"En mi Cerebro hay estudios y Cámaras llenas de libros & cuadros de antaño,/ que yo escribí y pinté en eras de la Eternidad anteriores a mi vida mortal". William Blake, carta a John Flaxman (21 de septiembre de 1800).

 

8 al 9 de junio

Estoy de vacaciones en Uruguay con un contingente de turistas: una pareja, un grupo grande de chicos, un grupito de mujeres jóvenes, y el actor y director teatral Omar Serra, además de un ser grotesco que cree ser Juan Ritvo y algunos otros psicoanalistas muy formales. Miramos un largometraje de dibujos animados psicodélicos que les interesa mucho a los chicos. La película se mira con un cristal que agrega efectos. Veo que el actor mira la película con dos cristales. Al segundo lo agrega en ciertos momentos y veo que se divierte. Algo en la película le indica cuáles son esos momentos. Termina la película, hago de comer para todos, comemos y ya nos tenemos que empezar a preparar para subir al ferry y volver, pero yo prefiero pasarles la película de nuevo para probar verla a través de los dos cristales.

 

9 al 10 de junio

Dos películas se realizan al mismo tiempo en un estudio con dos sets. Son dos filmes de cine catástrofe con madres aterrorizadas, chicos chiquitos y salvadores heroicos. El piso del set de la izquierda está lleno de caca de bebés y otros detritos orgánicos. La acción del set de la derecha consiste en un oleaje marino que se derrama hacia la izquierda y lava la suciedad.

 

12 al 13 de junio

Vivo en la casa de un escritor de ciencia‑ficción que es el autor de una novela sobre pasadizos en el tiempo (wormholes) y que realizó en su casa una película de bajo presupuesto basada en el libro. Junto a su biblioteca, dando al pasillo de entrada de su casa, el escritor abrió el supuesto portal, que es un agujero cuadrado tipo ventana. No vi la película pero infiero que en algún momento tapian el portal, porque está tapiado. Mis amigos me visitan y critican la obra de albañilería. Pero a mí me gusta: así la construyeron los actores/personajes en la película, apurados, sin duda para impedir a tiempo la llegada de algún invasor de otra época.

 

15 al 16 de junio

Una multitud de poetas, en el patio de la casa de mis tíos Claudio y Norma, me piden que recite un poema apasionado. Como no tengo ninguno, canturreo una melodía sin palabras.

 

22 al 23 de junio, 2005

"Quiero escribir ahora un libro serio", decía Fontanarrosa, que tenía la cara de Horacio Vargas pero era Fontanarrosa y al libro ya lo tenía escrito. Había que ordenarlo, pulirlo, seleccionar los textos. Era un libro de cuentos muy poéticos, y todos tenían que ver con la memoria; pero con una memoria acumulada por los objetos, acumulada en el desgaste de los objetos como imagen del tiempo de vida transcurrido, nos decíamos en la esquina de Dorrego y Córdoba. Fontanarrosa me pagaba por la sesión el precio de una nota. Y pagaba con cambio.

    

24 al 25 de junio, 2017

De vacaciones en una ciudad turística costera, formo una tierna pareja con un médico. Una empleada del hotel nos pregunta si queremos tener hijos. Yo tengo un pequeño dispositivo de visión bifocal, un aparato de proyección interna por donde se televisa la historia de una mujer que ha quedado atrapada en su interior. Esa mujer soy yo. Miro de un lado y la veo, duplicada; miro del otro y veo dos flores. Mi pareja y yo almorzamos en la barra del comedor del hotel. El viernes, para el que faltan unos días, me operan para librarme de la máquina y sólo entonces dejaremos el hotel. El procedimiento es necesario para que yo pueda tener hijos.

    

25 al 26 de junio

Un centro cultural popular en un barrio ofrece comida y alojamiento a cambio de asistir a sus actividades. Un cineasta adolescente da ahí una conferencia ilustrada sobre su obra y yo lo escucho desde un colchón en el piso en una habitación vecina. Me pierdo las películas.

Cuando hace silencio y se oye un rumor, es porque está proyectando tramos mudos. Les pregunto a dos conocidos que salen de la sala si las películas eran malas y me dicen que sí.

 

26 al 27 de junio

Curso un taller de pintura sobre papel que da Gabriela Gabelich en su espacio de taller, adonde se llega bajando una escalera que se tuerce. Ella copia y edita los trabajos de sus alumnos formando una animación, que no es un video sino los papeles mismos creando movimiento. Me gusta pero hubiera preferido que usara mis originales, aunque no se lo digo.

 

27 de junio

Voy y le cuento el sueño a Gabriela Gabelich y ella me dice que ahí hay una obra.