La tendencia a la baja que sufre la sindicalización en el mundo también se constata en Estados Unidos. Su mercado laboral –lo confirma el Bureau of Labor Statistics del gobierno– atraviesa un sostenido declive en la afiliación de los trabajadores a sus gremios o centrales obreras. La tasa de adhesión fue del 10,75 por ciento en 2016, que representó un 0,4 de caída respecto a 2015. En cifras concretas, se trata de 240 mil afiliados menos entre un año y el otro. 

14,6 millones de trabajadores estaban sindicalizados hacia 2016. Si la política económico-social del gobierno de Trump no eleva los niveles de empleo y se mantienen los tratados de libre comercio con ligeros retoques, la afiliación seguirá decreciendo. Con datos comparables de 1983, la caída respecto a ese año llega a casi el 100 por ciento. En aquel momento el 20,1 estaba agremiado. Lo que significaba que en un país con menos habitantes (tenía 233,8 millones) había 17,7 millones de trabajadores sindicalizados cuando hoy son 3.100.000 menos sobre una población de casi 326 millones.

En EE.UU, el sector público supera con amplitud el número de trabajadores sindicalizados que tiene el privado. Un 34,45 contra el 6,4 por ciento según el Bureau of Labor Statistics u Oficina de Estadísticas Laborales.Los hombres son más que las mujeres en ese rubro, aunque no por mucho. Un 11,2 y un 10,2 por ciento respectivamente. Y los negros son más proclives a afiliarse que los blancos, hispanos o asiáticos. Las mismas estadísticas establecen que el estado de Nueva York es el que tiene el porcentaje más alto de afiliación con el 23,6 y Carolina del Sur el menor, con apenas el 1,6 por ciento. Un dato importante es que los trabajadores casi no se toman vacaciones o desconocen en una proporción considerable ese derecho, considerado un beneficio por la legislación. El Acta de las Normas del Trabajo Equitativo de 1938 regula la actividad laboral: el máximo de horas trabajadas por semana, las horas extra, el salario mínimo y el trabajo infantil. Eso sí, nada dice del tiempo libre remunerado. Suele establecerse en negociaciones entre los patrones y empleados. Un estudio del Centro para la Investigación Económica y Política de Estados Unidos descubrió que casi un cuarto de los trabajadores del sector privado no tiene vacaciones pagas. A tal punto, que el diputado demócrata Alan Grayson presentó en 2013 un proyecto que se llama Acta de las Vacaciones Pagadas que fue rechazado.