Desde Córdoba

“El diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo”. Siempre útiles, los consejos del Viejo Vizcacha a Martín Fierro son una fuente inagotable de recursos que muchas veces calzan justo para explicar los vaivenes de la política. Algo de eso quedó flotando en el aire esta semana en el Panal, como se conoce a la Casa de Gobierno de Córdoba, cuando el gobernador Juan Schiaretti puso orden en la granja con dos jugadas que se estaban haciendo esperar: la designación de Martín Llaryora como su delfín para la carrera por la sucesión y dar por cerrado, al menos en la agenda de gobierno, el tema de la re-reelección de los intendentes de localidades sin carta orgánica propia. Y si bien quedan por definir algunos temas, como la fecha de convocatoria a los comicios y el punteo fino de las listas para no dejar heridos, se aguarda que con la tropa acomodada vaya alzando el perfil para instalarse en la arena nacional como candidato presidencial o bien como un factor de poder.

Muevo yo, Juan

Con marcado hermetismo, desde el entorno del mandatario provincial evitan pronunciarse. Sin embargo, las críticas al gobierno nacional y una serie de gestos permiten inferir que, por fin, Schiaretti jugará en 2023. Es más, algunos ya anticipan una jugada fuerte para noviembre.

Especulaciones al margen, tras el coloquio de la Unión Industrial de Córdoba de la semana pasada, que reunió a varios presidenciables en un mismo día, Schiaretti empezó a levantar el perfil. En medio de la agenda diaria, el “Gringo” metió la cuchara al señalar que mientras en la Argentina la situación genera incertezas “en Córdoba generamos certezas”.

La fría recepción al presidente Alberto Fernández a principios de mes con motivo de la firma de un convenio para la construcción de un lanzador espacial fue una muestra más de una relación rota. Sólo hubo coincidencia en mantener el desarrollo de la ciencia como una política de Estado “más allá de las diferencias”. Y si bien no hubo foto, ni aparte, ni reunión, la doble visita de Facundo Manes a Córdoba también mantuvo abiertas las expectativas de la construcción de un frente común. “Hay muy buena relación. Coincidimos en salir del laberinto por arriba”, indicó el neurólogo radical.

Desde la vertiente cordobesa de JxC, en tanto, señalan que más que un lanzamiento, la apuesta del gobernador irá por el lado de la formación de un espacio de poder que pueda juntar votos y ceder cuadros para una coalición de gobierno. “Sabe que no tiene lugar. La elección será entre tres”, indican.

A ponerse la camiseta

Ante más de 30 intendentes de Hacemos por Córdoba (HPC), Schiaretti dio las dos definiciones políticas más esperadas: confirmó a Martín Llaryora y le bajó la persiana a la re-reelección.

Ninguna de las dos movidas tomó desprevenido a nadie. Tan cantado como la marcha peronista, la elección del alcalde de la capital era cuestión de tiempo, más allá de las pocas especulaciones respecto de un eventual postulante de su riñón.

“Será nuestro candidato. Les pido que lo apoyen. Es la garantía de continuidad”, especificó palabras más, palabras menos el mandatario provincial. “Voy a recorrer el interior con él”, garantizó.

En las huestes de Llaryora recogieron el guante. “Martín es un hombre del interior. La defección histórica del PJ era en capital: hoy tenemos más del 60 por ciento de aprobación. Con el aparato de Hacemos por Córdoba vamos a instalar su figura donde nos falta entrar con fuerza. Los números nos dan bien”, señalan desde el entorno del sanfrancisqueño. El sudeste provincial es uno de ellos. Allí se emplaza Marcos Juárez, donde el cordobesismo sufrió un duro revés en los comicios del Kilómetro 0 a manos de Juntos por el Cambio.

“Haremos medios y redes. Viajaremos a Buenos Aires, pero le hablaremos a los cordobeses”, indicaron. Doble punta de lanza: Llaryora hará su parte y el modelo cordobés estará en el prime time.

La figura de Llaryora no es nueva en la provincia. Fue vicegobernador de Schiaretti en 2015, antes de ser diputado nacional en 2017. Comandó los destinos de la poderosa ciudad de San Francisco durante dos periodos desde 2007, aunque fue designado por José Manuel de la Sota, otro de los socios fundadores de HPC, como ministro de Industria en 2014. Desde 2019 es intendente de Córdoba.

Pero el verdadero golpe de efecto lo dio en las PASO de 2013 cuando desafió a los bronces cordobeses y presentó su propia boleta. Sorpresivamente, sumó 130.000 votos y se coló en la lista de Unión por Córdoba. Rápidamente fue al gabinete.

En esas internas, Llaryora compitió bajo el paraguas del Frente Renovador de Sergio Massa. Ambos mantienen una relación que se remonta a la militancia juvenil cuando en 1999 repartieron las boletas del Frente de la Esperanza, que llevaba a Ramón “Palito” Ortega como candidato a presidente.

Con este perfil, el sanfrancisqueño permite incorporar a dirigentes a priori vetados por el cordobesismo duro, como por ejemplo el ex subsecretario de Obras Públicas de la Nación, Martín Gill.

Precisamente, la figura del ex intendente de Villa María despierta humores varios. Mientras consolida su armado dentro del Frente de Todos, no corta lazos con Llaryora. Esto le valió fuertes críticas de parte de Fabián Francioni, ex diputado nacional y actual intendente de Leones: “le sale barato a Schiaretti”.

Si es por consenso…

Además de la nominación de Llaryora, la otra definición fue que no habrá un apoyo a la re-reelección de intendentes. No obstante, la puerta no se cerró del todo. Se espera que en la próxima semana los legisladores de la Unicameral comiencen a recibir notas de parte de los jefes comunales para abocarse al tema y permitir la excepción.

“Si sale por consenso, lo vemos”, repiten, a sabiendas de que intendentes radicales evalúan ir a la justicia para lograr la re-re. Paradójicamente, la mayoría de las más de 400 comunas afectadas son oficialistas. Desde el Panal evalúan que el costo político de modificar una ley sancionada 2016 por el mismo equipo de gobierno, será aún mayor que la pérdida de votos de localidades pequeñas.

Tranquilidad y poca sorpresa

“Está claro que no había otro. El único que puede juntarlos es Llaryora, vía Schiaretti”. Sin sobresaltos, en Juntos por el Cambio se tomaron con calma la novedad. Mientras Luis Juez (Frente Cívico) y Rodrigo De Loredo (UCR) galvanizan su sociedad, las segundas líneas trabajan para definir el reglamento interno.

Desde siempre, el senador dijo que busca ser gobernador. Más pragmático, el yerno de Oscar Aguad, asegura que “hay dirigentes de la UCR nos piden que seamos candidatos a gobernador”. Sin embargo avisa: “no tiene que haber personalismos. Hay que apoyar al que esté en condiciones de ganar. Si la cosa está pareja, tiene que haber internas. Con reglas claras”. No obstante, todos saben que la división no los favorece. Así pasó en 2019, cuando Schiaretti se impuso con el 57% de los votos contra el 18% de Mario Negri y el 11% de Ramón Mestre (h).

Con el giro lampedusiano de septiembre en el recuerdo, la primera escala de una hoja de ruta cordobesista tiene dos tópicos bien definidos: orden y progreso. Para lo que sigue, no habrá que esperar tanto.