Civil Fiesta Nacional de la Flor. Este argentino de familia japonesa que nació hace 84 años camina erguido por los pabellones con la energía intacta del joven que empezó a ayudar a su padre, Tadayoshi Hirose. El padre de Techan había nacido en la región de Hokkaidō, en la ciudad de Sapporo, y llegó a Escobar en 1931. Entonces se instaló en la casa de un paisano, el señor Hisaki. Posteriormente se independizó y empezó con el cultivo de flores de distintas variedades: claveles, calas, rosas, crisantemo, gladiolos. “Mi padre fue un pionero en el cultivo de plantas de interior en la época en que empezaron a ponerse de moda las plantas. Después continué yo y ahora sigue mi hijo. En este momento nos especializamos en helechos y somos el único vivero que queda de los japoneses de esa época”.  

Techan participó en la primera Fiesta Nacional de la Flor, que se realizó en 1964 en el salón del Club Sportivo Escobar. La idea nació de Arturo Brosio, un productor de arbustos ornamentales que integraba el Rotary Club, que buscó hacer un homenaje a los productores de flores de corte, que son las flores que se ponen en los floreros. Después de Brosio, durante la presidencia de Luis Brusi, la Asociación Civil Fiesta Nacional de la Flor compró el Predio Floral. El próximo sábado 8 --Día de Escobar-- llegará el esperado desfile de carrozas por las calles; saldrá del centro comunal y terminará en el Predio Floral. Como el desfile es gratuito hay “una infinidad de gente” que acompaña a las carrozas, comenta Techan, el hijo de ese pionero, “un loco de los caballos que creía que por estar en La Pampa era fácil tener un caballo, pero él vino sin plata”, recuerda y agrega: “Papá fue el primer cristiano que anduvo en caballo al trote inglés”. 

En la vida y en la muerte 

 El partido de Escobar produce aproximadamente el 80 por ciento de las orquídeas que se comercializan en la Argentina. La mayoría de las plantas en el país se venden en macetas de 12 a 15 centímetros. La orquídea en maceta de 12 centímetros cuesta 2000 a 2500 pesos al por mayor. El precio minorista es de 5000 pesos. Dedicarse a las plantas y flores es un trabajo “muy sacrificado”, según Techan, “pero con la ventaja de la independencia, de ser dueño de tu vida”. ¿Cuál es la parte dura de ser floricultor? “Hoy en día se ha modernizado, pero a veces hay plantas que en verano, los sábados y domingos, tenés que regarlas porque no aguantan. Si se viene una tormenta, hay que cerrar puertas y ventanas. A veces el granizo aplasta la naturaleza”, explica mientras camina y lo saludan como si fuera una estrella de rock. “Mi mayor satisfacción es lograr una buena exposición; que el público venga acá, vea las plantas muy bien presentadas y se vayan contentos para también fomentar las ventas. Si ves una linda planta, la comprás. Eso es fundamental; con la Fiesta queremos promover el conocimiento de las plantas”. 

 De pronto descubre un cartel informativo mal colocado, lo saca y lo pone donde debería estar. Techan conoce el Predio Ferial como la palma de su mano. No se le escapa ningún detalle. En uno de los pabellones hay una Biblioteca de la Flor, donde se encuentra el nombre común y el nombre científico de cada flor: el alelí es matthiola incana; detrás del trabalenguas dianthus caryophyllus está el clavel o la clavelina. La sansevieria, por sus largas hojas verdes, es conocida popularmente con el nombre de “lengua de suegra”. Como si fuera una especie de previa floral por el mundial del fútbol, hay una camiseta de Messi decorada con helechos plumosos, que de lejos parecen espárragos. “Las flores y las plantas dan alegría y son motivo para celebrar, pero también están en la tristeza de un velorio. Nos acompañan en la vida y en la muerte”, subraya Techan. 

 --¿Les habla a sus helechos?

--Nooooo... qué les voy a hablar...

