Un tecladista argentino, una cellista portuguesa, un violinista ucraniano, un guitarrista brasileño, un contrabajista italiano, y él… un bandoneonista, arreglador y compositor –también argento- que carga su mochila con varios discos, y aportes para Pablo Ziegler, Daniel Binelli, Diego Schissi, Quique Sinesi, Magic Malik, Jairo, Liliana Herrero, y Gilberto Gil. Así expuestas las patrias de origen del sexteto que Sued dirige –la llama Orquesta Assintomática- darían para intuir, a priori, un sonido híbrido. De fusión. Pero no.

“Tímbricamente, sonamos a tango. Tocamos principalmente una música instrumental que, si bien no se enmarca en un género definido, tiene una respiración argentina, sin duda”, asegura este inspirado músico que llegó a Lisboa en 2019 para hacerle la segunda a la cantora portuguesa Susana Travassos, y de tan encandilado que quedó con la belleza de la ciudad, con el ambiente que se respiraba, con la música, las comidas, y los vinos, se quedó a vivir. “Me sentí como en casa, y me instalé allí, en busca de una vida tranquila”, asegura.

El epicentro geográfico que engendró al sexteto fue Lisboa, pues. Y fue allí donde publicó Igual estamos acá, flamante disco que, además de sus timbres tangueros, goza de lateralidades “paramusicales” que lo completan: charlas con refugiados afganos que habían sido echados por los talibanes por ser músicos, o la congoja del violinista ucraniano ante el comienzo de la guerra en su país. “En ese contexto de desastre, polarización e incomunicación, estábamos juntos haciendo música y el título del disco se refiere precisamente a eso: a pesar de todo estamos acá… es el espíritu de juntarse para transformar el dolor en algo vital”,

-Orquesta Assintomática… ¿cuáles serían los síntomas que le faltan al grupo?

-Bueno, tratándose de un grupo formado por seres humanos, los síntomas sobran (risas). El nombre del proyecto es simplemente un chiste de época, quiero decir... empezamos a ensayar en plena pandemia y, como hasta ese entonces nadie se había contagiado covid a pesar de encontrarnos regularmente, uno de nosotros dijo "somos la orquesta asintomática" y quedó para siempre.

Un día en la vida lisboeta de Sued implica, entre otros pequeños placeres, el de caminar de noche por las callecitas de Graça, barrio que linda con Alfama -cuna del fado- y escuchar voces fadistas y guitarras portuguesas. “Es una zona que tiene la particularidad de pertenecer a una capital europea pero con el ritmo de un pueblo, donde te encontrás con amigos, te podés manejar a pie o en tranvía. Te permite hacer una vida simple y a la vez estar en contacto con una actividad cultural riquísima… con una presencia muy fuerte de las culturas brasileña y africana, principalmente de los países lusófonos como Angola, Cabo Verde o Mozambique… esta combinación de aire de pueblo con esta vida cultural es algo que me enamora cada día”, asegura Sued.

-En efecto, el sexteto es plurinacional. ¿Cómo acordaron para que el mosaico de culturas suene a tango?

-Es que el tango es el resultado de un encuentro de culturas muy diversas, que devino en un nuevo lenguaje. Una música en la que suena la nostalgia del destierro y la fuerza para hacerse un lugar en un territorio desconocido. Eso tal vez es algo en común que tenemos como grupo con el tango, somos en esencia un grupo de inmigrantes con la mejor anfitriona portuguesa que podríamos tener: la cellista Sandra Martins”.

Una parte de Igual estamos acá germinó en el marco urbano que detalla el músico. Pero otra es de origen campero. Nació en Algarve, región en la que el bandoneonista se instaló durante la pandemia para trabajar en una huerta a cambio de casa y comida, dado que no podía trabajar de músico. “Mis días comenzaban al alba, trabajaba en el campo hasta el mediodía, almorzaba con los dueños de casa y luego tenía las tardes libres para trabajar en la música… durante esos meses tuve un reencuentro con una manera de hacer música totalmente desvinculada de las interferencias que muchas veces supone la vida laboral. Fueron meses en los que en mí la música recuperó su sentido original… recordé por qué la elegí como modo de vida”, señala Sued, que retornará a la Argentina en diciembre bajo dos propósitos: afianzar el trío con Nicolás Gaggero y Rafael Villazón; y grabar un disco con Rudi Flores en guitarra. 

“En Algarve viví en una especie de ruina reconstruida rodeada de árboles frutales, almendros, higueras, flores y olivos", retoma. "Al pie de la hermosa sierra de Monchique, a pocos kilómetros de las playas de Lagos, y la experiencia me marcó en mucho, porque recién me ponía a tocar después del cansancio del trabajo físico, concreto, y en relación directa con la naturaleza. Algo muy ligado al origen de las músicas populares... la música como una compañía para aliviar el cansancio. Bien, algunas de las melodías que suenan en el disco surgieron en ese marco”.

-¿Cuáles melodías, puntualmente, y por qué?

-“La Montaña de Beacon", tema que escribí luego dedicado a Guillermo Klein, y que ya desde el principio imaginaba orquestada para la formación que hoy tiene la Orquesta Assintomática. Escucharla en el disco y tocarla en vivo me produce siempre una emoción muy singular.

Otro de los espacios atípicos en los que Sued crea es una embotelladora de soda, donde el artista plástico portugués João Mouro trabaja sus materiales reciclados. “Allí creamos el espacio para hacer nuestras presentaciones durante uno o dos lunes por mes. Ya pasaron por allí Juanjo Corbalán de Paraguay, Delfina Cheb de Argentina, Fawad Murad de Afganistán, Lita Folk band de Ucrania, y Yamandú Costa”, enumera Sued, y luego repara en su intensa interacción estética con el guitarrista brasileño. “A Yamandú lo conocí en Rio de Janeiro en 2014, luego grabé algunos temas en su disco Recanto y él hizo lo propio con uno mío: Iralidad, y la relación se profundizó cuando hicimos Visita boa, en dúo; y Caminantes, con Luis Guerreiro en guitarra portuguesa. La experiencia de tocar con él es poderosa. Es un fuera de serie… una fuerza de la naturaleza.”