Debió esperar tres años y medio, pero Belgrano está en la elite del fútbol argentino de nuevo. Por primera vez en su historia vuelve a la A en condición de campeón. En una categoría de suma complejidad como es la Primera Nacional (ex B Nacional), con 37 equipos, múltiples viajes, partidos cerrados y presupuestos muy dispares, el conjunto cordobés logró la vuelta olímpica dos fechas antes del final en un partido épico ante Brown de Adrogué que sentenció 3 a 2, a falta de 5 minutos. El golazo de Joaquín Susvielles desató la locura de los 22.000 hinchas que acompañaron al equipo al Estadio San Nicolás, tal como habían hecho toda la campaña en el Gigante de Alberdi.

El capitán del barco –Pirata en este caso– fue Guillermo Farré, emblema de la institución que logró convertirse en el primero que consigue el ascenso como jugador y técnico del club. Lo hizo, además, en su primera experiencia como entrenador. Aquel volante de quite, que se aventuraba al área rival como el 26 de junio de 2011 para marcarle a River en la mismísima Promoción que decretaría su descenso y el ascenso de los cordobeses, se convirtió en un habil técnico que aborda lo conseguido en exclusiva para Página/12.

–En un campeonato tan difícil, ¿por qué Belgrano se consagró campeón?

–Porque interpretó la forma en que había que jugar el torneo, la importancia de la localía para marcar diferencia con todo lo que conlleva la gente y la exigencia de esta institución. También por la versatilidad que tuvo para sumar puntos en las distintas canchas lo que acrecentó la confianza. La inteligencia para afrontar los partidos con tantos condicionantes externos que tiene la categoría fue otra de las claves. 

–Pablo Vegetti cerró el campeonato como el goleador del certamen con 17 tantos. ¿Cuánto influyó tener un centrodelantero con el arco abierto?

–Cuando uno conforma el plantel ve las características de sus jugadores y tener a Pablo siempre nos dio la tranquilidad de que alguna situación de gol iba a tener. Se trabajó el equipo desde la parte defensiva en busca de solidez y con la jerarquía que tenía en la parte ofensiva, no tenía dudas de que algún gol iba a convertir. Tuvimos la valla menos vencida del lado de (Nahuel) Losada y al goleador desde el lado de Pablo, lo que nos permitió hacer un torneo de mucha regularidad.

–Le tocó ascender como jugador y ahora como director técnico, ¿cuáles fueron sus sensaciones en uno y otro momento? ¿Son comparables?

–Son sensaciones similares, pero distintas. Similares en el sentido de la alegría y de la plenitud que uno siente al obtener un logro tan importante. Distintas desde el lado en que me ha tocado ser protagonista de manera directa desde adentro de la cancha, con toda la exigencia física y la carga psicológica que requiere ganar un partido como el que me tocó como futbolista. Y la otra, con la conducción y con la exigencia de un rol muy protagonista, pero muy de acompañador del plantel, instalando una idea. Las sensaciones fueron parecidas en cuanto a la alegría y distintas de acuerdo a lo que uno ha tenido que desarrollar en cada momento.

Guillermo Farre, como local su equipo consiguió el 87 por ciento de los puntos en juego / Prensa CAB.

–El gol que le marcó a River en el Monumental, en la Promoción. ¿Lo tiene presente a diario o se lo recuerdan permanentemente?

–Creo que es más lo que me lo hacen acordar que lo que yo realmente lo recuerdo. Lo que pasa es que está constantemente arriba de la mesa esa situación cuando surge mi nombre en una charla y me lo hacen saber. Me da una sensación de alegría, de haber formado parte de ese momento. Me sigue brindando esa sensación de plenitud y satisfacción, porque sabemos que los goles permiten desahogarte. Además, el tiempo me ayudó a mirar más claro la importancia de lo conseguido.

–Fue campeón en su primera experiencia como DT, ¿cuánto influyó el medio año que le tocó ser ayudante del "Ruso" Zielinski en Estudiantes?

–La vida es un camino de aprendizaje. Nos tocó formar parte muy rápido de un cuerpo técnico importante como el del Ruso, en una institución muy eficiente como la de Estudiantes. Eso me permitió tener las bases y la tranquilidad para aceptar el desafío de ser el conductor de un grupo en un club al que conozco muy bien. Más allá de la experiencia como ayudante y de la que tuve como jugador, todos los días que me ha tocado transcurrir en Belgrano para mí han sido de aprendizaje y de constante superación. Creo que más allá de que haya tocado en mi primera experiencia un ascenso considero que no deja de ser un aprendizaje para afrontar mi carrera sabiendo que cada día hay que mejorar, cada día hay que aggiornarse y perfeccionarse. Considero que eso es lo que se requiere desde el lado de la conducción técnica.

–Si tuviera que definirse como entrenador, ¿cómo lo haría?

–No me encumbro detrás de un rótulo ni de ningún fundamentalismo. La realidad es que soy muy estratega, así lo demanda el fútbol argentino que requiere de resultados y los resultados no se consiguen con fundamentalismo sino con inteligencia. Sabiendo leer el grupo de jugadores que uno tiene, entendiendo cómo exprimirlos al máximo para ser protagonista en el torneo que te toque.

–Belgrano festejó en el fútbol masculino y femenino. ¿Hubo una mancomunión institucional para que se consiguieran semejantes logros en ambas categorías?

–Sin duda que nada es casualidad y menos en proceso largos, en procesos que requieren de mucha continuidad, de mucha seriedad y de crecimiento constante. Belgrano en lo futbolístico, desde el lado masculino, puedo decir que ha hecho las cosas muy bien para afrontar un torneo tan largo y difícil. En cuanto al plantel femenino, ya hace dos años que viene trabajando de una manera incansable para conseguir los resultados que se están presentando. Sabemos también el crecimiento que hay en el fútbol femenino, no sólo en Córdoba sino en el país y a nivel mundial. Belgrano está siendo pionero en la formación de jugadoras de fútbol. La predisposición y el trabajo incansable de la institución quedó demostrado en estos logros que me alegran mucho.

–Otro punto a destacar fue el acompañamiento masivo de la gente, con récord incluido en la vuelta olímpica femenina. ¿Cuánto aportó ese apoyo?

–La gente es muy importante. Es la que te demuestra el club en el que estás, la exigencia que demanda y el hecho de que no tenés margen de error. Ha empujado a que nos entreguemos al 120 por ciento siempre. Cuando el equipo en algún partido no encontraba los caminos la gente trabajaba para que pudiéramos dar un poquito más y así fue todo el torneo. De local conseguimos el 87% de puntos, una cifra muy alta.

–¿Está bien conformado el plantel para la Primera o necesitará muchos refuerzos?

–La base de este equipo está preparada para afrontar el desafío que implica el torneo de Primera División. Después será cuestión de ver las características de jugadores que haya posibilidad de encontrar a ver si nos podrían dar un plus. Soy un convencido de que las estructuras hay que sostenerlas y potenciarlas. Soy partidario de la mejora y no del cambio sustancial porque me genera un cimbronazo muy complejo de asimilar, porque pareciera en ese caso que lo que se hizo no sirvió de nada. La mejora es una continuación de un trabajo y una búsqueda de perfeccionamiento para lo que viene.