La huerta en un metro cuadrado

 “Todo huertas Escobar” es uno de los stands más nuevos. Esta es su segunda Fiesta Nacional de la Flor. Carlos D’Agostino cambió de rubro. Tuvo un emprendimiento en Bariloche junto a un familiar, el Parque Nahuelito, con réplicas de tamaño real de 45 dinosaurios; pero un día se fue del sur rumbo Escobar y se ganó la vida dando charlas sobre dinosaurios en escuelas. Hasta que llegó la pandemia, cerraron los colegios y decidió dedicarse a las plantas. “Estábamos encerrados en casa y un día un vecino tiró unos cajones y entonces lo metí adentro y me pregunté ¿qué hago? Hicimos un cajón de huerta, una primera huerta”. El plural incluye a Analía Pérez, su pareja, quien publicó en Instagram esa primera huerta, le empezaron a preguntar y se animaron a seguir haciendo huertas de todo tipo. A fines de 2020 el intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk, inauguró el Mercado del Paraná, un predio para emprendedores. Carlos y Analía consiguieron un stand y empezaron a llevar sus huertas y plantas. 

También se dedican al cactus y a las suculentas, un tipo de plantas que tienen almacenamiento de agua en mayor cantidad que otras. “La gente se lleva muchos cactus porque no tienen mantenimiento; no es necesario que estés regándolo todos los días. Los cactus son reservorios de agua; la planta chupa agua y se la tira a la hoja”. Su planta favorita es la asclepia curassavica, “una planta mariposera”, como la define. “La mariposa emperador no sólo come de esta planta sino que deja sus huevos. ¿Los ves?”, pregunta. Se ven unos puntitos apenas perceptibles de color amarillo. “La oruga única y exclusivamente come de esta planta. La mariposa se posa en las asclepias para comer y deja los huevos en la planta. Se llama también banderita española porque tiene los colores de España, rojo y amarillo”, se entusiasma Carlos y revela que lo que aprendió de cultivar plantas es que una familia de cuatro personas puede tener su propia huerta en un metro cuadrado. En pequeñas macetas se ven lechuga criolla, lechuga morada, albahaca perenne, tomate, peperina, romero, frutilla, hinojo, puerro. Cualquiera de estas plantas cuesta 100 pesos cada una. “Menos que un alfajor”, compara Carlos con la astucia del buen vendedor. 

“Yo hago todo agroecológico, no uso veneno”, aclara. “Quiero que los chicos dejen un poco la tecnología, se ensucien los dedos con los padres o los abuelos y planten semillas”. Analía y Carlos hacen lápices plantables y kits de huertas orgánicas que tienen cinco macetas biodegradables, cinco tipo de semillas de flor, los tutores y la tierra. El lápiz plantable es un lápiz como cualquier otro, sólo que cuando llega al final de su vida útil en vez de tirarlo a la basura hay que plantarlo en la tierra. Cada lápiz tiene semillas de zanahoria, perejil o rúcula. “Trabajar con las plantas es una terapia porque estás en contacto con la tierra, con el aire y con la naturaleza todo el tiempo”, precisa Analía. 

 Hablar con las plantas

 Hay un grupo de amigas jubiladas que está paseando por el Predio Floral. A Juana le gusta ver las cosas lindas que hay. “Lástima que no hay tanta plata para comprar”, confiesa y detalla su “sistema” para construir su propio jardín en su casa en Garín. “Yo busco ramitas cuando podan y voy plantando en mi casa. Me gustan todas mis plantitas; la que más me gusta la tengo al borde de la pileta. ¿Cómo se llama esa planta hermosa? ... Ay, no me acuerdo. Yo la vi en una casa, corté una ramita y me la llevé. Mis plantas son cirujeadas”, cuenta su método y sus amigas se ríen a carcajadas. 

--¿Les habla a sus plantas?

--Sí, les digo: “Qué linda que estás; no te me mueras”...