“No tenía muchas ganas de contarle a ese grupo de desconocidos la ansiedad con la que me había deglutido una botella entera de píldoras para dormir, o los lapsos considerables del tiempo que me había pasado entregada a las fantasías furibundas con la mejilla apoyada en las puertas grasientas de hornos de gas apagados. No tenía ganas de contarles nada. Podría explicárselos, está bien, pero me llevaría mucho tiempo. Mi vida entera. Podía sentirla detrás mi, sumergida, como un iceberg”.

La editorial Eterna Cadencia acaba de estrenar S-3, el libro de memorias de la escritora estadounidense Bette Howland, publicado por primera vez en 1974. En este relato, con prólogo de la escritora china-estadounidense Yiyun-Li, la autora narra su paso a través de instituciones médicas desde que, en 1968, decide suicidarse tragándose un frasco de pastillas sedantes.

La locura y el suicidio son temas que la cultura popular supo explorar y explotar desde todas las aristas posibles y en todos los formatos. El morbo, la infantilización, el fetiche, el tabú, el estigma, el terror psicológico, la marginalidad, la monstruosidad y la romantización son algunos de los lentes a través de los cuales se narraron históricamente los trastornos de salud mental, que siempre tienen un abordaje más cruel cuando recae en las personas más vulnerables. “La vieja loca” que vive rodeada de gatos, “el loco del pueblo” que mendiga en las calles, el manicomio con miradas perdidas en el vacío, los chalecos de fuerza, el asesino serial psicótico o la “suicide girl”, el tropo que transforma la depresión en algo aesthetic, son lugares comunes que aplanan la profundidad de las experiencias personales para transformarlas en una caricatura de consumo rápido.

En estas páginas, Bette reconstruye su propia identidad a través de sus registros dentro de una institución psiquiátrica, donde describe la sub-cultura de los centros de salud mental y los vínculos de poder, ternura, alianzas y traiciones que se tejen hacia adentro de ellos. Con una escritura que oscila entre el diario íntimo y la crónica, esta autora trae lector al centro de la escena, como si le estuviese narrando al oído todo lo que ve, siente, piensa y escucha en esos salones blancos, con habitaciones compartidas y pasillos siempre limpiándose por trabajadoras precarizadas. De esta forma, logra trascender los estereotipos para humanizarlos y proponer una mirada compleja, desde un posicionamiento político acerca de las condiciones materiales de precariedad y violencia patriarcal que llevan a la locura.

Tal vez, una de las cosas más interesantes de S-3 es su confrontación al saber médico hegemónico y las jerarquizaciones verticalistas que instala, donde la voz de “los enfermos” y “las locas” está constantemente en pugna entre la rebeldía contra este conocimiento incuestionable y la sumisión a sus normas perversas. Una mirada ingeniosa y clara sobre la hostilidad a la que están sometidas las mujeres de las clases trabajadoras que habitan este hospital, -las enfermeras, las pacientes, las trabajadoras de limpieza, las madres solteras pobres-, que ven cómo la vida les pasa de largo mientras ellas están atrapadas en la rueda del hámster de la explotación capitalista.

Bette abre un nuevo lenguaje que sitúa los distintos sufrimientos mentales y físicos desde una perspectiva colectiva y situada. En este mapa, la violencia médica ejercida en las salas de parto, las consultas ginecológicas, la terapia intensiva y la internación, es el hilo conductor de las distintas viñetas de S-3.

Otro de los aspectos más llamativos de este libro es, -y tal vez donde reside su mayor riqueza-, el tratamiento que Bette hace de la cuestión comunitaria dentro de los hospitales psiquiátricos, donde la voz y la identidad de las internas es reprimida y transformada en un sonido monocorde. En ese contexto de uniformes, pijamas, vasos de plástico llenos de píldoras, desmayos en medio de los salones y círculos de socialización forzados, estas personas, estas ponen en juego todo su ingenio para defender su identidad y no transformarse en otro fantasma blanco. La ropa, las pelucas y el maquillaje, aunque sea derretido sobre los pómulos pálidos, son fuerzas materiales para recuperar el nombre propio.

S-3 es un libro para ir de la mano a través de los pasillos de una institución psiquiátrica y conocer este mundo complejo de tejes, perversiones y solidaridad colectiva por fuera de los estigmas y los lugares comunes.