La Selección Argentina de voleibol masculina se encuentra intensificando su trabajo para el gran objetivo del año: la clasificación para el Mundial de Italia y Bulgaria del año próximo. Luego de la participación en la Liga Mundial 2017, que incluyó el resonante triunfo ante Brasil (campeón olímpico), el plantel tendrá otra competencia que servirá como prueba para muchos de sus protagonistas: la Copa Panamericana que se disputará del 23 al 31 de julio, en Canadá. La intención será aprovechar este torneo continental de una semana, para ensayar las últimas variantes antes de definir el grupo que afrontará el Sudamericano de Santiago de Chile, en agosto, y el Premundial de Salta y Jujuy, del 29 de agosto al 3 de setiembre.

Esos compromisos los afrontará sin uno de sus máximos referentes: Facundo Conte. El jugador acordó con el conductor Julio Velasco no participar este año del seleccionado, buscando un descanso físico y mental luego de formar parte durante diez años consecutivos. El punta-receptor fue campeón de la liga China con el Shanghai Volleyball Club, donde continuará también la próxima temporada. Y en este intervalo profesional, Conte tuvo tiempo para formar parte del programa “Charlas de Valor”, que organizó el Gobierno de la Ciudad, y junto a Líbero transmitió las nuevas sensaciones que atraviesa, al ver de lejos los compromisos del conjunto nacional.

“Fue una decisión difícil la que tuve que tomar. La Selección es parte de uno, y encima nos tocó vivir unos Juegos Olímpicos muy buenos el año pasado. Lo medité mucho pero creo que era lo mejor para mí tomar un año de distancia”, comenta. En ese sentido, esa determinación también provocó la molestia de su padre Hugo, quien consideraba que tenía que continuar en el equipo. “Lo hablé mucho con él, pero le costó entenderlo al principio. Me decía que no quería que dejara la Selección, un lugar al que muchos aspiran llegar. Yo le di mis razones, y creo que lo pudo entender con el correr de los días”, explica.

–Desde afuera, ¿cómo viste el nivel de la Selección en la Liga Mundial?

–Los vi muy bien a los chicos. Pudieron ganarle a Brasil, nada menos, y jugaron partidos de igual a igual con otras potencias. El camino es el correcto.

–¿Te sentiste raro al verlos por televisión?

–Un poco, pero tiene que ser así. Hago fuerza desde afuera para que logren la meta de este año que es lograr el pasaje para el Mundial. 

Las posibilidades de Argentina de conseguir el pasaporte al undécimo Mundial seguido, con asistencia perfecta desde Italia 1978, son lograr el título sudamericano en Santiago de Chile, o imponerse como local en el Premundial, donde Conte volverá a estar ausente.

–Desde el exterior, ¿cómo ves el nivel de la Liga Argentina?

–Me gusta ver el hecho de que participen jugadores extranjeros, eso significa que la Liga y ciertos equipos están adquiriendo más notoriedad. Personalmente, me alegra que siga creciendo porque eso nos beneficia a todos.

–Ahora que ves todo desde otro lado, ¿se te cruzó encarar otro tipo de actividad paralela al vóleibol?

–Claro, porque no creo que sea incompatible tener una formación académica, por ejemplo. Hay algunas complicaciones entre los gustos, los tiempos, y los lugares. A mí me hubiese gustado estudiar ya el año pasado periodismo deportivo, pero es presencial, y se me hace difícil porque ahora estoy jugando en China, y vengo al país sólo cuatro meses. Hay un montón de atletas que hacen cursos a distancia, y yo siempre me saco el sombrero con ellos, porque poner el cuerpo para una actividad psicofísica, y para hacer otra distinta es notable.

–¿Aunque luego nunca se llegue a ejercer esa carrera?

–Seguro. La satisfacción es doble. Tal vez no se llegue nunca a trabajar de lo que se estudió, pero lo importante es incentivar la mente. 

–En ese sentido, ¿creés que hace falta más incentivación para que los deportistas puedan desa- rrollar su mente?

–Puede ser, aunque sé que es una exigencia mayor, ya que te quita energía para tu actividad. Yo logré terminar el colegio, pero me costó mucho por los viajes y los compromisos con el vóley. 

Cuando ya se había consagrado con el equipo chino en Oriente, Conte tuvo un paso fugaz por Qatar, donde jugó para El Jaish. Su participación comenzó en las semifinales de la Copa de Qatar. Y después de haberse desempeñado también en Italia, Rusia y Polonia, el jugador, que todavía no participó de la categoría A1 en Argentina, puede hacer un paralelismo con lo que ocurre en el exterior.

–¿Por qué varios proyectos con el vóley terminaron mal en algunas instituciones argentinas?

–Eso pasa en todo el mundo. Y tiene que ver con lo económico, que es lo principal. Si no hay gente decidida a apoyar al deporte se termina desvaneciendo la pirámide. 

–¿Y en el futuro te ves como dirigente deportivo?

–Me gusta verlo lejano. No me lo planteo mucho todavía.

La Selección buscará su lugar en el Mundial del año próximo, donde Conte imagina el regreso anhelado al equipo, con la mente y el cuerpo en las condiciones necesarias para ofrecer lo mejor de él.