En un contexto inflacionario elevado y donde los alimentos siguen subiendo por sobre la media, las empresas que fabrican productos de la canasta básica tomaron la decisión de ir a la guerra con el Gobierno para evitar que se concrete el plan Precios Justos. Anunciado el fin de semana por el ministro de Economía, Sergio Massa, persigue la idea de tener para noviembre una canasta de entre 1500 y 2000 productos a precio congelado por un plazo de entre 90 y 120 días, con un dato extra: el funcionario nacional quiere que el precio acordado figure estampado en el packaging de los productos. 

Precios Justos es, en los papeles, un congelamiento de precios de casi todos los productos de la canasta básica, por eso las firmas nucleadas en la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal) ya mostraron los dientes en reuniones con la Secretaría de Comercio y con un fuerte lobby para colar la premisa de que "es impracticable". "No queremos ni que se hable de esto", contó a Página I12 una ceo de una empresa multinacional que negocia con el Gobierno. A tales fines, y como no dirán públicamente que no quieren el programa, la embestida empezó por rechazar el precio impreso en los paquetes de los productos. 

Según confiaron las propias empresas a este diario, eso redundaría en un aumento de costos "muy fuerte", que terminaría pegando en los precios en góndola. Hasta ahora, el Gobierno se reunió por el tema con las firmas Molinos, Aceitera General Deheza (AGD), Bimbo, Nestlé y Quilmes. En las próximas horas, harán lo propio con Coca Cola, Procter and Gamble y el resto de las 20 grandes que monopolizan las góndolas. La mayor resistencia está del lado de las nacionales, según explicaron a este medio fuentes de la negociación. Lo llamativo, además, es que los precios estables tendrán un reacomodamiento inicial: es decir, habrá un precio de partida de Precios Justos. 

Rebeldes porque sí

En uno de esos encuentros, y con la idea de abrir la negociación, el secretario de Comercio, Matías Tombolini, les dijo a las empresas que la idea es arrancar en noviembre pero que se podría poner el precio impreso en los productos de más alta rotación -es decir, los que se están fabricando constantemente- y ver cómo hacer con los que ya están vendidos y no pueden modificar su packaging. Así, buscó darles opciones para que eso no sea una traba: propuso que el resto se haga por etapas, o bien que los productos sin el precio en paquete se exhiban en lugares privilegiados y con el precio bien claro en la góndola. 

El problema es que el argumento es útil en el caso de que existiera una voluntad de que el programa salga, algo que los privados rechazan. Así las cosas, la segunda excusa fue cómo gambetearon sentar en la convocatoria a pesos pesados de las empresas. Rechazaron la convocatoria a dueños, que es lo que el Gobierno quería. "Miren, Massa pidió que esto salga, que avance", les dijo a los empresarios un alto funcionario nacional. Es que las empresas, hábiles para moverse, juegan de un modo con el ministro en la mesa y de otra sin él. 

Lo que sí molestó a las empresas es la superposición de la canasta de Justos con la de Precios Cuidados, porque sintieron como una traición un jugada oficial: cuando se acordó la nueva canasta, que pasó de 1200 a 450 productos, el Gobierno consiguió que las empresas pusieran en Cuidados a los productos tope de gama, los más demandados. Hoy entienden que eso se hizo, precisamente, porque la nueva canasta era más acotada. "Nos quieren llevar a un congelamiento total", postuló un ceo de una multinacional, enojado por la movida. Otro, más osado, ya tiene listo el contraataque: si los obligan a poner los precios en los paquetes, "volverán los productos creativos". Esta práctica es bastante común y la refleja bien el ex secretario de Comercio, Augusto Costa, en su libro "Todo precio es político". Cuando un gobierno les congela el precio a determinados productos, en vez de ir al choque, las marcas fabrican alternativas muy parecidas (varían mínimamente en peso neto o bien cambia una característica como más fruta en una mermelada) para saltar el cerco y vender lo mismo pero más caro. 

"Construir previsibilidad en la góndola"

En una entrevista radial, Tombolini confirmó el adelanto de hoy de este diario. Aseguró que "Precios Justos" abarcará entre 1.500 y 2.000 productos que contarán con el precio impreso en sus envases. “Estamos trabajando. La idea es avanzar durante el mes de noviembre con esta iniciativa”, dijo el funcionario y agregó que buscará “construir previsibilidad en la góndola”.

Asimismo, destacó que "la velocidad de acumulación de las empresas, en términos de sus ganancias, ha ido muy por encima de la evolución de los salarios. Es esa ganancia diferencial la que permite también generar las condiciones para aspirar a este programa". La idea es que, a priori, este plan llegue a los híper y a los comercios de cercanía, intentando recrear el programa Super Cerca, que creó la ex secretaria de Comercio, Paula Español, para llegar a los barrios.

Antes de que Massa anunciara el programa el domingo, estuvo reunido con Tombolini para ver los detalles y le pidió que "se haga si o si". Este endurecimiento de los formadores de precios es el primer hito político fuerte que enfrenta el ministro de Economía. Si bien el Gobierno entiende que la inflación es un fenómeno multicausal, también tiene el detalle Massa de cuánto han ganado las alimenticias en el Gobierno de Alberto Fernández. 

El tema, de hecho, trasciende la esfera de Economía. El lunes, el Presidente recibió en Olivos al titular de la Copal, Daniel Funes de Rioja, y le pidió explicaciones por los aumentos de precios. Es que el Ejecutivo, y Massa en particular, se juegan una parada fuerte en la inflación de octubre, y necesitan corregir de forma urgente las subas en alimentos. Por ahora, según la consultora Ecolatina, en los primeros qunce días del mes, Alimentos volvió a estar varios puntos por encima de la inflación general.